Capítulo 7.

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     Algo había sucedido aquella tarde en Elanfhaim

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     Algo había sucedido aquella tarde en Elanfhaim.

     La pequeña Eleonora lloraba de rodillas sobre el césped, sosteniendo entre sus brazos el pequeño cadáver de un ave. El cuerpo del animal, tan frágil e inmóvil, yacía reposando allí desde hacia varios minutos; casi desplumado por completo, viéndola con sus ojos carecidos de brillo. Se encontraba sola, perdida ante la inmensidad del silencioso y peligroso bosque.

     Entonces, oye de repente unos pasos apresurados hacia ella. Levantando su mirada, se encuentra con la imponente figura de su madre, repleta de preocupación. De prendas finas y claras, llevando un castaño cabello ondulado y recogido por flores. La mujer no duda ni un instante más en acercarse a su lado y limpiar sus lágrimas, levantando su mentón con cuidado. La mirada de su madre era muy profunda a pesar de relajarse y esbozar una sonrisa, ablandando sus facciones. Algo muy especial resonaba cada vez que recordaba su nombre: ''Lúthien'', hija del crepúsculo.

     Pero en aquel momento, la bondad que aquella mujer emanaba le hizo a la pequeña estallar en lágrimas.

Eleonora: Yo no pude controlarme y...lo asesiné —dice con la voz ahogada, entre sollozos— ¿Por qué tengo que ser así...? 

     Su madre se queda varios instantes observando a su alrededor. 

Lúthien: Mi pequeña león...eso es parte de tu esencia, de tus genes. —tomando una hoja seca del suelo— Tienes un enorme poder dentro de ti. Y aveces... —cierra su puño, estrujando la hoja— solo tienes que dejarlo salir para conocerlo, y aprender a controlarlo.

Eleonora: Pero... —dice antes de quedarse nuevamente en silencio, viendo al ave. Mientras la sangre del cuerpo se escurre hasta caer sobre sus rodillas, suspira— soy también una elfa, y los elfos no hacen estas cosas. Ellos no actúan tan...

Lúthien: ¿Agresivos? —responde terminando su oración. Ve que ella asiente, poniéndose de pie— No siempre podrás actuar como un elfo común y corriente. No todos podremos encajar siempre en las reglas del mundo —acariciando su mejilla—. Pero eso no nos vuelve totales perdedores en el juego.

     En sus palabras, se sentía como si aquella frase fuese algo que supiese de verdad. Lúthien era una mestiza, hija de un demonio y una bruja que pactó con él. Aquellos abuelos que Eleonora apenas había llegado a conocer en fotos pero estaba segura de identificarse con ellos, y sobre todo, con su madre. Era la única con la cual encontraba un resguardo de aquellos sentimientos contraproducentes que sentía, con la que estaba segura que la entendería, con la que compartían los mismos poderes. O la misma maldición.

Eleonora: ¿Crees que encuentre algún lugar en el mundo, mamá?

Lúthien: Eso será difícil, será muy difícil para ti... —levantándose, mientras le extiende su mano— Te tomará mucho tiemplo, incluso hasta años...pero no es imposible. Sabes lo que dice tu padre, nunca dejes de esforzarte por cosas buenas para ti. Nunca te rindas, nunca dejes de seguir lo que haga vibrar a tu alma.

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