La decisión

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Eren despertaba cada mañana con la esperanza que, después de esa apasionada noche, su pequeño gran amor fuera corriendo a sus brazos...pero la espera simplemente era en vano. Se enteró que los planes de casamiento seguían en pie, como si nada hubiera pasado. Todos los amigos que tenían en común felicitaban a la pareja vía redes sociales, y con el correr de los días se dejó consumir por una oscura depresión hasta que un pequeño rayo de fría luz le hizo ver su cruel realidad: si no era con Armin, no valía la pena vivir.

Fue entonces que llamó a Jean y decidió ponerle fin a esa farsa en la que estaba participando Armin.

- ¿Qué es lo que debo hacer, Armin? Sólo pídemelo, y olvidaré todo esto. Lo que sea.

- ¡Eren! Cállate por favor - Armin no resistió más y se desplomó ante sus invitados, en medio de la iglesia, a la vista del Señor que todo lo ve y más allá de toda la vergüenza que podía tener - Ya no quiero saber más nada, por favor...ya no te humilles.

- Mi amor - Reiner se inclinó para contenerlo - Cálmate...¿quieres que llame a seguridad?

. Sólo debía deshacerse de Eren y proseguir con su boda. Aunque eso signifique una vida entera rellena con mediocres alegrías que debía disfrazar de felicidad ¿Debía sacrificarse él por el resto? Siempre se vio a sí mismo como la luz al final del túnel para aquellos que estaban rodeados de oscuridad, estaba dispuesto a dar sombra a quienes se calcinaban bajo el sol. Sólo esperaba a cambio el reconocimiento por sus acciones misericordiosas. Pero lo que el buen Armin tenía no era una inteligencia emocional superior, sino una inmensa soberbia.

- No - por fin dijo - El que se va de aquí soy yo - se incorporó y acarició la mejilla suave de Reiner - Lo siento, Reiner. Pero sé que puedes ser feliz. Sólo aprende a ver las pequeñas cosas buenas...y sigue yendo a terapia, por favor.

- Armin...- el gran rubio no podía procesar lo que estaba pasando, y solo pudo quedarse estoico, viendo cómo su primer gran amor se bajaba del altar con la cabeza agachada.

- Armin... - sollozó Eren cuando pasó a su lado. Unos pasos más allá, se detuvo.

- Lo siento, Eren.

Todo había llegado a su fin. Armin sentía que estaba en un sueño y deseó despertar antes de llegar a la puerta de la iglesia, pero la atravesó y seguía allí, todo era tan real como la lluvia que castigaba la calle. Volvió a su casa caminando bajo la terrible tormenta.

- Es tu culpa - siseo Reiner - Todo lo que haces es arruinarle la vida a los demás. Seguro tu padre enfermó por tu culpa...

- No hables de mí padre - Eren quería camorra y aprovechó la provocación de Reiner para lanzarle un certero puñetazo en medio de la cara. No pasó mucho tiempo para que ambos terminarán trenzados ante el altar.

- ¡En mí iglesia no! - gritaba desesperado el padre mientras les tiraba agua bendita para que se separen. Para su mala suerte, varios  invitados empezaron a gritar apoyando a alguno de los contrincantes - No más faltaba - se quejó y fue hasta la caja de fusibles para cortar la luz.

Se oyó una queja generalizada y Jean entró en razón.

- Mikasa - llamó - Agarra a Reiner, por favor.

Y así, entre los dos pudieron separarlos.

- ¡Si van a armar semejante escándalo en la casa del señor, les pido que se retiren!

- Perdón padre - recitaban los invitados mientras se persignaban.

- Bueno, bueno - intervino el papá de Armin - Pagué una fiesta que no se va a festejar sola, vamos por favor, cruzando la calle.

- ¿Qué carajos? - Eren y Reiner estaban sentados en el suelo, y veían con incredulidad como los ánimos de la gente se prestaban para la parranda.

- No lo puedo creer - se quejó Reiner - Me arruinas la vida y luego esta gente se va a bailar como si nada.

- Bueno...al menos Jean y Mikasa... - en ese momento, Jean y Mikasa de unían a la posesión que se dirigía al salón de fiestas, dejándolos solos, con el cura - No dije nada.

Debajo del gran techo de la catedral, lleno de pinturas hechas hace siglos, por fin se quedaron sin palabras, solo se oía la lluvia y los pasos del sacerdote, que no quería incomodarlos pero hacía suficiente ruido como para echarlos sin decirles nada, por si acaso.

- Oi, viejo - llamó Eren - ¿Nos invitas algo de vino?

- ¡ES LA SANGRE DE CRISTO! - se escandalizó el religioso.

- Pues que purifique nuestros pecados y nos de consuelo, ándale - exigía haciendo gestos con la mano. Y como el anciano no quería poner a prueba la paciencia de ninguno, les sirvió una cantidad generosa.

- Toma - le pasó la copa a Reiner.

- No quiero tu lástima.

- No te tengo lástima. Solo quiero beber algo.

Ambos se bebieron el vino a grandes sorbos para quedar en un silencio menos incómodo gracias al alcohol.

- Igual lo siento - reconoció Eren, ahora con el corazón un poco más blando - No sabía que terminaría así.

- ¿Viniste a arruinar una boda y te sorprende el resultado? Eres tonto o te haces...

- Obvio que quería detenerla, pero no asi ¡Viejo!¡Más vino!

- No así, dice el burro. El resultado para mí es el mismo. Me quedo sin Armin.

- Lo siento.

- No, no lo sientes.

- Claro que no. Pero me llena de remordimiento verte así. Aunque no me creas.

Volvieron a beber en silencio por un buen rato.

- Supongo que estaré bien. Siempre es así. Todo el tiempo quiero morir, pero eventualmente se me pasa. Esto también pasará.

Eren se incorporó cómo pudo, tenía los sentidos algo truncados de beber la famosa sangre de Cristo.

- ¿Puedo llamarte? Para asegurarme que sigues vivo.

- Y atormentarme.

- De paso...

- Si, puedes. Suerte, Eren.

- Suerte, Reiner.

Habiendo pactado una extraña tregua con su archienemigo, Eren se marchó de la iglesia, sin rumbo y tambaleándose bajo la lluvia.

- ¡Eren! - oyó la voz de Jean detrás de si - Está lloviendo ¿Adónde vas?

- Chocolate por la noticia. No sé, déjame solo.

- Al menos llévate mí paraguas, verte así es lamentable. La vida no es un puto videoclip.

- Cállate, Jean. Quiero estar solo.

Avanzaba con el equilibrio errático y pasos lentos, ante la desconfiada mirada de las personas que pensaban que era un vagabundo borracho y peligroso.

- El único peligro aquí es mí corazón, y se llama Armin Arlert - vociferaba. Cuando se dio cuenta, estaba parado en frente del hogar del rubio.

- ¡ARMIIIIIIIN!





Han pasado 84 años xd
Falta poquito para el final!! Siga enganchado a su novela.

La Boda (ErenxArmin)Onde histórias criam vida. Descubra agora