Capítulo 13.

141 21 0
                                    

     La pelea interna parecía haber acabado cuando volvieron a reencontrarse debajo de la colina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     La pelea interna parecía haber acabado cuando volvieron a reencontrarse debajo de la colina. Los tres estuvieron de acuerdo en que si quieren realmente lograr su objetivo principal, iban a tener que empezar por dejar de lado las rivalidades y las discusiones. Es así que se organizaron para cumplir con tres reglas esenciales: Nada de chistes despectivos hacia los elfos, evitar en lo posible peleas internas, y, el extra de Cian, ser más amables entre ellos. Aceptando la realidad del asunto, sienten el fresco viento azotar contra la copa de los árboles. Las temperaturas solían bajar desmedidamente durante el atardecer, y no era para nada sorprendente que aún siendo época de calor, necesitaran un lugar cálido para pasar la noche. Es entonces que emprenden viaje hacia el hogar de Rumshum, el cual no estaba lejos de la ciudad.

     Al llegar allí, se encuentran con una casa de piedras blancas y dos pisos, siendo más alta que ancha en cuanto a la construcción. En la mente de Eleonora, aquel hogar era casi del mismo tamaño que una torre. Unos pequeños arbustos siguen el sendero que finaliza en una escalera de madera, directo hacia la entrada principal. La casa se ve bastante cuidada en el exterior a pesar de ser notoria la cantidad de años que tiene.

     Los tres entran al lugar y Rumshum enciende un par de velas para iluminar el interior. Una sala principal alfombrada, con un sofá oscuro y una mesa del lado izquierdo, junto a unas repisas repletas de cervezas y latas con comida. Algunas colillas de cigarrillos están tiradas sobre el suelo, y varios de ellas se acumulan en la escalera que lleva al segundo piso. El humano les explica a ambas que ganó la casa en una subasta y es bastante cómoda para él, a pesar de no tener una cocina ni luces.

     Eleonora decide ir a darse una ducha mientras sus compañeros van a buscar ramas para armar una fogata y cocinar algo. Subiendo al segundo piso, sostiene un recipiente de cristal con una vela encendida, teniendo sumo cuidado de no tropezarse y terminar, en el peor de los casos, incendiando la casa. Y ya siendo el fuego uno de sus pensamientos más remotos, no quería ampliarlo a una segunda trauma. Al terminar de subir se encuentra con un estrecho pasillo, donde se aprecian dos puertas enfrentadas: el baño y el dormitorio. Sin saber cuál de las dos es la correcta, abre una de ellas y se encuentra directamente con la habitación de su Rumshum. Un fuerte olor a humedad se abalanza sobre ella e invade sus fosas nasales, que la hace estornudar.

Eleonora: Parece que no ha limpiado este lado en años... —habla para sí misma.

     La curiosidad le invade hasta el punto en el que decide echarle un ojo a lo que sea que hubiese allí. Puede ver una cama de dos plazas junto muebles llenos de cajas cerradas. Recordando el sombrero de piel de elfo, piensa que lo mejor sería no tocar ninguna de ellas. No obstante, un escritorio frente a la ventana llama su atención, el cual tiene un cuaderno de notas encima. Parece que tiene bastantes años, ya que a pesar de su tapa de cuero, las puntas del mismo están desgastadas y sus hojas se ven amarillas. Al acercarse disimuladamente, lee su título bordado:

''Diario de caza, Herg Rumshum''

     Le parecía común que un cazavampiros como él tuviese un vestigio de sus aventuras, pero aquel nombre comenzaba a serle sospechoso. A punto de ver el interior del mismo, oye la puerta de la casa abrirse, y se apresura en dejarlo donde estaba. Sale de la habitación e ingresa al baño, con ahora un nuevo dato sobre su compañero.

Fuerzas Opuestas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora