Capitulo 7: Amor desinteresado

2K 432 390
                                    


Ochako me espero en la estación de Tokio. La reconocí aun con el cabello largo, sus mejillas redondas de manzanas eran inconfundibles. Había alguien más con ella, un pequeñín sostenía su mano y me miraba bastante feo.

Era su hijo, Kota. Tenía cinco años, su padre era aquel hombre maduro con el que salía en la universidad y con quien el único nexo que mantenía ahora, era la pensión que le depositaba por el niño. El hombre era casado, Ochako fue la amante hasta que la verdad le cayó a los dos meses de embarazo, cuando se enteraron y él le pidió que lo perdiera.

Ochako venia de un hogar en extremo católico y, aunque anhelaba libertad, tenía ciertos valores muy arraigados dentro. Así no quisiera un hijo a los veintiún años, no podía abortarlo. Era como se le había criado. Por lo que tuvo que decirle adiós a su prometedora carrera de medicina.

Su apartamento estaba en una zona bonita y era bastante amplio, aunque debí compartir habitación con su pequeño demonio. Mi labor en el tiempo que buscaba empleo, era cuidar de él, pero me hacia la vida imposible. Me gritaba y nunca le gustaba nada de lo que cocinaba.

Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando nos cruzamos a la esposa de su expareja y quiso atacarla. Me interpuse, defendiéndola. Luego supe que el sujeto, no había tenido mejor idea que comprarle ese apartamento a solo cuadras de donde vivía con su esposa. No era la primera vez ambas se cruzaban en la calle y la mujer le atacaba.

A partir de ahí, mi relación con Kota mejoró al punto de que cuando conseguí empleo en un estudio no muy lejos de casa, él quería ir conmigo a verme "pintar pieles". Era una lindura cuando lo conocías bien.

En el estudio, los chicos pensaban que Kota era mi hijo, que lo tuve en un lapsus de heterosexualidad. Sabían que era gay, con Touya aprendí a no ocultarlo. Pronto aclaré el mal entendido, mas no logré convencerlos. Al final continuaron pensando lo mismo y constantemente bromeaban, de que Ochako era una chica lo suficientemente hermosa como para hacerme cambiar de gustos. No voy a negar eso, en el pasado había intentado realmente salir con ella, no funcionó y continuamos juntos solo como pantalla a lo que en verdad hacíamos.

Incluso ahora lo sentía un poco así. Mientras yo me quedaba con Kota, ella salía con algunos "amigos". No me era molestia cuidar a su hijo, Ochako tenía derecho a rehacer su vida; pero esto hacía que se reavivara en mi esa envidia de antaño hacia ella.

Sobre todo, la afectiva.

A diferencia suya, yo no buscaba un encuentro de una noche, quería algo duradero. Había venido a Tokio a empezar de cero y aquello incluía ese aspecto también. Con la diferencia de que ahora, era fácil notar que me había enamorado de puras malas elecciones. Ya no quería ningún amor así en mi vida. Nada de Hitoshis, Touyas, ni mucho menos Tomuras. En esta nueva oportunidad que me estaba dando, quería hacerlo enteramente con la cabeza y no más con el corazón.

Si me enamoraba ahora, sería de alguien tan bueno como Shouto.

Él era mi estándar.

La mala noticia era que no por tanto buscar encontraría alguien así. Seguía siendo una persona poco sociable, mis amigos se limitaban a Shouto, Ochako y los chicos del estudio. Salir a conocer personas a bares o discotecas estaba tachado de mi lista. Usé algunos aplicativos, conocí algunos hombres, salí con varios de ellos, con ninguno funcionó. Todos buscaban sexo, algo de una noche, mientras yo sí esperaba algo duradero en el tiempo.

No me resignaba.

Viendo a Ochako vivir tan plenamente, me llevaba a encapricharme en que quería volver a enamorarme, pues para mí en ese entonces, era como una meta encontrar a alguien con quien tener este amor perfecto. Para ello, esa persona debía serlo también.

Entre espinas, tú [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora