Capítulo 7

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Cuando la señorita despertó, fue tomada por sorpresa por el peso de 0603, que se encontraba apoyada en su hombro. Sus movimientos la despertaron también, y activaron un sentido de vergüenza o de defensa que la hizo alejarse. Sin embargo, lo que la recibió fue una sonrisa tenue que se formaba en el terso rostro de la mujer.

- Vaya, de seguro despertaste antes que yo. No quería dejarte esperando, perdona.

La niña negó con la cabeza como respuesta. Aún se preguntaba que había sido del hombre con el cuchillo ¿Ella le habrá detenido? ¿A ella también le afectaría esa niebla extraña y por eso solo escapó? La mujer se paró a revisar la puerta trabada, la cual exhibía marcas de forcejeo y de golpes con un arma pesada de fuerza descomunal. Por suerte, se había rendido antes de derrumbarla. Dio un respiro de alivio y se le acercó:

- Me llamo Teresa; pero puedes decirme Tere, si quieres. Ahora, ¿Cuál es tu nombre, pequeña?

No hubo respuesta más que un gesto de confusión en la cara de 0603. Le extrañó que alguien le preguntara su nombre en vez de su número de identificación, pero aún más que ella nunca hubiera pensado por qué no tenía un nombre como las enfermeras y doctores. Su cerebro se acostumbró tanto a asociar la cara de personas con cuatro dígitos que nunca consideró su carencia.

Teresa revisó su cinta identificadora y se asombró. Corrió a los anaqueles para buscar un bolso blanco, del cual sacó un estetoscopio y un palito baja lengua. Le pidió que abriera la boca y pudo ver sus amígdalas enrojecidas. Tras escuchar sus pulmones y revisar sus vías respiratorias, quedó completamente consternada con su condición.

– No sabía que había un paciente sint******* tan joven con el *****. Normalmente suelen ser personas mayores, aunque sea adultas. No puedes hablar, ¿verdad? Todo tu tra*** resp******** está inflamado gravemente.

La niña no entendía el porqué de su preocupación. Siempre le dijeron que estaba enferma y por eso debía quedarse en el hospital. Nunca entendió que tenía pero al ver así a Teresa, sonaba grave. Recordó que, cuando era más pequeña, intentaba hablar como los demás pero al intentarlo sentía tu cuello palpitar con furia como si fuera a desgarrarse. Con el tiempo se rindió y prefirió solo escuchar, asentir y negar. No le había causado muchas dificultades.

La mujer se acercó hacia los anaqueles y retornó a ella con una bata limpia. 0603 se le acercó cojeando, lo que llamó la atención de la doctora. Sin avisarle, la hizo sentarse en su regazo y, con algodón empapado en alcohol, limpió la planta de su pie. Su toque era tan blando que sentía como si estuviera en el campo verde de sus sueños. Ninguna enfermera le había atendido así cuando su situación se complicaba. Sin embargo, tuvo la gran suerte de ser rescatada por una que la vistió, sanó y protegió.

– No puedes seguir acá por más tiempo. Si hubiera pasado más de un día con esa herida, te hubiera dado una infección grave. Por la capital hay hospitales mejores. Buscaré una forma de sacarte de acá para que puedas recibir tratamiento en un lugar decente.

Pensó que tal vez 0748 se había convertido en una doctora y por eso desapareció. Hizo un esfuerzo por recordar su rostro y supo que se equivocaba. Teresa era menos delgada que la desnutrida 0748, su piel era más morena y su pelo rojizo estaba bien cuidado y en un moño, a diferencia de los rizos desparramados de su ex-compañera de habitación.

Sentía como acariciaba su cabeza con delicadeza y su corazón se derretía. Incluso si no la conocía mucho, la alegraba que alguien cuidara de ella. Había encontrado a un ángel de la guarda en medio del infierno.

Pasillos vacíosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin