17|

9.7K 452 59
                                    



"No importa cuántas veces una serpiente se despoje de su piel.
Siempre seguira siendo una serpiente."





Santiago

Conduzco lo más rápido que puedo, las calles están atascadas de autos, comienzo a desesperarme. He intento llamarle a ella pero no me responde y me manda a buzón.

«Vamos,  ¡jodido tráfico! »

El semáforo cambia de luz y acelero, mis dedos tocan nervioso el volante, mientras que me muerdo el labio de nerviosismo. Mi cerebro se imagina muchas escenas, de las cuales ninguna es buena. De solo imaginarla a ella indispuesta me siento un inútil.

Estacionó el auto y bajo de él rápidamente, azoto la puerta de la entrada, la casa está en silencio absoluto.

«Ya es tarde »

Subo corriendo las escaleras, grito su nombre varías veces pero no hay respuesta, recorro cada una de las habitaciones que encuentro pero no hay rastro de ella.

« ¡Donde demonios estas! »

Escuchó un ruido proveniente de el ático, corro lo más rápido que puedo y lo que me encuentro me deja estático.

Marina está tirada en el suelo, y tiene un poco de sangre en la cabeza. Me acerco a ella y le tomo el pulso, intento hacerla reaccionar pero ninguna forma funciona. La levanto y la recuesto en la cama.

« ¿Quien mierdas le hizo esto? »

Llamo a una ambulancia, preocupado me acerco a ella. Aún sigue saliendo un poco de sangre por su cabeza, al parecer el golpe que recibió fue muy fuerte.

En la llamada que recibí ella me pedía ayuda e inmediatamente me colgó, ni si quiera me explico nada.

- ¿Marina?

– ¡Santi, tienes que ayudarme!– su voz sonaba temerosa.

– ¿Sucede algo, estas bien?

– El está aquí, ayúdame. – lo dice casi en un susurro.

– ¿El? Marina estas segura de que...– ella no me dejo terminar porque ya me había colgado.

¡Que hace la jodida ambulancia que no puede llegar! Estoy muy inquieto, no se que debería hacer en estos casos, soy un imbecil. Pude haber llegado antes de que todo esto sucediera.

Escuchó el timbre, me levanto y me apresuro a abrir la puerta. Los paramédicos ingresan con una camilla. Los guía hacia donde está Marina, comienzan a tomar el pulso de ella y le colocan una mascarilla de aire.

– ¿Sabe que le sucedió a su esposa? – me pregunta uno de los paramédicos.

Niego – No es mi esposa, ella me llamo asustada, me dijo que tenía que ayudarla. Cuando llegue la encontré así.

Ellos asienten y cogen de la camilla para llevarla hacia el auto. No dudo en subir con ella y emprenden camino hacia el hospital.

PAIN & LOVEWhere stories live. Discover now