Candidatos

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El fin de semana paso sin ninguna complicación o novedad, tanto Yuuri como Yura habían estado ordenando el viejo sótano que pronto se convertiría en la sala de lavado. Desgraciadamente el dinero de la renta del departamento de Yuuri que el omega pensaba ocupar para la remodelación de la casa paso a suplir el desfalco de la cuenta que Yura había dejado con la increíble cantidad de 2 600 rublos. Por lo tanto, como parte del castigo el adolescente tendría que limpiar y adecuar el sótano para que fuera habitable.

En medio de un sinfín de muecas llenas de asco Yuri consiguió dejar limpias las paredes y el suelo que parecía tenía años que no eran ocupadas y por lo tanto estaban llenas de polvo y telarañas, habían sacado como tres toneladas de basura y todo ello le toco realizarlo con la estricta vigilancia del omega que lo hacía regresarse al mismo espacio si consideraba que no estaba bien limpio. Para cuando llegó la noche del domingo estaba muerto de cansancio y con unos cuanto traumas y moretones ya que para rematar una rata había hecho su nido aprovechado el abandono de la habitación y a él le toco hacerse cargo del problema luego de que Yuuri saliera corriendo escaleras arriba.

Lo único rescatable fue que el trabajo pesado había terminado, ya solo faltaba que resanaran y pintaran las paredes cosa que podrían terminar en el siguiente fin de semana según Yuuri, su abuelo se encargaría de cambiar la instalación de luz de acuerdo a las observaciones que el omega le había platicado en el transcurso de la semana. Y con el tiempo irían agregando muebles y estantes para las conservas que al abuelo le encantaba hacer pero que con los problemas económicos había perdido la costumbre de preparar pues el dinero solo alcanzaba para lo básico. A Yuri se le aceleraba el corazón al contemplar como su abuelito volvía a hacer planes para el futuro y parecía recuperar un poco de vivacidad que había perdido en los últimos años.

El lunes por la mañana se levantó más temprano que de costumbre, cuando su abuelo habituado a madrugar entro en la cocina se sorprendió de encontrar a su nieto en la mesita del desayunador comiendo cereal mientras repasaba sus apuntes con evidente nerviosismo.

- Tan temprano te has levantado, sí que son importantes esos exámenes ¿no?

- Si no los paso, perderé la beca – murmuro sin despegar los ojos de la libreta, para enseguida meterse otra cucharada de cereal a la boca- los maestros se negaron a darme asesorías y como no estuve asistiendo a clases no tenía idea de algunos temas, así que todo depende de lo que pude aprender por mi cuenta.

- No hables con la boca llena, Yuri- lo riño el mayor- estoy seguro que te irá bien no por nada conseguiste esa beca en primer lugar.

Cuando Yuuri bajo esa mañana el adolescente ya le esperaba en la puerta, asombrado de no tener que gritarle que se apurara o llegarían tarde cogió su portafolios y se despidió del anciano avisándole que no tardaría y que le esperara para desayunar. Media hora más tarde daba inicio una de las semanas más demandantes de su corta vida, tendría que presentar muchos exámenes y tenía que prepararse solo.





Los chicos elegidos para posibles acompañantes se presentarían ese lunes a las cuatro de la tarde en el domicilio del omega, al menos eso fue lo que dijo la señora Babicheva antes de despedirse el día que realizaban el contrato nuevo. Era lunes a veinte minutos para las cuatro y Yuuri no podía contener el nerviosismo que amenazaba con consumirlo, una cosa era aparentar seguridad frente a un adolescente irascible al que podías distraer fácilmente con cualquier comentario fuera de lugar y otra mentirse a sí mismo fingiendo una seguridad que estaba muy lejos de sentir.

Las cosas no eran tan sencillas como Yuri seguramente pensó que lo serían, no sólo se trataba de un omega que estaba pasando por el rechazo de su alfa, estaba premiado del mismo y que ahora tenía que bajar sus defensas para permitir que un montón de gente nueva, todos ellos alfas, ingresaran en su círculo de confianza tan solo porque una empresa privada le aseguraba que eran confiables. También estaba la propia personalidad reservada e introvertida de Yuuri, el pelinegro estaba consiente que no era de esas personas que se abrían fácilmente ante los desconocidos, muy por el contrario, establecer algún tipo de lazo le llevaba más tiempo del que muchas personas estaban dispuestas a gastar y ahora que tenía que convivir y aceptar que un completo desconocido invada su comodidad, su zona segura o que toque su cuerpo le ponía por demás nervioso y un poco inseguro de si continuar con esto era lo correcto.

Ultimátum OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora