Capítulo 4.

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     Hay un ambiente algo silencioso, donde todos están pensando

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     Hay un ambiente algo silencioso, donde todos están pensando. 

Eleonora: Y, ¿A qué te refieres con ángel caído? —pregunta finalmente.

Cian: ... —baja su mirada, con un tono de voz algo más bajo— Allí arriba, debemos cumplir con ciertas reglas. Una de ellas es no hacer contacto con los seres de la Tierra sin permiso... y para mi desdicha, no pude evitar... —suspira— enamorarme de un humano. 

     La ángel se queda en silencio un par de segundos, que parecen interminables. Sus alas dejan de estar desplegadas para esconderse nuevamente en el interior de su espalda, hasta perder rastro alguno de ellas. 

Rumshum: ¿Alguna vez intentaron quitarte las alas?

Cian: Sí...o al menos las pocas personas que las han visto lo intentaron, para mi mala suerte. —evadiendo la mirada de ambos, abrazándose a sí misma— Dicen que las usarían para venderlas o simplemente presumirlas. 

Rumshum: Pues, son bonitas, cualquiera las vendería. —dice con algo de obviedad. Se levanta— Y hablando de cosas bonitas, iré a mi habitación.

Eleonora: Un momento, ¿TÚ habitaci...

     La elfa apenas puede terminar sus palabras cuando Rumshum comienza a irse directo a la posada. Entonces, ve a Cian, la cual le está dedicando su amplia sonrisa de siempre. Ya parece ser una costumbre. Ambas se apresuran en seguirlo y evitar que otro vuelva a encerrarse dentro.

     La pequeña habitación constaba de una cama individual en cada extremo, con un armario de roble oscuro en el medio, pegado a la pared. Una pequeña ventana del lado izquierdo da hacia las calles de Rhampsia que, dado la hora, se encuentran vacías. La única iluminación disponible es la pequeña vela que Rumshum enciende sobre una repisa al lado de la cama derecha, la misma que usa para recostarse y, dándole la espalda a las chicas, quedarse profundamente dormido. Eleonora cierra la puerta con llave, por seguridad.

Cian: —viendo a Rumshum como un pequeño bebé, entre risas— Miralo... ¡Parece que hoy dormiremos los tres juntos!

Eleonora: —viéndolo por igual de reojo, mientras deja su mochila a un lado— <<Bastardo..>> —se sienta cruzada de piernas en el suelo, apoyando su cabeza sobre el ropero— Duerme en la otra cama Cian, aquí estaré bien.

Cian: —asintiendo y recostándose en la cama izquierda, susurrando— ¿Eleonora...? Buenas noches.

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     El sol salió en Rhampsia; las temperaturas habían bajado bruscamente con el pasar de la noche, y Eleonora fue la primera en abrir los ojos incómoda por el suelo frío. Tomando su mochila y abriendo la puerta, se pasó por el sucio baño del bar para refrescarse un poco el rostro con agua fría. Meditando, termina por aceptar que si ninguno de los dos pensaba ayudarla a cumplir con la misión del anciano, podía hacerlo sola. Sus verdaderas ansias por el honor y respeto que recibiría a cambio la motivaban a no dejarse llevar por la opinión de ambos. 

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