Capítulo Doce

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Era sospechoso que saliera a la primera

Podrían haber pasado años, que ninguno de los dos se habría dado cuenta del paso ni del peso del tiempo.

Lo único que le pesaba a Blake eran las ganas de no dejar de besarla nunca y, a Carolina, las de hacerlo por siempre. Habían llegado a casa de Carolina en un silencio que, lejos de ser incómodo, había ayudado a avivar lo que podría haberse apagado por el camino. 

El ascensor seguía sin funcionar, por lo que tuvieron que subir por las escaleras, momento en el que el juego comenzó de nuevo cuando Blake la agarró de las caderas y no podía quitar la vista de su culo. Carolina reía mientras buscaba la llave, pero antes de siquiera poder hacerlo, dio la vuelta haciendo que él quedara contra la puerta, se pegó a él y lo besó como si fuera la primera vez. 

Cuando entraron, todo fue un lío de manos, lenguas y labios que iba extremadamente rápido. Blake se dio cuenta de que le costaba respirar y trató de bajar el ritmo. Se sentó en el sofá y ella se sentó encima, pero pegando su espalda al pecho de él. Los brazos de él abrazaron su cintura y dejó besos en su nuca, en la espalda descubierta, haciendo que varios escalofríos la recorrieran. Las caderas de Carolina se movieron de manera involuntaria sobre sus pantalones. Unos jadeos y gemidos salieron de la garganta de Blake sin poder contenerlos. Blake tenía una fijación con los culos que lo había hecho perder el color de su cara cuando alguien le reprochaba algo al respecto, pero es que los ojos se le iban solos. Fuera de un hombre o una mujer, era la parte favorita del cuerpo para él, y había intentado deshacerse de su preferencia por ese área, pero cuando Carolina restregaba su perfecto culo contra su erección, lo único que quería era arrancarle el vestido, ponerla a cuatro patas y deleitarse con la vista y sus sonidos de placer. 

Se contuvo para no hacerlo, porque había parado el ritmo para ser más consciente de todo, para poder apreciarla, en todos sus sentidos. Agarró su barbilla y le giró la cara para besarla duramente.

Carolina estaba disfrutando. 

No estaba siendo realmente consciente de lo que estaba pasando; estaba más concentrada en que todo se diera igual que en sus fantasías, pero el Blake que ella se había imaginado no era como el que tenía debajo, no era tan dulce a la hora de besar y tan autoritario cuando le movía las caderas a su gusto. Y, definitivamente, el Blake de su mente no era real, pero el que le daba la vuelta y la tumbaba en el sillón para colocarse entre sus piernas y besar su cuello, sí que lo era. El hombre tiró con suavidad de las tiras del vestido hacia abajo, acariciando la piel a su paso. La miró, esperando su aprobación, la que le llegó con un beso apasionado. 

Ella misma se subió el vestido hasta las caderas con ansia. Blake dejó caer un poco su peso sobre ella, encajando de una forma muy torpe el bulto de su entrepierna con la de ella.  La sensación de la lengua de Blake por su pecho, por su pezón, por su clavícula, su vientre... La estaba noqueando, pero volvió a la realidad más pronto que tarde.

—¿Tienes condones?—Carolina preguntó, porque ella no tenía; la falta de placer en el sexo con David le había hecho dejar de comprarlos. El hombre no respondió, estaba tan entretenido en acariciar, lamer, morder y sentir los pechos de Carolina, que había desconectado todos los sentidos que no le sirvieran en la acción—Blake—Agarró su pelo y subió su cabeza. La miraba con un leve sonrojo y los ojos oscuros y brillantes—. ¿Tienes condones?

—Sí.

Carolina sintió que podía volver a respirar tranquila. Pero no le duró mucho la tranquilidad cuando Blake volvió a besar su piel, sin querer dejar ni un centímetro sin su saliva. 

Ella atinó a desabrochar su camisa entera, sin necesidad de separarlo. Acarició su torso no excesivamente marcado, para su sorpresa, que siempre se lo había imaginado al contrario. Pasó sus manos por su abdomen, por sus hombros, por su espalda. Lo acercaba más a ella en la medida que podía. Una de las manos de él acarició su vientre, su boca volvió a subir a la de ella, recreándose en una cantidad de movimientos y humedad que la querían dejar sin habla. 

Souvenir (Amor y tiempo 1) | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora