Continuación personal de "Merlí: Sapere Aude"

Capítulo 91

Narra Pol

Abrir la puerta y ver a Alessandro y Francesca fue como un sueño. Después de aquel abrazo que nos dimos los cinco, con Mina incluida, Bruno bajó a hablar con Carmina. Había sido una de las artífices de la sorpresa y después de lo que había ocurrido con Bruno en Almagro... Tal vez fue su manera de enmendar aquel pequeño error.

Mina se quedó con Francesca en brazos, parecía como si se hubiesen enamorado a primera vista. Mina no dejaba de jugar con su pelo y darle besos, sin conocerla de nada. Los invité a pasar a nuestro pequeño pero a la vez gran salón. Cuando Alessandro vio a todos sin haberlos visto por foto fue nombrándolos.

Rai después de aquel momento dijo: "Está claro que Pol nos echó de menos en Milán, si no Alessandro no sabría ni nuestros nombres". Francesca empezó a reírse y dijo: "Os echó mucho de menos y ahora que os tiene, nos echamos de menos nosotros". Minerva dijo: "¡Por fin! Mina y yo hemos dejado de estar rodeadas por tanta testosterona".

Efra los invitó a sentarse en el sofá, que aunque pareciese pequeño cada vez se iba haciendo más grande. Ángel les trajo unos platos para que se sirviesen las pizzas y dijo: "No son como las de Italia, pero se pueden comer".

Les pregunté hasta cuando se quedaban y Francesca dijo: "Hoy es viernes, bueno ya casi sábado. Nos vamos el lunes a primera hora". Bruno apareció y dijo: "Bueno, contarnos qué tal ha ido la Ruta 66". Alessandro y Francesca dijeron: "Han sido los quince días más alucinantes de nuestras vidas. Os la recomendamos y luego quedaros unos días más en Los Ángeles y Santa Mónica en la playa".

Rai empezó a hablar del Gran Cañón del Colorado. Fue cuando Alessandro sacó su cámara de fotos y preguntó sí queríamos ver las fotos. Biel colocó la televisión y dijo: "Ya estáis tardando. Aquí nos conocemos todos las caras. Necesitamos ver cosas nuevas".

Cada uno estaba en su lugar, yo andaba sentado en el suelo mientras Mina me despeinaba tumbada en el regazo de Ángel, Minerva y Alessandro. ¡Ay qué ver lo que le gusta hacerme eso! Bruno estaba con Francesca hablando de sus cosas. Me sorprendió ver como no conociéndose Alessandro y Francesca con el resto, se integraron a la perfección. Parecía que se conociesen de toda la vida.

Estuvimos hasta las tantas con ellos. Mina hacia las doce y media acabó dormida en los brazos de Francesca. Bruno la bajó a su habitación con cuidado que no se despertara. Alessandro y Francesca se quedaron a dormir en casa, Sacamos un colchón inflable que teníamos y lo pusimos en el salón.

Al día siguiente Gina vino a recoger a Mina a primera hora de la mañana. Obviamente montó un show porque no se quería ir. Bruno acabó convenciéndola con los aviones de papel y en dos días volvía al colegio y, como mandaba la tradición, la acompañaría.

Aquel día lucía el sol de manera espléndida. El cielo estaba completamente limpio sin ninguna nube y el calor junto con la humedad hacían que en Barcelona no se pudiese estar. Así que no había mejor plan que irse a la playa, en esta ocasión fuimos a un pueblecito de la Costa Brava llamado Cadaqués.

Está a unas dos horas y cuarto en coche, pero para mi gusto es uno de los pueblos con más encanto de aquella zona. Además había que darle una sorpresa a Francesca que haría que fuese feliz.

Lo primero que hicimos cuando llegamos fue aparcar el coche, es una locura si no. Visitamos el casco viejo del pueblo, con sus calles encaladas y mirando hacia el mar. Había rincones en los que si no nos hacíamos una foto no éramos nosotros. Llegamos hasta la Iglesia de Santa María en lo alto de pueblo, subir aquellas calles empinadas y estrechas nos recordaba a Como, a Bérgamo e incluso al pueblo de Francesca en Cerdeña.

Visitamos la Iglesia y pudimos ver una imagen preciosa de la bahía e incluso al ser el día tan espectacular pudimos ver el islote que hay justo enfrente de Cadaqués y que se le conoce como "Es Cucurucuc". A la hora de comer comimos en uno de los chiringuitos que hay a pie de playa, un delicioso arroz negro.