XVIII. Helena Urquiza

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Caminaba aturdida, nerviosa y desorientada, le dolía la mano de tanto arrastrar su maleta por la calle.
A pesar de haber estado fuera un tiempo, todo le parecía distinto. Realmente era ella la que se mostraba distinta, tanto había cambiado que ahora vivía bajo una nueva identidad, para no ser reconocida.
La joven no sabía muy bien que hacer, ni a quien acudir pues no podía volver a ver a sus seres queridos. La daban por muerta desde hacía diez años, si reaparecía de la nada podía armar un gran alboroto, y no era lo que precisamente buscaba en ese momento.
Así que agotada de caminar tanto, decidió sentarse en un banco, necesitaba descansar cuerpo y mente.
En ese instante se le iluminó la bombilla de las buenas ideas, y pensó en él.
En la única persona con la que había mantenido una amistad después del accidente. Sabía que poseía una residencia de estudiantes en el centro de la ciudad, no sabía la calle pero si el nombre del edificio, así que solo era cuestión de buscar en internet la ubicación.
En menos de unos minutos la joven se dirigió hasta la Residencia Kunst.
Nada más entrar por la puerta, se asomó lo más que pudo a la recepción de la residencia, y en ese momento le reconoció, pudo distinguir sus ojos oscuros y su gran sonrisa. Thiago al verla no podía creerlo, tantos años sin encontrarse, que parecía obra del destino verse de nuevo.
Los dos brasileños se fundieron en un abrazo muy íntimo, se extrañaban, quizá él más que ella, porque desde que conoció a Helena, se había enamorado perdidamente de ella, y de su angelical voz. Ella en cambio, sentía mucha admiración por aquel joven pero su corazón siempre pertenecería a Víctor Gutiérrez.
Aquella tarde no hicieron falta muchas palabras, solo unas miradas bastaron para darse cuenta que se echaban de menos. Ana todavía recordaba la primera vez que se conocieron.

- ¿Recuerdas cuando me dijiste que siempre que te necesitase podría recurrir a ti? Necesito tu ayuda Thiago...

- Ana para você sempre existe um espaço. - dijo Thiago con su acento portugués, tras saludar a su amiga. Estaba feliz de volver a verla.
Ya no era la adolescente que conoció años atrás, se había convertido en una mujer.

- Muito obrigada Thiago - respondió ella en su idioma natal.

- Estás muy distinta - dijo agarrando las manos de ella y más tarde acarició su mejilla, observando cada milímetro de su cara. Muy distinta - dijo nuevamente.

- Bueno tú tampoco eres el de siempre, hay que ver cómo te ha sentado de bien la madurez - dijo riendo con timidez.

- Pasa y nos tomamos un café, seguro que son muchas las cosas de las que me quieres hablar ¿no?

Helena tras llegar al interior de la residencia, pudo reconocer un olor proveniente de la cocina. Un olor que le recordaba a su vida, a su antigua vida.

- ¿Feijoada? - preguntó con algo de curiosidad mientras arrastraba su pesada maleta. Si cerraba los ojos, podía sentir como su madre le llamaba para que fuera a comer su plato favorito.

- Sí, Pietro es un excelente cocinero, luego te lo presento. - dijo el joven sacando a Helena de sus pensamientos. Ven pasa, estás en tu casa, voy a por un poco de café - dijo Thiago dirigiéndose a la cocina.
Helena en cambio caminaba por el salón, observando con todo detenimiento cada rincón de aquel lugar, sobre todo los cuadros y postales de los muchos lugares que había visitado su amigo.
De repente se detuvo, un piano de madera le llamó tanto la atención, que tras un acto de impulsividad se sentó y empezó a tocar una melodía, cada acorde se iba uniendo al siguiente y sin darse cuenta, comenzó a cantar un estribillo muy especial para ella y para su hermana pequeña, a quien llevaba sin ver diez años.

- Hacia mucho que no te oía cantar, ¿esa canción es nueva? - interrumpió su amigo con una bandeja, tras percatarse de la melodía que provenía del salón de la residencia.

- Es antigua, se la compuse a Bia - respondió Helena con emoción. Sentémonos allí, quiero contarte muchas cosas que han pasado - sonrío señalando el sofá azul de la residencia Kunst.

Thiago ofreció una taza de café a la joven Urquiza, y se sentaron en el sofá para conversar tranquilamente.
Tenían mucho de lo que hablar, sobre todo Ana, quién ya recordaba quien era pero resultaba tan doloroso pensar en su pasado, que no quería volver a esa vida, y había decidido seguir con su nueva identidad, para ocasionar menos problemas a los que le rodeaban.
Sabía que podía confiar en Thiago desde el primer día que le vio, bastó mirarle a los ojos para asegurarse que él jamás haría nada que la pudiera perjudicar. Era su aliado, su gran confidente, sabía que si él se encontraba cerca, nada malo podría ocurrir.

•••

¿Habéis visto todo lo que está pasando en la segunda temporada? Que locura en serio, pero como me está gustando el desenlace.
Espero que estéis bien, cuidaros mucho y no salgáis de casa, es por nuestro bien. Yo llevo casi 25 días en casa, es difícil sí, pero saldremos de esta.
Espero que os guste este especial Thiana, os mando muchos besos!

Me despido y hasta la próxima

SilviaClandestina

La Vida Te Devuelve//#DisneyBia// One - Shots #BiaAwards2019 #GoldBiaAwards2019 Where stories live. Discover now