13. Página nueva

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Apoyé la cabeza en una de las palmas de mis manos y posteriormente con la otra mano sujetando el lápiz comencé a contestar el examen de "Historia del arte y civilización", afortunadamente estudié lo suficiente la noche anterior. Miré de reojo y vi a varios de mis compañeros con la semblantes preocupados y mortificados.
Leí con cuidado cada pregunta y me cercioré de revisar dos veces antes de entregarlo, fui la cuarta en terminar. Tomé mi mochila y después de despedirme del profesor con un breve asentimiento de cabeza salí de la aula. Era la única materia que tenía ese día, así que planeaba irme a casa y dormir por lo que restara de la tarde del miércoles. 

Saqué el teléfono de la bolsa delantera de la mochila y le mandé un mensaje a mi tía para avisarle que no iría a la cafetería y que repondría el turno el sábado. Por fortuna, Henry decidió apiadarse de mi y pasar a la universidad a recogerme. 

—¿Cómo te fue?—preguntó en cuanto subí al automóvil.

—Bien, estoy segura que aprobaré el examen—respondí mientras mi hermano mayor dio marcha al auto.

—Mi hermanita la inteligente—dijo Henry apretando una de mis mejillas para molestarme.

—Déjame en paz—le di un manotazo.

—Agresiva—me dijo fingiendo enojo y reí—. Oye, pulga.

—¿Qué?

—Hablé en la mañana con papá y mamá—dijo suspirando y cerré los ojos. Eso significaba noticias no gratas.

—¿Y qué pasó?

—Lo normal. Les dije que planeaba casarme.

—¿No se infartó mamá?

—No, lo tomaron bien porque saben que Marietta es una chica de buena familia. Mamá cree que tiene un futuro brillante—dijo él.

—Bueno, al menos estarán orgullosos de ti—dije y Henry hizo una mueca.

No era sorpresa que últimamente papá y mamá estuvieran decepcionados de mí por el simple hecho de que había decidido salirme de sus moldes y dejar de hacer lo que ellos querían. Desde que vine a Bogotá, se empeñaron en ignorar que tenían una hija. Ellos eran unos buenos padres, jamás nos había faltado nada material a Henry y a mí, lo único de lo que se nos privaba era de ser libres y tomar nuestras propias decisiones.

—Pulga—me llamó Henry—, ellos vendrán a Bogotá la próxima semana.

—¿¡Qué!?—pregunté abriendo mucho los ojos.

—Sí.

—No puede ser—cerré los ojos frustrada.

—Y eso no es todo.

—¿Qué hiciste Henry?

—Puede que se me saliera decirles que tienes novio—dijo con culpabilidad y quise golpearlo.

—¿Les dijiste quién era?

—Solo les dije que se llamaba Juan Pablo Villamil y quieren conocerlo en cuanto lleguen a Bogotá.

—Genial, Henry. Acabas de firmarme la sentencia a muerte—dije tallando mi rostro con frustración.

Ahora tenía un peso enorme del que preocuparme y lo peor es que Villa regresaba a finales de esta semana que terminaba, por lo que no podría ponerles una excusa. Estaba segura que papá y mamá lo odiarían por no ser el prospecto que querían para su hija.

Me recargué en el asiento y dormité unos minutos mientras llegábamos a casa. En cuanto estuvimos frente a la casa de la abuela bajé del auto y fui directo a mi habitación. 
Entré y dejé botada la mochila en algún lugar, me tiré boca abajo en la cama y cerré los ojos lista para dormir hasta que escuché un carraspeo que me hizo sobresaltar. Volteé hacia donde provenía el ruido.

Piezas de mí- j.p. villamilWhere stories live. Discover now