DIA DE LOCOS

286 18 8
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.







Me levanté de su cama poco tiempo después de consumar el acto. Audrey ni siquiera se dio por enterada, se quedó dormida casi al instante nada más su cabeza cayera en la almohada.

Si se percibía igual que como yo lo hacía, entonces lo entendía a la perfección porque, entre el aturdimiento y la satisfacción me hallaba completamente sedado. Fue un milagro que mi fuerza de voluntad diera para no cerrar los ojos, rindiéndome al sueño con tanta facilidad como la pelirroja lo hiciera. De haberlo considerado ni los rayos del sol, ni el viento invernal, ni los relinchidos de Demon exigiendo el desayuno, habrían podido despertarme.

Me advertía rendido. Más que eso. Pero entonces mi sentencia de muerte habría sido firmada si por un jodido descuido de mi parte, las cosas se hubiesen tergiversado con mi hermano colándose a la recámara de su prometida sin avisar, topándose con un panorama muy poco alentador luego de una primera follada y no precisamente con él, ¿no creen?

Me vestí lo mejor que pude tomando mi texana y mis botas en mano, preparándome para escabullirme en plena madrugada como un ladrón atorado en la escena del crimen. Un ladrón que acababa de robarle una noche de pasión a su futura cuñada, a la que llevaba semanas deseando más que a cualquier otra cosa en el mundo. Sin embargo, al ir hacia la mesita de noche y recoger mi cartera, la tentación de echarle un último vistazo a la mujer que yacía desnuda y recostada de costado sobre el lecho, me significó difícil de refutar.

Le recorrí visualmente cada curva y cada una de sus facciones, las cuales lucían tan apacibles, que me resultó imposible no cuestionarme sobre los sentimientos que seguramente después de nuestro atrevimiento, rondaban por esa cabecita suya; no obstante, la sonrisa inconsciente de boca entreabierta que esbozó, sirvió para aclarar la interrogante convenciéndome de que en ese instante nada más tenía cabida, solamente el regocijante sentimiento de plenitud que en lo que a mí respecta, me tenía pensando como loco en nuestro siguiente encuentro.

Y luego de deleitarme con la vista, cubrí su desnudez con el edredón y apagué la lamparilla, deshaciéndome en el cesto del baño del preservativo usado que meticulosamente hube anudado y envuelto en papel higiénico, escapando posteriormente antes de que pudiese tropezarme con Corine merodeando por el pasillo.

Eran las diez de la mañana cuando desperté en la soledad de mi alcoba y el barullo en las afueras, me resultaba irascible. Maldije en mi fuero interno al escuchar el sonido de metales chocando unos con otros y los chillidos de Irwin, pidiéndole a alguien que impidiese que el animal se moviera o de lo contrario lo lastimaría.

"Día de marcar potrillos". Pensé, llevándome las manos al rostro y tallando con ímpetu mis ojos adormilados.

¿Cómo lo había podido olvidar?

"El poder de la pasión" (E. I. 1)Where stories live. Discover now