Capítulo 5

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No tenía energías para explorar otra retorcida planta de este hospital, tampoco ayudaba que lo primero que vio frente a ella fue el número cuatro azul manchado por la sangre de un paciente cuyo cuerpo desprovisto de sus ojos descansaba bajo el cartel. En este ambiente se sentía una brisa poco común; sin embargo, el olor de los cuerpos era opacado por otro menos intenso pero igual de molesto.

Un frío extraño llegó a sus manos y notó que sus mangas estaban empapadas de agua teñida de un leve tono rojizo. Un par de gotas mojaron su cabeza. Se asustó recordando en como despertó en esa ocasión con un cuerpo sobre ella y se apuró en moverse. Al bajar por completo las escaleras, su bata se mojó por completo en los charcos que cubrían el suelo. El goteo provenía del techo, específicamente de una rodaja metálica que se parecía a la llave de un caño.

Mientras intentaba pararse con cuidado por su herida, oyó un murmullo al fondo del pasillo. No lograba identificar lo que decía pero venía desde alguna de las salas. Su esperanza se reanimó con la idea de que podría ser un sobreviviente, por ello 0603 recuperó sus fuerzas para poder avanzar hacia donde la voz venía.

El pasillo de este piso se veía más tétrico que el anterior. La sangre de las paredes ya no solo formaba manchas al azar, ahora formaba cientos de óvalos de puntas afiladas, todos con características específicas que los diferenciaban: forma, grosor del contorno, intensidad del color y tamaño del círculo más pequeño que tenía al centro ¿Ojos? Se estremeció al recordar que partes le faltaban todos los cadáveres que halló desde que comenzó su travesía.

Poco a poco, ella fue caminando hacia las salas y, mientras más caminaba, el agua sanguinolenta en el piso aumentaba, lo cual dificultaba su avance. Sin embargo, la mayoría de los charcos solo tenían unos pocos puntos de sangre que se diluían en cuanto los movía. Para cuando alcanzó la primera de las dos puertas, la que tenía como inscripción "Recuperación por quemaduras", se encontraba cubierta hasta los tobillos.

Miró al interior esperando otra puesta en escena visceral como en los otros pisos; sin embargo, lo que consiguió fue entender la fuente del olor que plagaba la planta cuatro. Cada cierto tiempo, el aire que entraba por los filtros de su sala olía tal como lo hacía este lugar. Los enfermeros decían que la causa era algo que estaba en el primer piso del hospital. Ese algo con un nombre largo que le dificultaba recordar. Lo máximo que le venía a la mente era que comenzaba con "i". Claro que el hedor de la habitación era muchas veces mayor al que entraba por los ductos, ya que provenía de al menos cuarenta cuerpos completamente calcinados. Muchos de ellos eran niños no más grandes que ella, todos en poses tan incómodas que no había duda alguna de que los quemaron vivos. Quedaban solo los indicios del incendio, claramente apagado por los caños goteantes del techo.

0603 retrocedió hasta la pared con sus ojos abiertos como platos. No había forma de que alguien sobreviviera ser cocinado en vida. Entonces ¿De quién era la voz que estaba siguiendo? Ya podía entender lo que decía por haberse acercado.

-Ricardo, Alexa, Marcia, Fátima, José. Steven, el otro José... Oh, y aquí están Laura, Rebeca, Tulio...

Era una voz algo gruesa y calmada, muy calmada para estar atrapada en el mismo almacén de cadáveres que ella. No pedía ayuda o preguntaba por otros sobrevivientes, sino que llamaba nombres como si tomara lista. A pesar de sus dudas, quien sea que esté ahí simbolizaba su única salida. Por eso, se acercó temblando hacia la segunda puerta, aunque el aire cerca de esa sala era turbio y neblinoso.

En el extremo contrario, un hombre flacuchento dibujaba más ojos en las paredes. Volteó a su derecha y miró a otro cuerpo calcinado a los ojos. Luego, untó sus dedos en un tarro de lo que parecía ser sangre. Dibujó lentamente unos párpados arrugados y ojeras prominentes, seguidos por una pequeña pupila al centro.

- Ese es Tulio. Ahora le toca a Rebeca. Ojalá hubiera pensado que los ojos se deshacían con el fuego antes de creer que sería divertido que los quemados murieran tal como vinieron. Tonto yo. Tonto yo.

El sujeto volteó para buscar a otro cuerpo pero se encontró con 0603 espiándolo desde la puerta. Ella se asustó y empezó a correr por el pasadizo. Sus movimientos eran torpes y ruidosos por lo mojado de su bata y por los charcos. Fue por uno de estos que se resbaló y cayó justo antes de cruzar la entrada de la primera sala. La herida de su pie le palpitaba demasiado para pararse de nuevo, pero aunque no tuviera ese corte la niebla se había vuelto tan densa que le costaba mantenerse consciente.

-Hola, hola ¿Cómo estás? Pensé que ya no quedaba nadie más por aquí. Un momento... ¡Te vimos en el piso 6! Sí, sí. Estabas tirada en el pasadizo y te cayó el cuerpo que rebanamos. Como no respondiste, asumí que te habías muerto por la niebla. Sí, sí. Debí hacerte caso y cortarle su cabecita.

Se acercaba poco a poco hacia la asustada 0603, que perdía fuerza mientras la distancia se acortaba. El sujeto llevó la mano a su espalda baja y desenvainó un cuchillo de hoja larga y ancha, nada parecido a los estilizados bisturís de los doctores. Le era difícil verle la cara en el débil titileo de los fluorescentes, pero pudo notar su macabra sonrisa entre la oscuridad. Era una inhumana media luna que parecía llegarle hasta las orejas.

– Lo peor pasará más rápido, pequeña. En cuanto tu cabeza se separe de tu cuello, dejarás de sentir dolor. Luego, ya me encargaré de quedarme con tus ojos.

Pasillos vacíosحيث تعيش القصص. اكتشف الآن