Te invito a una fiesta

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—¿Qué edad tienes?— pregunté cuando arranqué mi auto. La verdad tuve esa duda desde que lo vi, porque su actitud y su rostro confundían bastante.

Él se encogió de hombros, jugueteando con la manija de la guantera.

—Dieciocho.

Frené demasiado brusco en el siguiente semáforo, volteé a mirarlo y él estaba haciendo puchero. No era que yo fuera demasiado mayor a él, era que no me esperaba que fuera tan cercano a mi edad.

Esperaba escuchar, no sé, dieciséis o quince. No dieciocho.

—¿Y cómo terminaste ahí?— habré puesto una cara de espanto como de señora cuarentona, porque él comenzó a reír. —Yo a tu edad tocaba timbres, salía corriendo y ya me sentía malo.

—No exageres— Jisung resopló, acomodándose el cabello después con la mano izquierda—. ¿Qué edad tienes?

—Veinte.

—Ahí está— él chasqueó la lengua—. Dudo que eso fuera lo más malo que hacías. Además traes dos perforaciones.

—Créeme— Jisung alzó ambas cejas antes mis palabras—. Soy un friki, ¿Qué no ves? Hacerme estos besos de mariposa fue un gran reto.

—No pareces friki.

—Los frikis quitamos la memoria del pc sin darle en "Extraer de forma segura" y nos sentimos Ted Bundy— comenté dando la vuelta en una calle y lo escuché reír. Pero lo que yo decía era verdad, los frikis no tenemos mucha emoción en nuestras vidas.

Lo más cercano a eso que me había ocurrido era lo de hoy, estaba ansioso por contarle a mis amigos que fui a recoger a alguien a la estación de policía.

—De todas formas— él me indicó por qué calle entrar y lo hice, carraspeando después—. No me respondiste, ¿Qué hiciste?

Por alguna razón, yo deduje la razón antes de que me la dijera.

—Estaba en casa de un amigo, en una fiesta— Jisung volvió a encogerse de hombros—. Algún vecino llamó a la policía porque estábamos haciendo mucho ruido.

—¿Y qué se siente?— Jisung encarnó una ceja y yo me sonrojé—. Tú sabes, ir a una fiesta y terminar en la cárcel.

—¿Nunca has ido a una fiesta?

—No.

—Te invito a una— primero pensé que era una broma, pero en el siguiente semáforo Jisung me sonrió. —será divertido.

—Acabamos de conocernos— reí al decirlo, sintiendo al mismo tiempo que era inapropiado comentarlo.

Porque de alguna forma sentía que lo conocía.

—No importa— lo vi chasquear la lengua, arranqué de nuevo y él comenzó a buscar algo en sus bolsillos—. Me sacaste de la estación, podría incluso venderte mi alma ahora mismo.

En el siguiente semáforo por fin vi lo que Jisung buscaba, un cigarrillo, el cual se colocó entre los labios antes de continuar buscando en sus bolsillos.

Recordé vagamente que Jeno había dejado su encendedor en el portavasos, así que lo busqué a tientas y se lo extendí, Jisung murmuró un agradecimiento y procedió a encenderlo. Yo bajé la ventanilla y él sopló el humo hacia afuera.

Pronto llegamos a una casa con fachada blanca y un enorme portal negro, con todas las luces de adentro apagadas, a excepción de una de las habitaciones de hasta arriba, donde se notaba que había alguien despierto. Jisung maldijo nuevamente en voz alta y yo sonreí.

—Gracias por traerme— me dijo él en voz baja, yo asentí.

—De nada.

Second life ➵ RenSungWhere stories live. Discover now