8. Aprender a quererte

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Estaba redescubriendo que la pintura realmente era lo mío y la abuela no mentía cuando decía que yo tenía talento para eso. Llevaba muy poco yendo a las clases y era una de las más avanzadas, parecía innato.
Además, la pintura hacía que me desconectara de todo el estrés que los últimos días cargaba en mis espaldas.

Después de lo que dijo Villamil en la cafetería aquella noche, decidí huir y evitarlo a toda costa. Estaba siendo una completa idiota y una cobarde, pero estaba tratando de protegerme a mí misma y a mi corazón. Estaba claro que Juan Pablo aún quería a aquella misteriosa chica que al irse lo dejó destrozado y claramente si yo intentaba estar a su lado, esa chica sería un fantasma, una mancha de vino entre nosotros que no podríamos borrar. Con lo poco que había hablado con Villa, pude darme cuenta que la amaba demasiado y que el sentimiento era fuerte, tan fuerte que ni la distancia parecía extinguirlo, por ello no quería arriesgarme, no quería derribar mis barreras, además, aún no estaba segura de lo que yo pudiera sentir por el ojiverde.

Suspiré y terminé de guardar mis cosas. La clase de pintura había acabado. Me despedí de la maestra y de algunos compañeros para irme. Tuve que caminar solo unas tres cuadras para llegar a la casa de mi abuela. Fui recibida por Jan que estaba medio desparramada en uno de los sofás.

—Hola—la saludé. 

—Hola olvidadora—respondió la castaña. Aún no me perdonaba que la dejara a su suerte en la cafetería. Menos mal que Villamil la trajo a casa.

Pasé de largo a mi habitación y Jan me siguió de inmediato.

—Oye, hoy es el concierto de los chicos—dijo y sentí mis hombros tensarse.

Lo había olvidado por completo. Estaba tan ocupada evitando a Villamil y a cualquiera de sus amigos que se me había pasado por completo el hecho de que hoy era uno de sus shows finales aquí en Bogotá y nos habían invitado días atrás. 

—Y prohibido que me digas que vas a faltar o me pongas una excusa. Hoy es tu día libre—me advirtió mi mejor amiga.

—Jan…

—Nada—dijo ella—. Mira, te lo vuelvo a decir, me parece sumamente estúpido que estés evitando a Villa, él ha preguntado mucho por ti estos últimos días. ¿A qué le temes?

—Jan, él estuvo enamorado de alguien más hace un tiempo y no la ha superado—dije.

—Lo sé. Todos nos sabemos esa historia, pero el que haya estado tan enamorado de esa chica en el pasado, no lo encadena a ella por siempre—respondió ella—. Villa la pasó muy mal y hasta hace unas semanas estaba hundido, hasta que te conoció. Dime, Liz, ¿qué sientes por él?, ¿te gusta?

Me quedé muda unos instantes. ¿Me gustaba Villamil? 
Ciertamente cuando estaba cerca de él me ponía nerviosa, me volvía más tímida y un poco más torpe, me causaba una sensación de calidez verlo reír, me gustaba que me hablara de música y de fútbol aunque yo no entendiera mucho y me gustaba la forma en la que pronunciaba mi nombre.
Tomé mi cara con frustración. Me gustaba Villamil.

—Me gusta Villamil—musité y Jan sonrió.

—¿Entonces?

—Es que no es tan fácil. Janeth—dije frustrada—. Me da miedo, ¿sí? Me da temor salir lastimada otra vez.

Mi amiga me miró con comprensión y me abrazó. 

Pese a que no recordaba gran parte de mis últimos años de vida, mis padres decidieron contarme que antes del accidente tuve un novio, uno que ellos desaprobaban por completo y el cual fue el causante de mi accidente. Constaté esos datos con mi mejor amiga y descubrí que mi novio y yo peleamos por lo imbecil que era y debido a esa pelea conduje el auto demasiado alterada y en un descuido me salí de la carretera con el automóvil dando vueltas. No quería volver a ser tan estúpida ni lastimarme.

Piezas de mí- j.p. villamilWhere stories live. Discover now