Epílogo

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—Sí sabes que no te va a morder, ¿Verdad?— me preguntó mi mejor amigo, mirando mi indecisión detrás de una columna ante la idea de decirle a mi vecino que me gusta.

—No me molestaría que lo hiciera, la verdad— soltó mi boca sin dejarme pensar lo que iba a decir.

Muchas veces mi boca floja me ha ocasionado problemas, tiene la costumbre de soltar cosas sin consultarme sí quiero decir eso o no, todavía trabajo en arrelgarlo, aunque es difícil adelantarme a mi boca.

El día de San Valentín era todavía muy importante, generalmente muchos se confesaban en ese día, aunque eso no aseguraba que fueran a ser correspondidos. En realidad, la mayoría lo era, pero no duraban mucho tiempo y yo no deseaba eso, así que sólo le diría que me gusta y ya, nada más.

Mi mejor amigo me dio un codazo que me sacó un quejido.

—No digas esas cosas en medio de la calle, Donghyuck— me reprochó, mirando hacia todos lados como si alguien de repente fuera a aparecer y regañarnos.

—Oops— gruñí, solté el aire que no sabía que estaba conteniendo y volví a mirar hacia el chico de mis sueños, que hablaba con sus amigos y parecía que no se alejaría de ellos nunca.

La primera vez que lo vi, cuando me mudé al barrio hace tres años, me di cuenta de que, por alguna razón, no me era tan desconocido como pensé que sería.

Sentí que ya lo conocía de algún lado, y no fui el único, porque él se la había pasado evitándome desde entonces, como si yo fuera un infectado de algún apocalipsis zombie o algo así. Pero aquel día era el día, iba a pedirle que nos hiciéramos amigos.

No teníamos nada que perder ante esto y, aunque lo tuviéramos, me arriesgaría completamente. Shotaro me empujó en el momento en el que vacilé un poco y terminé chocando contra el amor de mi vida, sus amigos comenzaron a reír.

—Lo siento, lo siento, en serio, perdón— me apresuré a disculparme y sus amigos continuaron riéndose, lo cual hizo que mis mejillas se pusieran coloradas y di un paso hacia atrás. —y-yo sólo iba pasando y ya me... Ya me iba.

Di otro paso hacia atrás cuando Shotaro llegó a mi lado, me puso un brazo alrededor de los hombros y comenzó a hablar.

—En realidad, mi amigo quería hablar contigo, sunbae— por alguna razón, Shotaro remarcó excesivamente su acento japonés y yo le di un codazo, pero él continúo sonriendo—. ¿Te importaría concederle unos minutos?

Taeil nos miró, sobre todo la forma en la que el brazo de Shotaro seguía alrededor de mis hombros.

Tuve el impulso de quitarlo, pero es mi mejor amigo y Taeil no tenía ese poder sobre mí, así que sólo esperé su respuesta, con la cara todavía roja. Al final, Taeil asintió, con el rostro aún inexpresivo y caminando hacia mí mientras sus amigos se reían.

Lo seguí casi como sí estuviera hipnotizado, él era mayor que yo, por seis años, y sé que sonaba tremendamente abismal la diferencia, pero no lo era tanto.

O sea, hace tres años sí era muy grande la diferencia, ahora ya casi no se notaba. Aunque quizás esa era la razón por la que huía de mí siempre, no lo sé, actualmente yo tengo diecinueve y él veinticinco, estoy seguro de que ahora podríamos, aunque sea, ser amigos.

Aunque, de nuevo, mi boca soltó lo que quiso y ni siquiera me dijo "Oye, pero ¿Sí decimos eso?".

—Creo que te conocí en una vida pasada— dije apenas nos detuvimos a unos metros lejos de sus amigos, pero aún a la vista. Me volví a poner rojo y me cubrí la boca, él encarnó una ceja—. Es... Es decir, bueno, sí creo eso, pero... Pero no iba a decir eso.

Él detuvo mi "vómito verbal" alzando la mano y yo me callé más rápido que cuando mi mamá me pide que me calle.

Creí que se burlaría, estaba mirándome con el rostro demasiado serio, yo tenía la lengua entre los dientes y él parecía imperturbable.

Sin embargo, se rio.

—Yo también lo creo— tenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, dio un par de pasos para acercarse a mí y me sonrió abiertamente—. Bueno no, no lo creo, estoy seguro. Te evitaba por eso, creí que... No sentías lo mismo que yo.

—¡Claro que lo siento!— exclamé lanzándome a abrazarlo, él se rio de nuevo y me correspondió el abrazo.

Entonces concluí que definitivamente yo ya lo conocía, tal vez no de esta vida, tal vez de una anterior.

Tal vez estábamos en alguna de todas las vidas que nos tocará vivir.

“El tiempo siempre es escaso para los que lo necesitan, pero para los que aman, dura para siempre”.

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Y este es oficialmente "El final", entre comillas porque como vieron, por la temática de la historia, en realidad nunca hay un fin en esta historia de amor.

Renjun y Jisung se reencuentran y se aman en todas sus vidas y, en el epílogo, les tocó ser el Taehyuck. Gracias por leer a mi bebé y darle tanto amor, ¡Lxs amo! 😘
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Second life ➵ RenSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora