Capitulo 3: Amor negado

2.3K 460 162
                                    


La relación con mi padre no volvió a ser la misma luego de ese día. Veía en sus ojos la vergüenza, el asco. Constantemente discutía con mamá, restregándole que era culpa suya el que yo fuera tan delicado. Afeminado. Marica.

Podía insultarme con cuanto adjetivo encontrar, pero jamás tenía el valor de decirlo como era.

Gay.

La escuela se convirtió en mi único refugio del caos que era mi vida en casa. Intentaba ayudar en todo cuanto podía, llevaba tareas extracurriculares y me uní a uno que otro taller. Todo venia para bien mientras pudiera permanecer ahí el mayor tiempo posible y, llegado al bachillerato, mi esfuerzo fue recompensando. Se me invitó a unirme al comité estudiantil de primer año. Fue en ese lugar que te conocí.

Shinso Hitoshi.

Tenías el aspecto algo desaliñado como para ser presidente del salón. El cabello lila desordenado, rostro serio, algo apático. Ojos color amatista y grandes ojeras que surcaban debajo de ellos. Eras muy distinto a Yagi-sensei, incluso, al rostro infantil que recordaba de Kacchan; sin embargo, me resultabas atractivo.

Pasábamos largas horas en el aula que nos brindaban para nuestras reuniones. Muchas veces tocábamos temas muy rápidamente, ya que algunos querían irse a casa. Conmigo sucedía lo contrario, solía ofrecerme cada que surgían tareas extras. Era bastante usual que fuera el ultimo en retirarme y recuerdo que en una oportunidad me preguntaste porqué hacia eso, respondí que tenía problemas con mis padres.

No dijiste más, pero empezaste a quedarte conmigo hasta tarde.

Descubrimos que nuestros caminos a casa eran similares hasta cierto trecho y empezamos a recorrerlos juntos. En ese tiempo que compartíamos juntos, comprendí que tras tu rostro inexpresivo, eras una persona bastante comunicativa, cordial y amable. Nuestras conversaciones empezaron a fluir solas, los silencios no nos incomodaban y el adiós diario dejaba de serme indiferente.

Ese sentimiento no era nada nuevo para mí. Conocía su significado y me forzaba a reprimirlo. A mis quince años, me había hecho a la idea de que no volvería a cometer el mismo error de enamorarme de otro hombre. Al menos no, mientras viviera con mis padres. Le repetía constantemente a mi corazón, que no sintiera nada extraño, pero él nunca obedeció.

No lo culpo, tú le dabas razones.

Un día fuimos a comer luego de una reunión con el consejo estudiantil. Era un viernes ya entrada la noche y la zona era muy concurrida por jóvenes buscando diversión, algunos ya entrados en copas. Fue entonces, que nos topamos con una escena para la que nada nos podría haber preparado. En un callejón muy angosto, apenas iluminado por los letreros de la calle, había dos personas besándose. La fina capa de luz era escasa, pero suficiente para diferenciar que se trataba de dos hombres.

Noté que a ambos nos tomó por sorpresa y, aunque continuamos con nuestro camino, por primera vez el silencio se tornó incomodo entre nosotros. Me sentía agobiado, el corazón latiéndome a mil, como si fuera a mí a quien habían descubierto. Incluso me costaba mirarte al rostro. Ya de regreso a casa, dejé el nerviosismo de lado y pregunté qué pensabas de lo que habíamos visto, de esas dos personas en concreto.

–No debería importar quién te guste mientras no dañes a nadie con eso.

Fue ahí que me enamoré.

Hitoshi, a mis ojos eras perfecto. Tu físico, tu personalidad, la manera en que me tratabas y tu pensamiento. La atracción que sentí por Yagi-sensei quedaba niveles muy abajo, si la comparaba con la que sentía ahora por ti. Las mariposas hacían estragos en mi estomago las largas horas que compartíamos juntos. Mis mejillas ya no podían colorarse más si por algún motivo, te acercabas demasiado.

Entre espinas, tú [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora