Familia

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 Los pocos recuerdos que Víctor tenía de sus padres estaban llenos de lo mucho que se amaban y lo felices que eran uno alrededor del otro. De vez en cuando los sueños le llevaban a su mente imágenes de la cabellera plateada de su madre colgando sobre su rostro mientras besaba a su padre quien le sostenía en sus brazos y le leía un libro. O de las veces en las que se bañaban todos juntos en la bañera, recordaba el cuerpo delicado de su padre, su piel color durazno y sus labios rosados que le llenaban de calidez cada vez que lo besaban. La fuerte risa de su madre que parecía invocaba las tormentas tanto que incluso llegaba a asustarlo, los regaños del omega rubio prodigados a su madre cuando eso sucedía y la facilidad con que los besos calmaban el mal humor.

En esas ocasiones despertaba lleno de zozobra, caminaba a media noche por aquella casa de altas paredes y terminaciones lujosas esperando a que la angustia menguaran y los temblores se sus manos se calmaran lo suficiente. Víctor tenía un buen recuerdo de su infancia, de aquellos días en los que el amor llenaba las paredes de su pequeña casa a las afueras de la cuidad de Kémerevo, en que las risas pintaban de colores cálidos los muros algo agrietados de la cocina. Tal vez en aquel entonces carecía de todos los lujos de los que ahora gozaba, no eran pobres pero tampoco tenían las ventajas que el apellido de su madre les habrían asegurado más él hubiese preferido seguir comiendo sopas de verduras y bollitos recién hechos, o durmiendo todos juntos en la única habitación de su casa con tal de que su familia no se hubiese roto tan abruptamente como lo hizo.

De niño podía no haberlo entendido, el por qué su madre se veía cada vez más pálida y delgada producto de un trabajo explotador como el de las minas de carbón al que poco podía estar acostumbrada la heredera del apellido Nikiforov más preparada para dirigir una empresa que a respirar oxígeno a trescientos metros bajo tierra. EL niño que era había ignorado que la vida de su madre se desvanecía con cada día que bajaba por aquel túnel, respirando los gases tóxicos y polvos finos propios de cualquier mina y que las mascarillas que le brindaban no hacían mucho por proteger la salud de los mineros a largo plazo, lo había ignorado por que era tan solo un niño de siete años que en lo único que era capaz de fijarse era en las sonrisas que compartían mientras preparaban la cena, el tiempo que le dedicaba su madre después de su largo día de trabajo con tal de que aprendiera inglés o las tardes de invierno en que su padre lo llevaba al lago congelado para patinar cogidos de la mano. Lo había ignorado porque era un niño feliz, era feliz porque tenía a su familia.

Hasta que su mamá murió por culpa de un derrumbe en uno de los túneles, quitándole los pocos años que de vida que las malas condiciones laborales producían y que todos conocían pero que de las que nadie hablaba hasta que el desastre nacional que sumió a toda Rusia en un minuto de silencio evidenciando por fin los males de una de las industrias más grandes del país. Un minuto de silencio para las víctimas fatales en una de sus principales ciudades mineras y que dejo a decenas de familias destrozadas y a la deriva, entre ellos Víctor y su padre, un silencio que a nadie le servía.

Pocos son los omegas que logran sobrevivir a la pérdida de su alfa, aun menor es el número de enlaces destinados que soportan el rompimiento, su padre aguanto la ruptura de su vínculo cinco años más solamente aferrándose a su cachorro.

El paso del tiempo desde entonces se volvió pesado para ambos, el largo cabello rubio lleno de brillo que su padre siempre mantuvo fue debilitándose y perdió brillo hasta quedar completamente opaco, el cuerpo ligeramente rellenito adelgazo tanto que sus huesos se notaban a simple vista, las cálidas manos de su padre omega ahora estaban siempre frías producto de las largas jornadas lavando ropa ajena aun en medio del invierno, pero el cambio que más recordaba eran como esos ojos grises dejaron de brillar la misma tarde en que su padre supo que mamá había muerto muchas horas antes de que nadie les avisara del derrumbe.

Ultimátum OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora