Capitulo 6: Amor no correspondido

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Desperté en una habitación que no reconocía, una cama que no era la mía y con una mujer manipulando una intravenosa en mi brazo.

Estaba en un hospital.

–Bienvenido. –me dijo la enfermera con una sonrisa.

Continúo manipulando el gotero del suero, mientras me comentaba que había tenido suerte, que, si hubieran tardado unos minutos más en atenderme, ahora no estaría hablando conmigo. Aunque parte de esa suerte, se debía a la mujer escandalosa que me llevó. Contó a detalle cómo la tarde del día anterior una chica rubia me había llevado hasta emergencia. Gritaba que me estaba muriendo, alborotó toda la sala, ocasionando un gran caos y ocupando así, las miradas de todos los doctores en mí. Cuando finalmente me ingresaron a UCI, la mujer había desaparecido cual fantasma. Dejándome en total anonimato.

Para suerte mía, uno de los médicos internos me reconoció.

Todoroki Shouto.

Estabas haciendo tu residencia en un hospital de Osaka desde hacía un año. Gracias a ti pudieron saber mi nombre, apellido y edad.

Fuiste a verme al final del día. Ya no lucias como un adolescente, tenías el cabello recortado, mostrabas la cicatriz en tu rostro sin ninguna vergüenza. Te veías más maduro y lo primero que se me vino a la mente, fue Touya.

Nunca supe sí estabas al tanto de lo que hubo entre nosotros. No tardaste en absolver mi duda.

Touya me pidió que te encontrara. –empezaste explicándome.

En el tiempo que me fui, Touya había caído bastante profundo en sus adicciones. Perdió su empleo, sus amigos, donde vivía. Te mudaste a Osaka cuando dejaste de saber de él, era tu hermano y querías hallarlo. Lo encontraste luego de meses, un compañero tuyo que hacía residencia en otro hospital de esta ciudad, reportó un ingreso a emergencias. Joven con sobredosis que compartía el mismo apellido que tú.

Por suerte lograron salvarlo. Fuiste a visitarlo, ahí te contó sobre mí y que necesitaba encontrarme porque era muy ingenuo y cualquiera podía lastimarme. Touya siempre tuvo ese instinto de protegerme, aunque contradictoriamente, fuera él mismo quien me daño una vez.

Lo ingresaron a rehabilitación, escapó al poco tiempo. Volvieron a reingresarlo y fue entonces que le mentiste. Dijiste que me encontraste, que estaba bien, viviendo en otra ciudad y no quería verlo más.

Él había llegado a contarte la peor parte de nuestra relación, no fue difícil para ti usar eso en su contra.

–Nunca permitas que alguien te dé menos de lo que mereces, Izuku. –fue el consejo que me diste al terminar la historia.

No lo mencione antes, ya que no lo considere necesario, pero Shouto, en algún momento tuve un crush contigo. Es decir, eras amable, educado, centrado y atractivo. El chico bueno que todas las madres querrían de yerno. El que era capaz de robar suspiros a las personas.

Y empezaste a robar los míos nuevamente.

Me dieron el alta a la mañana siguiente, mientras padecía lo que calificaste como inicios de un síndrome de abstinencia. Era de esperarse, si teníamos en cuenta que los últimos meses me la había pasado sumergido en alcohol. También te comenté brevemente sobre ello y que, a estas alturas, no tenía un lugar al que volver.

Shigaraki no había ido a buscarme en esos dos días que estuve internado, lo que me daba dos opciones. Una, que había enviado a Toga a deshacerse de mí, que ya no quería a su lado a alguien tan problemático. La segunda, que ella había actuado por cuenta propia, alejándome de él.

Entre espinas, tú [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora