Capitulo 2: Amor platónico.

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Conocerte fue como haz de luz en mi vida.

Tu energía y alegría llenaban de color el revoltijo de emociones que era por dentro a mis trece años. No importaba que fuésemos alumno y maestro, en aquel momento, mis sentimientos por ti se debatían entre admiración e indudable atracción por tu físico. Era feliz con solo verte en clases de educación física.

Toshinori Yagi.

O Yagi-sensei, para mí.

Entraste como maestro suplente luego de que el titular se rompiera la pierna durante un entrenamiento. Mi escuela no se caracterizaba por contratar maestros jóvenes, tú fuiste una maravillosa excepción por la que todas las chicas cayeron derretidas.

¿Cómo no hacerlo?

Tu rostro amigable, siempre con una sonrisa puesta. Finas facciones que hacían de ti la epitome de la belleza en la escuela. El cabello de un llamativo rubio producto de tus raíces extranjeras. Hermosos ojos azules que cautivaba no solo a mujeres. Era extraño encontrar un color así en este país, al igual que los míos.

–Que bonitos ojos. –me halagaste durante una clase.

Me enamoré en ese instante.

Nunca fui una persona muy dada a las actividades físicas, pero por ti, hacia todos los deportes. Básquet, voleibol, gimnasia. Descubriste que tenía potencial para el atletismo y me incentivaste en unirme al equipo. Incluso prometiste entrenarme de manera personal en tus horas libres de ser necesario.

Acepté sin dudarlo.

Todas las mañanas antes de clases, corríamos hasta al mar. Los fines de semana, lo hacíamos por la orilla, en medio de la arena. Decías que, en vista que mi cuerpo nunca se había ejercitado, debía esforzarme el doble en entrenar, de esa manera quizás podría ser seleccionado para el equipo de la escuela y participaría en las competencias interescolares.

Fueron meses de arduo entrenamiento. Terminaba exhausto cada día, pero con una sonrisa en el rostro por ser capaz de compartirlo a tu lado.

Tal como dijiste, mi esfuerzo valió la pena y quedé seleccionado, la primera competencia seria en solo unas semanas.

Durante mucho tiempo, papá había intentado incentivarme a practicar un deporte. Siendo oficial de policía, encontraba ese aspecto importante y al yo no hacerlo, siempre había originado conflictos entre ambos. Por lo que al enterarse de la noticia, había sentido por primera vez una mirada de orgullo venir de él. Me compró tenis nuevos, un bolso donde pudiera llevar mis pertenencias y prometió que si llegaba a las finales, pediría permiso para ir junto a mamá a verme.

Estaba tan emocionado como yo, aunque no por el mismo motivo. La competencia era en otra prefectura, viajaría a tu lado y pasaríamos un fin de semana juntos. Habrían más estudiantes, éramos todo un equipo de atletismo, sin embargo, eso no me importaba.

La noche antes del viaje, me propuse que al final de la competencia, la cual estaba seguro ganaría, confesaría mis sentimientos. Sé que sonaba tonto, tenía todo en contra mía. No era solo la edad, sino el hecho de ser ambos hombres. Era simplemente imposible imaginar un escenario en el que no me rechazaras, aun así, quería hacerlo.

Luego de mi experiencia con Kacchan, una parte de mi se había resignado a mantener oculto mi orientación sexual. Veía como algo utópico que alguien de mi edad pudiera corresponderme, o si quiera poder liberarme de ese secreto que notaba, se volvían cadenas a mi al rededor. Por ello, mi confesión iba más allá de esperar una respuesta positiva, sino liberarme finalmente ante alguien.

Te escribí una carta, la cual borré y reescribí ciento de veces. Buscaba decir lo que sentía sin comprometerte a nada, ni hacerte sentir incomodo a mi lado. Tenia intenciones de permanecer mucho tiempo en el equipo de atletismo y por ende, a tu lado.

Dejé la carta en mi velador, ya que mamá puso mi equipaje en la sala, a sabiendas de que podría olvidarlo en la mañana en todo el ajetreo. Aunque ahora era más emoción. Una sensación tibia me recorría de pensar en la mañana siguiente, los dos sentados juntos en el autobús. Me imaginaba ganando la competencia y luego, entregándote la carta en los vestidores.

Caí dormido con una sonrisa en mi rostro y desperté sintiendo un agudo dolor de algo golpeando contra mi espalda. Gire sobresaltado, sin comprender que sucedía. Mi padre estaba de pie al lado de mi cama, correa en mano, agitándola con salvajismo sobre mi cuerpo. La cama estaba pegada a la pared, imposibilitándome de huir. Lo único que podía hacer era protegerme con las sabanas.

El cuero caía raudo sobre mí y la hebilla atravesaba la tela por momentos, incrustándose en mi piel. Empero, el peor de los golpes, fueron sus palabras.

–¡Yo no he criado a un marica! –Fue la frase que más resonó en mi interior y que por muchos años, siguió incrustada en mi mente.

Fueron largos minutos en los que desfogó su ira contra mí antes de irse, dejándome acostado, adolorido y llorando.

Mamá entró a penas él se fue. Me abrazó tranquilizándome, aun cuando ella también lloraba. Curó mis heridas, mientras explicaba que papá había ingresado a mi habitación a despertarme, encontrándose la carta en mi velador. Mamá se disculpó por el actuar de él, mas no ahondo en el tema. No hubieron palabras de apoyo, ni consuelo. No menciono lo que decía la carta y con ello, silencio mis sentimientos. Mamá no era una mala persona, pero me había quedado claro hace mucho, que ella tampoco estaba de acuerdo con mi forma de sentir.

Necesitaba un apoyo y no lo obtuve.

Mi amor no era nada malo.

Ese día no salí de mi habitación y, ya entrada la tarde, mamá trajo mi almuerzo junto a mi equipaje. Me avisó que papá había decidido cambiarme de escuela, pues creía que tú me estabas corrompiendo. Tenía prohibido acercarme a ti o él iría a arrestarte.

Cuando mamá se fue, saqué el móvil de mi maleta. Tenía muchas llamadas perdidas tuyas y mensajes que nunca respondí.

Una semana después, inicie clases en mi nueva escuela.

Yagi-sensei, nunca más volví a correr.

...

Notas de la autora:

Hola!

Debo iniciar diciendo que para este capítulo, imagine a All Might de joven (¿Quién no se enamoró de él?).

Esta historia iba a ser inicialmente un longfic, sin embargo, con uno que ya me demoro meses en actualizar, decidí que lo mejor era un one-shot. Luego recordé estas historias que ya comenté y, como siempre me quedó la duda sobre cómo podrían terminar ellas, decidí mostrar la vida de Izuku de esa manera.

La historia en sí es romántica, peeeerooo no puede escribir romance sin drama jajajaja así que, para llegar a la última persona, Izuku va a pasar por algunos amores previos. Unos más bonitos que otros (o unos peores que otros).

Una buena noticia, es que ya tengo los capítulos terminados. Una mala, es que no les diré cuántos son, porque como ya dije, quiero que el final sea una sorpresa. 

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Entre espinas, tú [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora