cap.20| Su "oscuro" pasado

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[2/6]

— Mi nombre real es Edward Anthony Masen Cullen, nací el 20 de junio de 1901 en Chicago, Illinois; era el único hijo de Edward Masen y Elizabeth Masen — empezó a relatar el vampiro, después de salir del aturdimiento que su acción le provocó — Mi padre siempre me proporcionó muchas ventajas como un abogado exitoso, incluyendo clases de música y la oportunidad de asistir a una escuela privada, sin embargo, él y yo éramos bastante distante emocionalmente debido a su ocupada carrera, que a menudo lo llevó lejos de nuestro hogar para los negocios. Esta ausencia fue compensada por la relación con mi madre; Yo... era el centro de su vida — hizo una breve pausa sonriendo inconscientemente, quizás recordando a su madre, Jacob no lo interrumpió, solo ese quedó mirándolo en silencio, abrazándolo cada vez más fuere — Me destaqué en los estudios y luego tomé clases de piano — continuó. Él recordó el gran piano de cola que había visto en casa de los Cullen aquella vez que estuvo allí. No imagino que pertenecía a Edward — No era nada cerio, solo para pasar el tiempo en casa y no aburrirme, luego me gustó y seguí tocando con más amor. Las primeras melodías que compuse fueron para mi madre...

— Ahora que me doy cuenta, si tienes dedos de pianista — miró sus largos y finos dedos, muy diferentes a los suyos que eran ligeramente más pequeños y un poco más gorditos. Muy sutilmente y con un sonrojo subiendo por sus mejillas, trató de esconder sus deditos de la aguda vista del vampiro. Edward rió ligeramente seguro notando sus acciones, seguido agarró sus manos y besó sus dedos con cariño — ¿Q-Qué h-haces? — balbuceó. ¡Dios! Su rostro estaba ardiendo.

— Me gustan tus manos Jake, son hermosas y... adorables — respondió Edward dándose vuelta para mirarle a los ojos. Sus hermosos orbes dorados contenían un mar de emociones.

— Yo no...

— No lo niegues, se lo que estabas pensando.

— Pensé que no podías leer mi mente — refunfuñó, tratando de esconder su sonrojo y vergüenza por las tonterías que pensaba, pero no pudo evitarlo, las manos de Edward eran muy lindas a diferencia de las suyas que eran más chiquitas y rechonchas, eran de las pocas cosas que habían sobrevivido a su abrupto cambio.

— Y no lo puedo hacer, pero te conozco, pequeño y se cuando estas avergonzado por algo — Jacob sabía que se estaba sonrojando más, pero es que ese "pequeño" había sonado tan lindo. Le gustaba que le llamara así y sospechaba que él lo sabía por eso lo hacía tan a menudo — ahora ven aquí — Edward trató de abrazarlo, pero él se alejó — ¿qué pasa?

— No, siempre lo haces tú, hoy me toca a mi. Tú estás contando algo que para ti es difícil, yo tengo que abrazarte para darte apoyo emocional y ser tu sostén — explicó. Aunque lo último sonó...raro en cierto modo

— Pero podemos cambiar de posición. Yo quiero abrazarte — Edward trató de convencerlo.

— Nop, yo voy a abrazarte a ti, porque quiero y puedo. Así que vuelve a tu lugar, ya luego lo harás tú. Punto.

— Esta bien cachorro, te saldrás con la tuya por ahora, pero luego tendrás que dejarte abrazar mucho, muchísimo tiempo.

— Bien, eso lo hablaremos después ahora... ¿tocaras para mi alguna vez? — preguntó mientras volvía a abrazarlo por la espalda, haciendo sobresalir su labio inferior en un puchero. Ahora estaba comportándose como todo un manipulador, ah ¿qué le estaba haciendo la imprimación?

— Seguro que si. Voy a componer algo para ti — respondió el vampiro sonriendo — A medida que crecía...— retomó la historia, volviendo la vista al frente sin soltar sus manos —...me enamoré de la vida de un soldado, era mi pasión, mi deseo, mi sueño. La Primera Guerra Mundial hizo estragos en la mayor parte de mi adolescencia, y soñé con unirme al ejército tan pronto como cumpliera 18 años, guerra a la que evoqué en Midnight Sun, el amor por mi madre era la única cosa que me hacía reacio a la idea, aparte de ser menor de edad. Era mi única preocupación en ese entonces — soltó una risa vacía, Jacob imaginaba que eso era algo difícil para él. Rememorar esos recuerdos que le ponían melancólico. Le dolía ver su mirada vacía, carente de emoción, pero intuía que era algo que él necesitaba, dejar ir aquello o liberarlo un poco — Eso cambió, sin embargo, cuando mis padres y yo nos  enfermamos con la gripe española en 1918. Mi padre murió en la primera oleada de la influenza. Mi madre...ella más tarde contrajo la enfermedad y le pidió al médico que estaba cuidando de nosotros (que resultó ser Carlisle) hacer cuanto estuviera a su alcance para salvarme. Sospecho que ella sabía o por lo menos sospechaba ya lo que era él. Carlisle cumplió sus deseos cuando yo estaba cerca de la muerte. Poco después de la muerte de mi madre Elizabeth, Carlisle tomó mi cuerpo desde el hospital, y me llevó a su casa, y allí me transformó en un vampiro.

Entre el Crepúsculo y el Amanecer [Edward x Jacob]Where stories live. Discover now