Licor de arroz y canela

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Seung Gil era todo lo que a Yuuri le gustaba en un hombre antes de conocer a Víctor, no en un alfa sino en un hombre. Era alto, de constitución delgada con músculos un poco más definidos que los suyos si lo que dejaba ver sus camisas era cierto, de tez clara y con esa seriedad enigmática que tanto le atraía en las personas. También olía muy bien, a licor de arroz y canela ¿Qué cómo sabía exactamente que ese era su aroma? Bueno, Yuuri había cocinado lo suficiente como para identificar algunos ingredientes tan sólo por su olor.

Se había presentado en la tarde del sábado vestido con unos pantalones color caqui y camisa blanca remangada hasta los codos, un suéter de esos con rombos sobre los anchos hombros y el cabello ligeramente despeinado gracias a los fuertes vientos que azotaban esa parte de la ciudad y que declaraban el inicio de la primavera. Su rostro serio apenas y elevo las comisuras de sus labios en una pequeñísima sonrisa y en sus manos sostenía una canastilla llena de las galletas preferidas del omega (cosa que encanto aún más al japonés pues demostró que el alfa había puesto atención a cada una de sus palabras) que emocionaron un poco de más el ánimo de la familia.

El alfa también conservaba muchas de las costumbres orientales de Yuuri, se quitó los zapatos en el recibidor y cogió uno de los pares nuevos de sandalias que se encontraban en el zapatero no antes de pedir permiso, saludo con una ligera inclinación a Nikolay, reconoció la presencia de Yurio como alfa dominante dentro de ese hogar desviando la mirada y mostrando un poco su cuello. Claramente con ese simple gesto le cayó mucho mejor a Yuri que JJ, el adolescente estaba en las nubes creyéndose el macho alfa del hogar e invito al coreano a sentarse con él mientras Yuuri preparaba la comida y le sirvió un zumo de manzana en un bonito vaso de cristal que guardaba su abuelo para celebraciones importantes. Ni Yuuri ni Nikolay pudieron retener la sonrisa genuina que la actitud del más joven les causo.

Los fines de semana se daban el lujo de comer en el pequeño patio trasero que contaba la propiedad, disfrutando del aire libre que aquel día amenazaba con llenar de tierra sus alimentos. Ese día como todos los fines de semana le tocaba cocinar al japonés quien más que orgulloso de su buena sazón deleitaba a su familia con platillos típicos de su tierra, esa habilidad como muchas otras la había aprendido por obligación porque todo buen omega debía complacer a su alfa con buena comida, además al vivir en el osen estaba obligado a ayudar en las labores cotidianas y Yuuri de verdad odiaba todas aquellas que le pusieran en contacto con alfas sobrevalorados así que la mayor parte de su tiempo la paso en la cocina ayudando a su madre. Ese tarde en específico habían cocinado tempura acompañado de yakimeshi, Yuri ya había arreglado la pequeña mesa de jardín despegable mientras Seung sacaba las sillas del comedor.

La comida transcurrió en un cómodo silencio que todos agradecieron luego del bullicio que generaba la sola presencia de JJ, en cambio la compañía del coreano era ligera, comía en silencio pero respondía amablemente cada vez que le hacían una pregunta o se integraba a la plática con soltura sin tratar de acaparar la atención de nadie, tal vez por eso Yuuri no se percató del ligero aroma a canela que se percibía en el ambiente y que poco a poco hizo que sus hombros se destensaran. Cuando llegó la hora del postre fue el propio coreano quien dándole un ligero masaje en los hombros impidió que se levantara de la mesa y fue por las copas llenas de helado que esperaban en la nevera, Seung ya había tenido casos complicados con anterioridad, omegas que como Yuuri reconocían en su ex pareja al padre de su cachorro y que por lo tanto complicaban el proceso de adaptación porque veían en su acompañante a un alfa invasor. Por eso su estrategia de trabajo consistía en el suministro inadvertido de feromonas para relajar la postura defensiva del omega y ganarse la confianza suficiente para no ser visto como una amenaza.

Después de la comida Yuuri se quedó dormido sobre el sofá blanco que habían ocupado el día de su presentación, acomodado sobre la alfombra a los pies del omega se dispuso a leer un libro mientras solaba regularmente una cantidad pequeña de su aroma, pasado un tiempo el sueño de Yuuri se volvió irregular. Dejando de lado su lectura noto como una lagrima atravesaba el rostro algo redondo y muy pálido, frunciendo el ceño toco la frente del omega y gruño quedo cuando comprobó la fiebre alta, este debía de ser uno de los episodios que se mencionaban en las consideraciones del contrato y que tenía todo el sentido tomando en cuenta la dependencia que los omegas embarazados tenían con su pareja para la adecuada gestación de los cachorros, según Yuri, el omega tendría al menos mes y medio que no recibía una dosis adecuada de hormonas.

Ultimátum OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora