Parte 24

16.6K 2.7K 645
                                    


Margaret había leído todo el maldito artículo sobre ligues completo, ahí frente a mí.

Ni siquiera me dejó irme a mi escritorio, ni siquiera me permitió moverme, ni siquiera pude ir por un poco de café para pasar ese mal rato —aunque estaba pensando quedarme encerrado en el baño todo ese tiempo, voy a admitir—. Margaret había decidido torturarme más a fondo, leyendo el maldito artículo en mi presencia para burlarse en mi cara, para decirme lo patético que le parecía, porque sé que aunque sean buenas palabras hace lo posible por ridiculizar mi esfuerzo, si no tiene errores entonces se los inventa. En eso Kate sí tiene razón, le he soportado demasiado a Margaret pero creo que algún día mi paciencia llegará a su límite.

Aunque hasta ahora, Margaret se ha quedado en silencio, ha leído todo el artículo —o al menos lo que tengo de él— sin ningún tipo de gesto, sin ninguna expresión que delate que aquello le estaba resultando terrible. Nada más se limita a concentrarse en aquellas páginas, se acaricia la barbilla y después me mira a mí. Sé que quiere decirme algo, sé que tal vez aquellas palabras que salgan de ella no sean nada buenas, quizá está pensando en todas las preguntas que tiene por hacerme y una de esas, estoy seguro, es si yo había escrito el artículo.

¿Qué voy a decirle si me pregunta eso? Ni siquiera puedo mentir sin sentirme completamente patético o miserable. Pone el documento sobre la mesa y cruza sus brazos sobre el escritorio después de acomodarse las gafas.

—¿Esto lo escribió Simon? —La escucho decir entonces. De acuerdo, no había pasado dos noches en vela agobiándome a mí mismo, tratando con aquel artículo tan cautelosamente para hacerlo sonar mío, como para que ahora Margaret crea que es de Simon.

—¿Qué? Por supuesto que no. —Entonces me mira fijo y casi entro en pánico. Sabía que aquellas palabras no sonaban mías, ni siquiera yo me miraría haciendo algo de lo que ahí estaba escrito, pero vamos ¿Simon? ¿En serio Simon? Simon escribiría cosas como «Fóllatela hasta el amanecer». Actúo con una seguridad que hasta yo mismo desconozco y me atrevo a decir—: Él y yo ni siquiera tenemos una narración parecida, tú misma lo has dicho.

Vale, si algo bueno tenía esto, es que no tengo que decir mentiras, tampoco es que esté diciendo la verdad pero al menos no le estoy mintiendo, Simon ni siquiera sabe de la existencia de este artículo. Pero bueno, si Margaret tanto se jacta de conocernos, es algo que ya debería saber.

—Parecen cosas que Simon escribiría, sí. —Hace una pausa, chasquea la lengua y vuelve de nuevo a tomar el documento y concentrarse en el artículo—. Pero con palabras más suaves. Me agrada como abordas el tema sin que suene algo vulgar. Por eso, también dudé que esas líneas provinieran de Simon. Aunque, siendo sincera, también dudaría que son tuyas porque no te imaginaría a ti, Roger Santana, ligando con una chica.

¿Entonces por qué diablos encargarme a mí específicamente un maldito artículo sobre ligues?

¡Por supuesto! Porque lo que ella quería era reírse a mi costa, tal como me lo había imaginado. Después de todo no era una exageración mía como Simon me había dicho, sí era mi sexto sentido avisándome de la catástrofe. Incluso se lo había dicho a Kate, el lunes, cuando todavía sentada sobre mis piernas y mirábamos la serie de palabras que ya había escrito, a mí ni siquiera se me hubiesen ocurrido aquellas letras y ella en un rato ya había terminado dos páginas completas. Le comenté que odiaba el artículo, principalmente porque ya conocía las intenciones de Margaret, además tuve que ser sincero:

—Yo no soy así. —Entonces Kate se giró hacia mí, todavía estaba concentrado en el documente y le hablé nuevamente. —¿Cómo es posible que a ti esto te resulte tan fácil?

¿Cómo (no) conseguir un ligue de una noche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora