Capítulo 3: La revolución

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El día de su cumpleaños número veinte, YoonGi habló con Jin Hu. Le pidió que todos se prepararan porque hoy era el día. También habló con la señora Park y le pidió que se ocultara con su familia en lo que se llevaba a cabo esa batalla contra los Lee. El hijo mayor de Park se preparó también para la guerra, el único que no podría sería JiMin, quien apenas tenía dieciséis y le habían encargado cuidar de las mujeres. 

YoonGi no quiso decirlo, pero el único motivo por el cual prefería que JiMin se quedara con las mujeres era porque así estaría seguro. Además él se encargaría de sacarlas del pueblo si las cosas empeoraban y ellos no ganaban. 

En esos años su relación se volvió cercana, a pesar de que la mayor parte del tiempo se reunían a escondidas o muchas veces no hablaban. JiMin había acostumbrado ocupar su cuarto para practicar con su abanico, en lo que se volvió realmente bueno y le demostró a YoonGi que podía usarlo como arma. Aunque su padre, el general Park, no sabía nada de las habilidades secretas de su hijo menor. Ni siquiera sus hermanos o su madre sabían al respecto. YoonGi era el único que conocía todo del pequeño Park.

Y cada cosa que conocía de él, le gustaba. Todo: sus gustos, miedos, secretos, costumbres y pasatiempos. YoonGi no podía encontrar en JiMin algo que le disgustara. Todo de él era cautivador y hermoso, hasta el más mínimo rincón. 

YoonGi se encontró amando cada parte del menor de los Park. 

–Joven Min–dijo JiMin ingresando al cuarto que YoonGi ocupó por diez años–, ¿está seguro de lo que hará?

YoonGi arregló su ropa oscura y tomó entre sus manos el sugegasa que luego se pondría. 

–Lo estoy–dijo seguro mirándolo–y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión. Esto es algo que debo hacer.

–Lo sé–dijo JiMin bajando la mirada–, pero no entiendo por qué me dejan fuera. Sé que debo cuidar de mi madre y mis hermanas, pero me sentiría mejor si pudiera luchar con ustedes.

–Tu posición en esta guerra está fuera de discusión. Pensé que te había quedado claro cuando hablamos hace dos días. –miró a JiMin fijamente, él seguía sin alzar la mirada–JiMin, es por tu bien.

–Usted me preocupa más. –con timidez alzó la mirada para enfrentarlo–Yo puedo protegerlo.

YoonGi notó la preocupación y los nervios aumentar en JiMin, se notaba en el temblor de sus manos y en su mirada suplicante. Su corazón, acongojado por la imagen que estaba presenciando, lo llevó a abrazarlo con fuerza, dejando que se ocultara en su hombro y devolviera el abrazo.

–No dudo de que puedas protegerme–susurró solo para que JiMin lo escuchara–. Pero me sentiría más aliviado si te quedaras aquí con tu familia, donde es más seguro para ti. Me sentiría triste si te pusieras en peligro por mi culpa. –YoonGi dejó un beso en el hombro de JiMin–Por favor, quédate aquí y espérame. Prometo que regresaré por ti. 

JiMin se separó un poco para poder mirarlo, YoonGi pudo ver en sus ojos que realmente no quería dejarlo ir o si lo hacía quería acompañarlo. Pero entendía su preocupación y por eso luchaba consigo mismo sobre la decisión que tomaría.

El pulgar del pequeño Park pasó por la herida en su ojo derecho con cuidado y dulzura.

– ¿Qué garantía tengo de que cumplirás tu promesa?

–Garantía como tal no hay ninguna, pero puedes confiar en mí. Eres la única persona en el mundo a quien jamás podría mentir o traicionar. –la mano de YoonGi tomó la pequeña de JiMin que lo acariciaba–Así que confía en mí, por favor. Prometo que regresaré por ti cuando todo acabe.

El emperador Min [YoonMin]Where stories live. Discover now