Parte 23

16.4K 2.6K 715
                                    


Para el viernes por la mañana, tengo casi todo el maldito artículo de ligues completo.

Digo casi, porque todavía no estoy seguro si esto es lo que quiero mostrarle a Margaret, en realidad, no parece algo que yo escribiría y sé que Margaret va a notarlo. Desde ayer estoy dándole vueltas intentando encontrarle algún fallo por el que la jefa dragón pueda matarme luego... o en el peor de los casos, reírse mientras se toma una taza de café junto a satanás como me lo he imaginado todos estos días. Deseara que se le olvide el estúpido artículo, que me diga que ya no es necesario hacerlo, que vamos a publicar algo diferente porque esto le ha parecido una completa tontería —porque lo es, seamos sinceros—. Sin embargo, esa idea se va al carajo cuando me encuentro con ella frente a las puertas metálicas del ascensor y me dice:

—Y bien... ¿Cómo va tu artículo, Roger? —La miro solo un momento sin saber qué contestar. Habíamos estado algunos diez segundos sin decir nada mientras esperábamos que descendiera el elevador. Pero ella tuvo que cortar ese magnífico silencio con un: «¿Cómo va tu artículo, Roger?». Había notado que, por algún motivo extraño, Margaret desde hace un tiempo atrás me llama por mi nombre.

Toco el botoncillo que llama al ascensor, de nuevo, y sin querer mis dedos se rozan con los de la jefa dragón quién al parecer había pensado en hacer lo mismo. Quito mi mano enseguida y con indiferencia veo al frente. De reojo observo que Margaret me da un vistazo, pero paso de ella y me apresuro a contestar:

—Ya casi está listo. —Lo digo con una seguridad que yo mismo desconozco, sin pretenderlo hago contacto visual con ella a través del reflejo que nos devuelven las puertas de metal del elevador. La verdad que no le estoy mintiendo, sí había trabajado en el artículo por más de dos días y sí estaba casi listo. Pero, por supuesto, no mencioné que tal vez había recibido un poquito de ayuda, que ¿Cómo conseguir un ligue de una noche? tenía un autor intelectual y era una chica. Que tal vez lo único mío que llevaba era la narración porque fui muy cauteloso en ese aspecto. Margaret era capaz de distinguir entre algo escrito por mí y algo escrito por cualquiera otra persona. Según ella misma, de esa forma evitaba que fuese yo quien creara los artículos de Simon.

Tan así de bien lo conoce.

En fin, tan desesperado estaba por el bendito artículo de mierda que le permití a Kate ayudarme, aunque sabía que eso no estaba bien porque era yo quién se iba a quedar con todos los créditos. A ella pareció no importarle en lo absoluto, pero mantenerlo en secreto tenía un precio:

—Si me enseñas Jiu Jitsu prometo no decirle a nadie. —Me dijo, en ese momento yo estaba un tanto desconcentrado por culpa de ella misma quién se había sentado sobre mis piernas. Fue el lunes después de que Jonathan dejara de molestar y se largara finalmente. Después de que ella me dijo que iba a ayudarme con mi artículo no pensé que hablara en serio, confesé que no tenía ni una palabra y me senté frente a mi escritorio, me tomó por sorpresa cuando ella tomó lugar sobre mí. Al parecer no le importaba en lo absoluto estar en esta posición conmigo. Tengo que confesar que, incluso a mí, me estaba comenzando a gustar esa cercanía—. ¿Qué dices? Lo tomas o lo dejas.

Me reí, por supuesto, y también me arrepentí de haberle revelado que soy cinta negra en Jiu Jitsu. No logré sacarle de la cabeza querer aprender artes marciales... conmigo, aunque le repetí una y otra vez que tenía mucho de no practicar absolutamente nada. Ni siquiera a Simon había accedido a enseñarle, porque la única vez que lo intenté (que no fue una clase formal tampoco) terminó con una luxación en el hombro que él mismo se provocó pese a todas mis advertencias. La verdad es que... o Simon es un terrible aprendiz o yo soy un mal entrenador.

—No creo que seas mal entrenador. —Me dijo cuándo le comenté sobre eso. Todavía estaba sentada sobre mis piernas y dejó de ver la pantalla de mi computadora para girarse y volverse a mí. Así de cerca como estábamos—. Eres la persona más paciente que alguna vez haya conocido.

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora