Capítulo 8: Traición

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Según palabras de NamJoon, ya que él no se molestaba en relacionarse con el chico, el sobrino de Yi era realmente trabajador y atento. Se molestaba en aprender todo lo que le enseñaban y en repasar en sus tiempos libres lo que le daban. Era sin dudas un aprendiz ideal, lo que de cierta manera extrañó a YoonGi. JiMin le decía que estaba paranoico nada más ya que el chico no era malo, todo lo contrario, y era demasiado joven como para ser alguien que buscara perjudicarlo.

Como sea, YoonGi jamás se fiaba y por eso se quedaba lejos de él, dejando que NamJoon tratara con el chico todo el tiempo. Él ya tenía bastante con tener que aguantar a los viejos del consejo que muchas veces aprovechaban para pedirle algo que necesitaran. YoonGi no creía que fuera de urgencia, pero los calmaba diciendo que lo pensaría. Luego se olvidaba a menos que realmente fuera importante el pedido. Pero si eran algo como más caminos solamente para ser mejores que el pueblo vecino, entonces simplemente lo pasaba por alto. 

Se encontraba tomando una taza de té en compañía de Seok Jin, quien había ido llevándole unas nuevas armas que había creado. JungKook se había quedado en su hogar terminando la primera daga que haría por su cuenta. Una prueba para que demostrara sus conocimientos. 

–Necesito saber el cuidado que deben tener los abanicos de JiMin. Estuve tan ocupado estos días que ni siquiera pude contactarte para saberlo. 

–Se cuida de igual forma que una espada–afirmó Seok Jin bajando su taza de té–. Las espadas que solicitó tardarán dos semanas más. 

YoonGi asintió tomando su té, pero algo en la mirada de Seok Jin le decía que había algo más que no se animaba a decirle. Clavando su mirada en él, YoonGi dijo directamente:

–Lo que sea que tengas que decirme, solo hazlo y ya. No quiero que ocultes nada.

–No es con respecto a las armas.

– ¿Entonces?

–No es nada…en realidad es una estupidez, emperador Min. Son rumores a los que no les veo lógica, nada más–Seok Jin le restó importancia, pero YoonGi no podía ignorarlo así como así. 

– ¿Qué tipo de rumores?

–Sobre usted y su guardia personal. El niño de los abanicos. 

YoonGi estrechó los ojos en molestia. ¿Acaso se corrían rumores sobre él y JiMin? ¿Por qué? Esperaba que su pequeño no escuchara nada de esos rumores porque no quería verlo mal por gente estúpida que parece no tener vida propia. 

–Explícate–ordenó sin dejar de mirar a Seok Jin.

Este dejó la taza, en su rostro se podía leer cierta incomodidad que intentó no dejar ver. Pero YoonGi ya se había dado cuenta, aunque fingió que no. 

–Se rumorea que tiene una relación prohibida con su guardia personal. Una relación…de amantes.

YoonGi no dejó notar la sorpresa. Simplemente siguió mirando a Seok Jin con molestia mientras pensaba en quién había sido el hijo de puta que había comenzado el rumor. Sea quien sea tendría que vérselas con él por haber empezado a decir eso. Aunque fuera verdad, no quería que nada lastimara a JiMin de ninguna manera. Su pequeño era su prioridad ante todo.

– ¿Dónde lo escuchaste? 

–JungKook llegó hace unos días a casa comentando sobre el rumor luego de escucharlo en la calle, cuando fue por un encargo mío. Pensé que había escuchado mal, pero de camino aquí lo escuché. Dos comerciantes ancianos. 

–Bien, gracias por tu visita. –YoonGi se levantó y sin esperar a que Seok Jin dijera algo, salió directo a buscar a Kim TaeHyung.

Luego podría comentarle a NamJoon de los rumores, pero ahora no era importante. Caminó decidido hacia la sala de entrenamiento de JiMin, donde generalmente estaba TaeHyung, aunque lo encontró a mitad de camino. Parecía haber estado entrenando con JiMin pero se daba un descanso hablando con uno de los guardias del palacio. 

El emperador Min [YoonMin]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz