Capitulo 11; La fiesta del gobernador

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Cuando Mariana desperto vio a Jorge vistiéndose, observo su bien formado torso que estaba descubierto mientras se ponía su camisa.  Decidió reaccionar, se incorporo un poco en la cama.

-Buenos días –Saludo a Jorge mientras se levantaba de la cama -¿Vas a salir?

-Si –el sonrió –Había pensado que podríamos cabalgar por la Hacienda ¿Qué te parece?

-Me encanta la idea –ella sonrió y se dirigió al armario para sacar la ropa de Leonardo

-Pediré a Graciela que nos prepare algo para llevar y desayunamos en el campo –Jorge se termino de abrochar la camisa y salio de la habitación

Mariana se refresco un poco y después se puso los pantalones, la camisa y las botas, se cepillo un poco el pelo y listo.  Bajo las escaleras y salio al jardín, aun era temprano, Leonor y Miguel no se habian levantado, camino hacia las caballerizas donde se encontró a Jorge hablando con Raúl.

-Buenos días Raúl –Ella se acerco a ellos

-Hola Mariana –el la miro de arriba abajo, no se acostumbraba a verla vestida como un hombre –Tu yegua esta lista

-¿Mi yegua? –Ella pregunto a Raúl pero el no respondió, sonrió y se marcho

-Si, tuya –Jorge se acerco sonriente –Parece que te ha tomado cariño y según creo ya le has puesto nombre ¿No?

-Si –ella rió –Cielo

-Muy bonito –el se acerco a la yegua -¿Te ayudo a montar?

Ella no respondió, le miro desafiante y después se subió a ella y le sonrió

-De acuerdo –El le guiño un ojo  y después subió a su caballo –Vamos

Cabalgaron juntos casi una hora hasta llegar a uno de los prados fuera de la Hacienda, donde Jorge propuso desayunar.  Mientras el ataba los caballos a un árbol, Mariana extendió el mantel en el suelo y comenzó a colocar la comida.  Jugo de naranja, manzanas, pasteles, fresas, pan y mermelada de frambuesa.

-Todo tiene una pinta deliciosa –Ella se sentó a un lado esperando que el se sentara al otro, pero no.  Jorge camino y se sentó junio a ella, casi rozándola con su aliento.

-Graciela es una gran cocinera –el sonrió mirándola –Le gustas

-A mi tambien me agrada ella –Mariana sonrió –Es una buena mujer

Jorge sirvió algo de zumo en los dos vasos y después cogio un pastel, mientras ella se decanto por las fresas.  El no podía apartar los ojos de los labios de Mariana, mordiendo aquellas sabrosas fresas de forma delicada.  Sin decir nada alargo una mano hasta la cara de ella, que le miro sorprendida y paso su pulgar por su boca, delineando sus sensuales labios.

-¡Jorge! –Un niño de unos siete años corrió hacia ellos y salto en cima de el, Marina miro la escena divertida

El juego del destinoWhere stories live. Discover now