6. Ámbar Kesden y Angye Woods. 🐝

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Extra 1.

Damián Klinsmann.

Dejé a Miel en el colegio y me dirigí al trabajo, prendí la radio para entretenerme hasta llegar y sonó una música que me sabía a la perfección.

No pude evitar el nudo en mi garganta al recordarla a ella cantándola mientras hacíamos el amor.

—Te amo, cariño.—me dijo besando mi rostro.—si algún día muero quiero que seas feliz muy feliz con alguien más, yo siempre viviré en tu corazón, mi amado Damián.

Ese maldito presentimiento siempre estuvo ahí, sólo que nunca nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde.

—Tú, no vas a morir.—dije tomando su rostro entre mis manos, la sola idea de perderla me aterraba.—no vuelvas a decir eso.—puse mi cara en su pecho.

—Algún día pasará, mi amor.—dijo quedándose dormida.

Algún día pasará...

Algún día pasará...

Algún día pasará...

Esas palabras se han repetido en mi cabeza durante diecisiete años...

Porqué me dejaste... porque te fuiste y me dejaste a mí y a mi hija solos.

●°●°●°●°●°●°●°●

Señor Damián.—dijo mi secretaria por el teléfono.—los buscan los señores Fisher desean hablar con usted pero no tienen cita previa, ¿Qué hago?.

Los Fisher...

Eso implicaba volver a ver a mi prima...

Y también al odioso-celoso de su esposo.

Déjalos pasar y por favor... tráeme un café.

Claro señor en un momento se lo llevo.

Gracias Angye.

Mi secretaria abrió la primera puerta y le escuché decir:

—Buenos días, pasen el señor Klinsmann los esta esperando.

—Gracias Angye.—dijo Ámbar y pude imaginar que depositó un beso en su mejilla.

Me paré y fui a abrir la puerta.

Ahí estaba ella sonriéndole a su esposo tomados de la mano, la miré de arriba a abajo, llevaba un vestido, la parte de arriba rojo a juego con sus zapatos, cinturón de piedras y la parte baja de color negro, sus ojos cafés claros tuvieron un brillo cuando me vió parado en frente de ella, sonrió como en los viejos tiempos.

—Hola, primito.—dijo abrazándome.—¡cuánto tiempo sin saber de ti!.—rió depositando un beso en mi mejilla derecha.

—Hola, Amby.—le devolví el abrazo.—hace mucho que no sabia de ti... y de tu esposo.—torcí el gesto en un intento de tampoco he sabido nada del odioso de tu marido.—rió y jaló a Angelbeth del brazo.

—¿Cariño no piensas saludar a tu primo?.—él abrió los ojos y se tensó.

Me miró, lo miré, nos miramos.

—Hola, Damián.—fue lo único que dijo.

Quise reírme pero le quitaría el ambiente incómodo en donde estábamos.

Inmarcesible I & II ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora