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No había salido de la habitación de Alice desde que su padre le permitió ingresar al lugar, sin importarle el hecho de que todos estuvieran confundidos con su actitud extraña para con el lobo.
Emmett entraba cada cierto tiempo, le daba una mirada larga e interrogativa, sacudía la cabeza y luego volvía a salir. No es que Edward estuviera prestando atención a las acciones de su hermano, pero no tenía otra cosa en la que enfocarse mientras esperaba y el musculoso vampiro no era muy sutil en sus intentos de espionaje. La primera vez que se dió cuenta de lo que estaba haciendo el chico yacía parado en el balcón, mirando al lobo dormido con curiosidad, casi como si estuviera tratando de resolver un rompecabezas. Cuando al parecer descubrió lo que andaba buscando, sonrió pequeño negó con la cabeza y saltó, no sin antes darle una mirada significativa.
A la conclusión que sea que haya llegado, Edward no tuvo la más mínima intensión de descubrirla. Tenía otras cosas en las que pensar.
Sabía que todos estaban desconcertados con su forma de actuar, sin embargo, Edward también lo estaba, y lo lamentaba por ellos, pero no podía dar explicaciones que por cosas a las que aún no les encontraba respuestas.
Su instinto no lo dejaba separarse del chico, aunque tampoco quisiera, tenía miedo de que al irse algo pudiera sucederle. Era algo bastante absurdo, pero en su delirio y preocupación excesiva tenía sentido para él.
Jacob aún no despertaba, aunque su aspecto había mejorado bastante, tomando en cuenta que la noche anterior se veía bastante pálido y con círculos obscuros debajo de sus ojos.
Su padre pasó hasta muy entrada la madrugada a revisarlo, tratando de hallar alguna explicación del porqué de su malestar, pero no encontró nada e inexplicablemente la falta de respuestas le tenía nervioso.
¿Qué le pasaba al cachorro?
Además, estaba el hecho de no entender a él qué más le daba lo que sucedía con ese chico, porque él lo odiaba ¿verdad?.
Soltó un suspiro y agarró más fuerte la mano cálida del chico, buscando anclarse a la realidad, ya ni siquiera se entendía a si mismo, ni a su forma de actuar en las ocasiones que el lobo estaba presente.
Quizás era mejor no obtener respuesta, a veces era mejor vivir en la felicidad que otorga la ignorancia.
No eran ni las diez de la mañana cuando a su casa arribaron los integrantes del consejo y los miembros de la manada, con la preocupación latente en cada unos de ellos al saber que Jacob había enfermado.
Entendía su preocupación, pues no todos los días ves a un lobo desmayado y sangrando por la nariz. Son muy fuertes y resistentes, así que lo que le estaba pasando a Jacob debería ser algo grave.
No estaba prestando atención a lo que su familia y los Quileutes estaban hablando en la sala de eso sólo sabía que su padre les estaba explicando cómo fue que Jacob llegó hasta allí y su estado actual. Estaba demasiado ocupado cuidando del chico que trató de quitarle a su novia en más de una ocasión.
Era absurdo.
Lo que él debería de estar haciendo ese momento era estar con Isabella, acompañándola, después que ese intruso halla entrado a su casa, pero no, ahí estaba él sentado a la orilla de la cama mirando fijamente al lobo, asegurándose que con cada segundo que pasara nada en él fuera diferente. Y es que la sola idea de despegarse de ahí le causaba un absurdo temor.
Ni si quiera había reparado en que sostenía la mano derecha del chico entre las suyas desde muchas horas atrás. Bueno, y si Carlisle cuando vino a chequear al lobo lo notó no dijo nada aparte de sonreír muy sutilmente.

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Entre el Crepúsculo y el Amanecer [Edward x Jacob]
FanfictionPara nadie es un secreto que Jacob Black odia a Edward Cullen. Lo ha odiado siempre, porque está en su naturaleza el odiarlo, pero ese sentimiento se incrementó cuando el vampiro se interpuso entre el amor de Jake por Isabella Swan. Él no se ocupa...