Capítulo 6

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0603 hacía hasta lo imposible por seguir moviéndose, pero la misma sensación que causó su desmayo antes de que la masacre ocurriera regresó a su cuerpo: Sus ojos se ponían vidriosos, su garganta se resecaba hasta impedirle respirar bien y su alrededor se desvanecía paulatinamente en un vórtice oscuro.

Lo que le escuchó decir a ese hombre, sumado a las pintas de sangre que hizo en el piso entero y la maníaca risa que se marcaba en su rostro mientras el cuchillo se balanceaba en su mano relajada. Todo le indicaba que encontró al causante de la horripilante situación del hospital y al que había tomado las vidas de cada persona en el mismo. El mismo que ahora se acercaba entre el oscuro e inundado pasillo para agregarla a la lista de sus víctimas.

Fue cuando alcanzó a ver las escaleras que la niebla la superó. Su endeble cuerpo se derrumbó sobre el agua empozada, indefenso ante el cuchillo que se levantaba cortando la niebla para descargar la fuerza insana del asesino. De repente, un flash de luz cegó tanto a ella como al hombre, alguien había prendido las luces de los pasillos que hace unos segundos eran dominados por la penumbra. Era ahí donde ese psicópata se sentía en casa para llevar a cabo sus macabras performances, pero la luz lo hizo soltar el cuchillo para taparse los ojos en sufrimiento.

Infelizmente, el interior de los fluorescentes titilaba indicando el esfuerzo que hacían para mantenerse encendidos. No sería mucho hasta que se quemaran por la presión de la niebla, que buscaba imponer el reinado de la oscuridad. Con la primera explosión de un foco, algo tomó sus brazos y la jaló hacia las escaleras. Al llegar a ellas, sus pies dejaron de rozar el suelo y sintió como la llevaban en brazos, tal como en sus sueños. Esa repentina seguridad le permitió rendirse y perder lentamente el conocimiento.


Abrió con dificultad sus amoratados ojos por la intensa luz blanca sobre ella. Estaba echada, cubierta por una bata de laboratorio en el piso de una habitación desconocida para ella. Había múltiples estantes que llevaban productos de limpieza, utensilios médicos y otros artículos relacionados. El frío que cubría la habitación y se colaba entre sus húmedos ropajes venía de una ventila en el techo.

Al levantarse, notó que la puerta de la habitación estaba bloqueada por una estantería y frente a ella encontró a su salvadora: Una mujer de aspecto joven en el uniforme del hospital que dormía apoyada en la barricada improvisada. Sus brazos estaban aferrados a la misma, como si hubiera luchado por que no se viniera abajo hasta ser vencida por el sueño.

Ella teníauna expresión diferente a todas las demás enfermeras y doctores que, inclusoantes del incidente, parecían estar muertos. Aún dormida, emitía un aura deconfianza y protección, tal como la mujer brillante de sus sueños. Quizá eraella y vino para llevarla a ese prado verde en sus brazos. Se acercó y se sentóa su lado. Apoyó su cabeza con confianza para seguir descansando con la mujer.Por primera vez desde que tenía memoria, se sintió segura en el hospital.

Pasillos vacíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora