Capítulo 10.

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     La Gran Ciudad

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     La Gran Ciudad. Reconocida por su enorme tamaño y población, es bastante fácil para cualquier persona nueva perderse entre las diferentes calles espaciosas e iguales entre sí. Carruajes de todo tipo se pasean libremente con humanos de toda clase social: Desde algunos llenos de lujos y oro, hasta simples vendedores ambulantes.

     Cian y Eleonora habían llegado al más famoso lugar de todo Arium hacía no más de dos minutos. Deteniéndose frente a las enormes edificaciones de piedra, casi como si de pequeños castillos se tratasen, Randall voltea a verlas. Al lado de ellos hay una cabaña con símbolos de pan y trigo sobre el frente.

Randall: Aquí es donde trabajo —menciona señalando la pequeña tienda, aún cerrada—. Así que parece que aquí nos despedimos.

Cian: En verdad gracias por todo —responde en una amplia sonrisa—. Ojalá no hayamos sido mucha molestia...

Randall: ¡Oh, para nada!, además me salvaron la vida de un viejo decrépito. No tienen de que agradecer —sonriendo—. Espero podamos vernos pronto.

     Las dos chicas sienten que hicieron un nuevo amigo. Ayudándole a bajar algunas cajas de la carreta frente a la tienda, ambas se despiden de él, avanzando en busca de Rumshum. 

     La ciudad es más inmensa de lo que creían en un comienzo. Decorada con faroles y banderines rojos, se ve como las calles suben de manera empinada, hasta verse en la cima de la colina un gran castillo, muy a la distancia de donde se encuentran. Caminando sobre las calles de piedra, Eleonora huele el asqueroso aroma a baba de monstruo encima de ella, haciendo una mueca. Habla pesadamente:

Eleonora: Necesito asearme lo mas pronto posible...otra vez.

Cian: Es una lástima que en la tienda de Randall no hubiesen bañeras —dice entre risas— pero apenas encontremos a ese pequeño rebelde, seguro pasaremos por otro río o posada —apenas termina de hablar, toma una bocanada de aire y grita a todo pulmón—. ¡RUMSHUUUUUMMMM!

     Algunas personas que están cerca de ambas ven raro a la rubia, incluyendo Eleonora. Sin embargo, la misma se encoje de hombros y le sigue el juego:

Eleonora: ¡RUMSHUUUM! —grita, recayendo en algo— Oye... el lado positivo de ésto es que nos quitaste los brazaletes. Si no, estaríamos muertos.

Cian: ¡RUMSHUU.. —no termina de gritar al escucharla. Frunce el ceño— ¡Recuerda quienes fueron los que peleaban en primer lugar!

     Mientras suben por una de las calles, llegan a un gran centro plano: una plaza llena de deslumbrantes plantas y bancas. Ambas se detienen cerca de una multitud de personas, que parecen estar observando algo, impidiéndoles la vista a las chicas. Las dos se ven entre sí, para luego acercarse a todos. Eleonora llama la atención de algunos ciudadanos, quienes voltean a verla. Algo insegura, reza para que ninguno de ellos note sus orejas escondidas, recordando las palabras de Rumshum.

Fuerzas Opuestas.Where stories live. Discover now