Capítulo 6.

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     Luego de que Cian y Eleonora salvaran la vida de Rumshum y huyeran de Rhampsia, el equipo siguió su travesía hacia el lago sagrado de Níchian, escondido entre Elanfhaim y los comienzos de la tierra de Senatar

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     Luego de que Cian y Eleonora salvaran la vida de Rumshum y huyeran de Rhampsia, el equipo siguió su travesía hacia el lago sagrado de Níchian, escondido entre Elanfhaim y los comienzos de la tierra de Senatar. A medida que se acercaban, podían llegar a sentir que la brisa era más pura y golpeaba sus rostros. Eleonora no deja de pensar que el clima parece encontrarse lo suficientemente templado como para darse un chapuzón en el agua fresca. No obstante, para el proceso de encantamiento, su trabajo iba a requerir de todos sus años de meditación, y aquella idea tendría que esperar. 

     Caminando por un sendero de hierbas silvestres y plantas de cóleos, Cian toma una pequeña flor rosada del suelo, observándola con detenimiento. La gira entre sus finos dedos, contando cada uno de sus pétalos y apreciando sus colores. Aquellos matices le recuerdan al dibujo de su enemigo; aquel demonio, vampiro, que causó todo tipo de desordenes en el mundo. Aquel ser al cual estaban dispuestos a detener. 

Cian: Hmm... —balbucea caminando— ¿Y qué se supone que haremos exactamente cuando lleguemos?

Eleonora: Apenas estemos en la orilla del lago, tendremos que quedarnos meditando para despertar el poder de las aguas celestiales. Al menos, en ese proceso, uno de nosotros tendrá que sumergirse con las armas para terminar de encantarlas.

Rumshum: ... <<La elfa está enloqueciendo>> —piensa seguro. Susurra para sí mismo— Meditar suena estúpido.

Eleonora: Cian, creo que tú deberías ser la que se sumerja al agua —prosigue.

Cian: ¿Yo? —ladea la cabeza inocentemente. Esboza una sonrisa— ¿Y ustedes dos meditaran juntos?

Eleonora: —sacando el mapa— No nos vendría mal. Estamos cerca.

Rumshum: ¡Sí...! —responde para nada emocionado con la idea.

Cian: Entonces, ¡Claro, hagámoslo! 

     Los tres se detienen frente a unas grandes hojas de helechos, que impiden ver más allá de las mismas. Haciendo a un lado un par de plantas, descubren al vasto lago que cubre un par de kilómetros. El inicio del mismo, toma la forma de un gran círculo rodeado por piedras y colinas de alto tamaño, donde detrás de ellas sigue extendiéndose el agua clara y cristalina, hasta más allá de la vista del equipo. Muchos árboles de extraña apariencia, crecen alrededor de Níchian, con troncos de tonalidades casi violáceas, de gran volumen y con bastante cantidad de flores diferentes. Algo les llega a llamar la atención: Sobre el centro de aquel círculo, hay una elevada estatua de mármol, con la forma de un temible monstruo marino, similar a un dragón, elevándose sobre las olas. 

     Cian lanza un suspiro, encantada ante la belleza del paisaje. El sol parecía posarse con suma libertad justo por encima del lago, totalmente centrado y resplandeciente. 

Rumshum: Vaya. —viendo a su alrededor— ¿Entonces después de bendecirlas, iremos a enfrentar a Favio?

Eleonora: No lo sé. —responde encogiéndose de hombros, mientras se sienta arrodillada sobre la orilla— En primer lugar, deberíamos de encontrarlo, o entrenar. —se corrige— O mejor ambas.

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