Capítulo Diecinueve

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La telepatía de los buenos amantes

—¿Qué pasó ayer?

La escuchó suspirar tras darle un bocado a su tostada.

—La verdad es que no lo sé—Con la vista perdida, intentaba recordar lo que ayer le había hecho literalmente llorar hasta quedarse dormida—. Discutimos—La vio fruncir el ceño—. No, ni siquiera fue una discusión.

—¿Entonces?

Lo miró. La verdad era que Blake recién levantado estaba muy mono, muy real y muy guapo. Se perdió en sus ojos oscuros por unos segundos.

—A ver, yo tenía un plan—Blake rio sobre su taza de café—. No te rías—se quejó con una sonrisa y luego un puchero.

—Perdón, perdón—acarició una de sus manos en apoyo a su disculpa—. Sigue.

—Pensaba reunirlos y decirles que lo sabía todo, que dejaran de mentirme, que ya no tenían que actuar delante de mí, que me dijeran por qué no me habían confiado su... lo que sea que tengan, pero me puse muy nerviosa y terminé haciendo un numerito.

Blake la escuchaba con atención.

—¿Qué clase de numerito?

—Pues...—soltó aire—Me puse a decirles uno por uno varias cosas, a Albert le pregunté si seguía queriendo a Don, a Flora le dije que Pol debía de confiar mucho en ella, y a Sally le pregunté si confiaba en mí... 

—¿Y?—preguntó, al ver que no seguía—¿Dijo que no?

—No, dijo que sí.

Carolina siguió con la vista perdida, reviviendo la escena del día anterior. Le daba tanta rabia haber reaccionado de esa forma. Es decir, lo único que sabía hacer su cuerpo en ese momento era llorar, llorar y llorar. ¡Tenía mucho que decir! Tenía mucho que exponer y mucho que manifestar, pero el agua que empapaba su cara no la estaba dejando ni siquiera respirar.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda y se acercó más a la silla del hombre a su lado, él le paso un brazo por la cintura, con una pequeña sonrisa. A Carolina, de solo pensar en la angustia que sintió, se le volvían a agolpar las lágrimas en los ojos. Los apretó con fuerza, no queriendo derrumbarse de nuevo. Blake lo notó.

—¿Quieres hablar de esto en otro momento?

Con lo bueno que era con ella la hacía sentirse hasta mal. ¿Se portaba ella así con él? Si no lo hacía, más le valía empezar a hacerlo, a cuidarlo, porque si no cuidas a alguien, se va, y Carolina no quería que Blake se fuera.

Ella negó, cogiendo aire para terminar su relato.

—Dijo que sí, y luego yo les pregunté: "¿Creéis que soy gilipollas?"—midió la reacción de Blake. Al principio no hizo nada, pero fue esbozando una sonrisa torpe que trataba de ocultar tras el hombro de ella. Eso la hizo reír, con lo que el hombre se dio por satisfecho—. Entonces ya ataron cabos y Albert me dijo que podía explicarlo, pero no quise escucharlo.

—¿Le dijiste que se fuera?

—Sí. Me ofusqué por un momento, y no podía hacer otra cosa que pensar en lo mal que me sentía y en que llorar me haría sentir alivio, en que no quería ver a nadie. Más que a ti.

—¿Lo hizo?

Preguntaba por ambas cosas. Mientras la escuchaba, acariciaba su espalda para calmarla. Ella no se estaba dando cuenta, pero estaba respirando de manera irregular y las manos le temblaban, alterada.

—No, para nada. Llorar—aclaró—, el verte sí—Blake dejó un beso sobre su hombro—. Les dije a mis hermanas que se fueran, intentaron hablar, pero no escuché nada, y terminaron yéndose.

Souvenir (Amor y tiempo 1) | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora