Capítulo 2

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 A Elián siempre le había gustado su habitación. No era nada del otro mundo: una pequeña galería escavada en la roca con un montón de paja que hacía de cama y unas hendiduras en las paredes que se suponía que debían usarse para dejar allí las antorchas o trozos de madera que calentarían la habitación.

Sin embargo como Elián no necesitaba de fuego porque ella era el fuego, había llenado esos espacios de libros. No podía leerlos porque con la intensidad de emociones que le provocaba la lectura siempre quemaba las páginas, pero le gustaba tenerlos ahí.

¿Quién sabía si algún día la chica lograría controlar sus poderes y leerse uno sin provocar un incendio en el intento?

Elián era una persona muy curiosa y la torturaba tremendamente estar rodeada de conocimientos a los que ella no podía acceder. Más de una vez se planteó pedirle ayuda a Horloge para que se los leyera pero ella misma apartó la idea en seguida. Si los rumores eran ciertos y su segundo realmente estaba enamorado de ella, hacer algo tan íntimo para Elián podría enviar el mensaje equivocado.

El amor era una debilidad que la joven comandante pretendía evitar a toda costa, además no estaba interesada en Horloge.

Elián observó una vez más el mapa extendido sobre su cama. Las nueve regiones bien detalladas en el mapa mostraban pueblos, ciudades, caminos, senderos, bosques y montañas, ríos, lagos y mares.

Una cruz roja marcaba los lugares que su ejército e influencias tenían controlado y eso era, básicamente, las zonas rurales de Nídea alejadas de la capital y la ciudad de interior de Malik. Era una zona pequeña en Clotilde pero en realidad se trataba de casi toda la región.

Su ejército siempre seguían la misma táctica de conquista: llegaban a la ciudad sin que nadie se diese cuenta e intentaban hacerse con el poder, o bien matando a los gobernantes y suplantando sus identidades o mediante una guerra abierta. Ese método había funcionado bien en los pueblos y ciudades pequeñas pero no funcionaría de la misma forma en Xanaia.

Xanaia..., la capital de Nídea. Solo conquistándola se podría a sus pies toda la región.

Elián rebuscó en las estanterías y sacó otro manojo de papeles. En ellos había dibujados un mapa de la ciudad junto con otros dibujos de sus puertas y puntos débiles en las murallas. Aquellos dibujos databan de hacía 3 años, no podía elaborar una estrategia buena basándose en ellos.

La chica suspiró con fastidio, tendría que enviar nuevos espías a la ciudad para que dibujasen todo de nuevo y apuntasen las medidas de seguridad y los cambios de guardia, el número de soldados en las murallas... los datos que se necesitaban eran incontables.

En fin, qué remedio.

La chica se irguió para prepararse para la cena, se puso una túnica negra y se ató a la cintura su cinturón de armas con su espada. No es que fuese a usarla pero le gustaba sentir que la llevaba consigo, fue un regalo de su madre y eso era lo más preciado que tenía. Acto seguido caminó por los túneles que tan bien conocía hasta llegar a la galería principal.

Esa estancia era una de las pocas que tenía una salida directa al exterior y era por donde habían entrado Horloge y ella hacía a penas unas horas.

Esta se trataba de una gran estancia altísima con una forma más o menos redonda a la que iban a parar todos los corredores principales de La Mansión. En el centro de la estancia había una gran hoguera que la propia Elián se ocupaba de mantener encendida día y noche con sus poderes. Al rededor de la misma estaban colocadas en circulo largas mesas y sillas para que todos pudiesen cenar juntos.

Cuando llegó allí, esta ya estaba llena de hombres, mujeres, niños y ancianos que celebraban la victoria de su ejército en Kaldish. A Elián le parecía excesivo celebrar hasta la más mínima conquista pero se debía mantener alta la moral del que ahora era su pueblo y, además, los soldados contentos luchaban con más ganas.

Hija del SolTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang