𝕺𝖈𝖍𝖔

910 102 56
                                    

San estaba en la mesa, sentado frente a Wooyoung. Los dos bebían algo de té de manzanilla preparado por el más mayor de los dos, que era el Omega.

El pequeño Hyun jugaba fuera con una pelota que le regaló su Hyung. Constantemente le vigilaban por la ventana o salían a ver qué hacía.

Habían pasado un par de semanas y Wooyoung venía todos los días junto a su mejor amigo, así decía el pequeño. Para Hyun, Wooyoung era su mejor amigo.

— Wooyoung. — Habló el Omega dejando su tacita humeante encima de la mesa. El Alfa al escuchar su nombre le prestó atención. — Quería darte las gracias.

— ¿Las gracias? ¿Por qué?

— Por todo. — Dijo mirándolo. Claro que San le seguía guardando algo de rencor pero debía admitir que el Alfa había hecho un esfuerzo. — Si no fuera por tí seguramente él no seguiría aquí.

San observó a su pequeño jugar fuera. Estaba muy feliz, su pequeño había ganado peso y le agradecía a Dios por eso. Si no fuera por Wooyoung el pequeño hubiera muerto de hambre o San se hubiera visto obligado a dejarlo en el Orfanato como tenía planeado hace meses.

Sannie no tienes que agradecerme nada. No me arrepiento de haberlo hecho, ese niño es un solecito. — Dijo con una sincera sonrisa. Había estrechado un hermoso vínculo con ese niño.

Wooyoung abrió la boca para hablar cuando fue interrumpido por el pequeño que entró corriendo y gritando dejando su pelota de lado.

— ¡¿Bebé, que pasa?! — Preguntó el Omega por ver a su pequeño tan asustado.

— ¡Me tragué una mariposa sin querer! ¡La noto dentro de mí! Escucha mis pensamientos ¡Me roba los sueños! — Dijo el pequeño rubito llevándose las manos a la cabeza asustado.

Ambos adultos no pudieron evitar reír. Tanto por la reacción del pequeño como al recordar cuándo tenían su edad, a saber cuántas veces se habían tragado un insecto sin querer.

Wooyoung tomó al pequeño en sus brazos, sentándolo en sus piernas.

— Tranquilo pequeño, no te ocurrirá nada. — Dijo acariciando su cabecita para tranquilizarlo pues se veía realmente asustado.

— ¿Seguro? — Preguntó mirando a ambos adultos. Que le asintieron, si los mayores lo decían debían tener razón. — Appa, hay un señor fuera. Pregunta por tí.

San se extrañó, ¿Quién podría estar buscándole?

— Cariño, ¿Le puedes decir que entre? — Preguntó el Omega. El pequeño asintió y saltó de los brazos de su Hyung para  salir fuera.

El Omega estaba atento a cualquier cosa. Le había explicado a su bebé que si estaba con un extraño e intentaban hacerle algo malo gritase su nombre, para que él se diera cuenta.

No escuchó nada. En cambio su pequeño entró, seguido de un Omega de pelo blanco y ojos miel. ¿Como no lo iba a reconocer?

— ¡Hyung! — Gritó San muy feliz acercándose al peliblanco y dándole un abrazo. Hacía años que no le veía. — ¿Cómo estás?

— ¡Muy bien! Cuánto tiempo, estás genial. ¿Es tu pequeño? — Preguntó mirando al niño que se escondía detrás de su Appa, avergonzado. San asintió y el peliblanco se puso a su altura. — Hola nene, yo soy Hongjoong.

El pequeño miró a su Appa, esperando una respuesta ya que con su mirada preguntaba que quién era.

— Es un amigo mío. Saluda. — Dijo sonriendo. Hyun salió de su escondite.

— Hola. — Dijo mirando hacia sus piececitos. El peliblanco sonrió enternecido, que niño tan lindo.

— ¿Cómo te llamas? Y, ¿Cuántos años tienes? — Preguntó sonriéndole, haciendo que el rubito cogiera confianza.

— Me llamo Hyun y tengo estos. — Dijo levantando tres de sus cinco deditos, recién estaba aprendiendo a contar.

— Ya eres todo un chico grande.

— Hyung, ¿Qué hace en el pueblo? — Preguntó San cargando a su hijo.

— Vine a hacer negocios, me quedaré un tiempo. — Dijo sonriendo, miró al pequeño — ¿Te apetece jugar conmigo a la pelota?

El pequeño sonrió, ¡Tenía otro amigo! Tenía dos amigos, tres si contaba a su peluche. Eran muchos para él, nunca tuvo tantos. Se removió en los brazos de San que lo dejó en el suelo y salió con su nuevo Hyung a jugar fuera.

Wooyoung se mantuvo alejado y callado, aquel chico de pelo blanco ni se dio cuenta de su existencia.

— Perdona por dejarte solo. — Dijo el Omega sentándose de nuevo en la mesa. El Alfa hizo un movimiento con su mano restándole importancia.

— Quería proponerte algo.

— ¿Mm? ¿El qué? — Preguntó curioso.

— ¿Te apetece salir a cenar?

放棄ABANDONO ⟨Woosan⟩Where stories live. Discover now