❝ 𝓒 𝓐 𝓣 𝓞 𝓡 𝓒 𝓔 ❞

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[ Will ]

Había pasado ya bastante tiempo desde la ida a Hawkins, ya nos encontrábamos en casa nuevamente.

Pero hubiera deseado que las vacaciones jamás hubiesen terminado, y no por el hecho de tener que volver a la escuela, eso no me importaba realmente.

Si no por el hecho de que toda la situación se había complicado desde que llegamos.

Claramente mi familia ya sabía con certeza que era gay, pero Eleven no dejaba de molestarme con eso. Y a pesar del prolongado tiempo que había pasado, hasta la fecha, aún seguía enfadada conmigo por "haberle quitado su novio".

Tan molesta estaba que se había inventado toda una historia demasiado lejos de la realidad sobre Mike y yo nada más para contárselo a Cooper.

Y si, terminamos.

No puedo olvidar la felicidad de aquella desgraciada al enterarse de la noticia.

Aunque su plan fue realmente malísimo, por parte había logrado que Cooper me odiara, pero por otra me había facilitado terminar mi relación con él porque ya no me sentía cómodo en ese estado.

─¿Viste mi labial, torpe?─dijo Eleven entrando a mi habitación en un azote de puerta.

─¿Por que lo tendría?─le respondí de mala manera.

─No lo sé, tal vez ya pasas al siguiente nivel y directamente te conviertes en mujer.─me miró despectivamente.

¿Acaso esa era Eleven? Pues no lo parecía... ¿En que cosa repugnante se había convertido?

─Ya déjame tranquilo, ¿que problema tienes?─le dirigí una mirada cansada.

─¡Me quitaste a mi novio, imbécil!─gritó haciendo que brincara un poco del susto, no me esperaba que gritara ─Ya recordé donde deje mi labial, se lo di a tu ex.─rió intentando hacerme sentir mal.

─No lo creo, mejor busca donde tus poderes... ah espera... ni siquiera sabes donde quedaron.─ dije por último echándola de mi espacio y cerrando la puerta con llave.

Así era todos los días, y mucho peor.

Realmente no tendrían que importarme sus comentarios.

Mike me decía eso.

Pero ¿En serio podría dejarlo pasar todos los días? Sus amenazas eran constantes, y me encantaría decir que que no hacían efecto, pero era todo lo contrario.

¿Acaso no se cansaba?

Debía encontrar cuanto antes una forma de apaciguarla, aunque sea por unas semanas. Y sabía que no sería fácil, pero valía la pena intentar.

Pasé horas pensando el plan perfecto para poder contraatacar a Eleven, pero luego de mucho tiempo me rendí y decidí ir a despejarme un rato.

Iba caminando por la calle cuando a lo lejos pude divisar a un cartero.

El hombre avanzó un par de metros más y seguidamente se detuvo a depositar correspondencia en uno de los buzones. La nostalgia se apoderó de mí cuando lo noté.

Sinceramente no podía olvidar aquel momento en el cual esa perra había quemado todas las cartas que habíamos redactado. Había sido realmente triste... si tan solo nunca hubiera entrado al cuarto de Mike...

Espera... ¡Eso es!

¿Y si mantenía mi integridad robándole algo que le importara demasiado?  

Me apoderaría de su pertenencia más valiosa, y podría amenazarla con estropearla si me molestaba.

No tenía ni siquiera una idea de que era lo que iba a encontrar allí, pero debía hacerlo.

Quería hacerlo.

***

Espere el momento perfecto durante días hasta que por fin ella tuvo una salida con sus amigas.

No escuché a donde pero conociéndolas, iban a regresar hasta la noche. Me podía tomar mi tiempo buscando. Mi madre se encontraba en la sala, Jonathan en el trabajo.

Era como si el mundo quisiera que hiciera eso.

Entré a su cuarto y su perfume de lilas invadió mis fosas nasales. Ella siempre oliendo bonito, era envidiable aún en un día de mucho calor ella siguiera oliendo a paz y tranquilidad.

Aunque podía ser una tremenda bruja.

Ignoré el olor y cerré la puerta tras de mi. Caminé alrededor del cuarto, fijándome en los lugares más recónditos.

No era un lugar desordenado, estaba en un punto intermedio, y era agradable y femenino a la vista. Abrí su closet, donde sólo encontré su ropa colorida. Me fui a la cama, levanté las cobijas...

Nada.

Había una mesita de noche al lado de esta, acompañada con un mini cajón en la parte de abajo. Lo abrí encontrándome con varias pulseras de colores vividos. Las removí buscando al fondo, para mi sorpresa había muchas fotos.

Admito que si no hubiera movido las pulseras no habría visto las fotos.

Buen escondite, Jane.

Saqué las fotos acomodándolas, la primera era una de Mike. Rodé los ojos. El estaba sonriendo abiertamente, pero pude notar en sus ojos que la sonrisa era más falsa que la muerte de Hopper.

(Es broma, sorry)

A el jamás le habían gustado las fotos.

Sonreí un poco de lado apreciando su rostro, el era tan lindo. Cambié de foto y pude ver a Jane sola, sentada en las escaleras de esta misma casa. Cambie de foto, esa si me interesó...

Eran y ella y Max riéndose, sus cabezas estaban muy cerca y lucían unidas. En la otra foto ya no estaba riendo, pero tenían ambas una ligera sonrisa mientras se veían directamente a los ojos.

Pase a la siguiente. Ella y Max a centímetros de distancias.

La penúltima era de ellas unidas por eso beso.

Ahora si que me sorprendí, solté un jadeo de impresión y luego me reí levemente, en la foto Jane no se notaba forzada ni nada de eso.

Tenía una sonrisa feliz.

Pase a la última y rodé los ojos.

Era yo dormido.

Ella le había escrito un par de groserías a la foto, como dirigidas a mi. La maldije por lo bajo. ¿Cuando me la había tomado esa estúpida?

Eso me hizo querer vengarme aun más.

Tomé las fotos con Maxine y las coloqué en la bolsa trasera de mi short.

Era hora de la verdad.

LaEscritoraPerrona y

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And if I write you a letter? [Byler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora