14. Te amo

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Moví con impaciencia el pie mientras escuchaba distraídamente a Villamil hablarme de cómo le había ido en Madrid. Me sentía una pésima novia por no ponerle la atención debida, pero no dejaba de pensar en la visita de mis padres que cada día estaba más próxima y aún no sabía cómo decirle a Juan Pablo que mis conservadores progenitores querían conocerle.
Ya visualizaba en mi mente cada uno de los posibles escenarios y todos acababan con un final incómodo.

—Lizzie, ¿estás bien?—me preguntó Villa y dejé de encerrarme en mi mente para verlo.

—Sí—respondí tratando de sonreírle.

—No es cierto—dijo él—, algo tienes, ¿qué sucede? Y no trates de decir que nada, has estado muy callada y ni siquiera me has puesto atención—abrí la boca para refutar pero él siguió hablando—. No trates de negarlo, me di cuenta porque no dejabas de fruncir el ceño y de mover el pie. Solo haces eso cuando estás distraída y algo te preocupa.

Me quedé asombrada de que Juan Pablo me conociera a ese nivel. Llevábamos tan poco juntos y él ya podía leerme como a un libro abierto, ya me conocía de la forma en la que conocía los acordes de su canción favorita.

—Ya dime, qué sucede, Lizzie—pidió tomando una de mis manos por encima de la mesa y suspiré.

—Como sabrás, Henry va a casarse dentro de poco—comencé a hablar y él asintió con la cabeza—, justo el día que llegaste de Madrid, Henry me avisó que habló con mis padres y en dos días los tendré aquí en Bogotá—suspiré nuevamente—. Pero eso no es todo, quieren conocerte.

Levanté la vista y no me pasó desapercibido cómo los hombros de Juan Pablo se tensaron bajo su playera blanca. Sus ojos adquirieron un brillo de notoria preocupación y eso solo me dio más ansiedad.

—No te los presentaré si no quieres—dije—, comprendo que apenas llevemos muy poco siendo novios, además mis padres son las personas más conservadoras del mundo y...

—Lizzie, respira—dijo interrumpiendome—. Está bien. Quiero conocerlos.

—¿En serio?

—Sí, además los padres siempre terminan adorandome—dijo en broma y medio reí.

—Es que me preocupa un poco porque mis papás son las personas más tediosas y conservadoras del mundo—dije—. No... no quiero que te espanten o algo así.

—Oye, ni aunque me apuntaran con una pistola en la frente yo podría alejarme de ti, mi vida—dijo con ternura y reí nerviosa.

—¿Me dijiste "mi vida"?—pregunté bobamente.

—Espero que no te moleste, porque eso es lo que eres, mi vida entera. Ya ni siquiera puedo imaginarme un día sin tu risa y sin ver tus ojos, Elizabeth—tomó mi mano y besó los nudillos—. Te amo, Lizzie.

En cuanto mencionó que me amaba, me quedé estática en mi lugar sin saber muy bien qué responder a eso. Mi mente, la parte racional me gritaba que tuviera mesura, que pensara bien las cosas, que no me acelerara, que no cayera enamorada tan rápido porque todo lo que se cae siempre termina rompiéndose. Verbalizar el amor que le tenía a Juan Pablo me aterrorizaba. Aquellas dos palabras doradas se quedaron congeladas en mi boca, encerradas en mi corazón.

—No importa si tú no sientes lo mismo, Lizzie. No estoy presionandote, solo quería que supieras todo lo mucho que significas para mí—dijo sin dejar de apretar mi mano y dándome una sonrisa tranquilizadora.

Le sonreí levemente, me sentía idiota por no poderle decir que yo también lo amaba con toda mi alma, que pese al corto tiempo que teníamos, él ya estaba completamente metido en mi piel.

Solté su mano de la mía y me acerqué a darle un suave beso en los labios. Juan Pablo llevó sus manos a ambos lados de mi rostro y acarició mis pómulos con dulzura y delicadeza. Besarlo siempre era como sentir una explosión de todos los más bellos e intensos colores dentro de mí.

Villa sonrió entre el beso y nos separamos por la falta de oxígeno que se hizo presente entre ambos. Lo miré con su frente recargada en la mía, con los ojos cerrados, la respiración agitada y las mejillas encendidas. Estaba segura que así lucía la perfección. Era tan afortunada de que un corazón como el suyo amara a un corazón como el mío. Le di un besito en la nariz punteguda que tanto me gustaba y volvió a sonreír. Juan Pablo era aún más interesante y más precioso que cualquier pintura en el mundo, digno de admirar. Por primera vez, en meses agradecí aquel accidente que me quitó casi todo pero que me llevó al lado del increíble hombre que tenía enfrente.


















Uy, he estado súper desaparecida de aquí jajaj, una disculpa, la universidad en línea me está poniendo una putiza:(
Pero weno, hoy por fin pude actualizar yeiiiii.

Perdonen por el capítulo corto jsjajaja ya pronto se viene dramaaa.

Cris

Piezas de mí- j.p. villamilWhere stories live. Discover now