Capítulo 5: Las responsabilidades del emperador

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El primer año como emperador fue sumamente agotador. YoonGi había tenido que arreglar todos los problemas causados por los Lee y reestablecer conexiones con el extranjero. El emperador Qing de China había aceptado volver a establecer la ruta comercial con ellos y Rusia había tardado unos meses en aceptar, desconfiados de que fuera una treta del clan Lee, famosos por sus traiciones. 

Cuando pudo comprobar que realmente era el hijo de Min Chi Rok (lo cual no fue muy difícil, todos decían que era igual a su madre en apariencia pero a su padre en liderazgo) las cosas se habían facilitado. Había tomado largos meses, sí, pero de nuevo el pueblo coreano estaba gozando de felicidad y buen pasar. Ya no había personas muriendo de hambre en la calle o siendo maltratadas por los guardias. Estos últimos habían vuelto a ganar respeto y ya nadie les temía como en el pasado. El pueblo prosperaba y poco a poco volvía a ser la Corea que él conoció en su niñez.

Como emperador, YoonGi tuvo que viajar hasta el último rincón del país para asegurarse de que todos crecieran justamente y al mismo tiempo. Todos habían tomado con alivio y alegría la noticia de que el clan Lee ya no estaba en el poder y que todos los impuestos que ellos pusieron habían sido eliminados. Ese había sido el mejor alivio para todos, quienes habían sufrido con todos esos impuestos ridículos que debían pagar. Muchos habían muerto al no poder, como había pasado con JungKook.

JungKook. El pequeño al final, para alegría de YoonGi, consiguió un hogar muy pronto y apenas había pasado un par de noches durmiendo en el palacio. El día que viajó a ver al primo de NamJoon, YoonGi lo llevó con él. Kim Seok Jin, el experto en armas, se llevó muy bien con el niño (aunque tenían diferencias que los hacían pelear cómicamente) y lo aceptó como su aprendiz luego de que este se mostrara realmente interesado en su trabajo. YoonGi no entendía como ningún niño se había mostrado interesado antes en el trabajo de Seok Jin ya que realmente lo era. Con alegría, Kim le habló de su trabajo y le mostró los bocetos que había hecho durante el reinado de los Lee. Las armas eran más avanzadas que las que tenían y mostraban un gran trabajo. Con ellas avanzarían en armamento militar y podrían combatir mejor al enemigo. 

Aunque YoonGi le pidió que creara un arma especial solamente para él, ya que quería regalársela a alguien especial. Seok Jin se mostró interesado por el desafío y aceptó crear un arma con un abanico, aunque le aseguró que le llevaría algo de tiempo ya que era la primera vez que trabajaría con un abanico y debía probar varios antes de entregarle el producto final. Además tardaría ya que no sería el único trabajo que tendría. Aunque YoonGi le aclaró que ese abanico le importaba más que el resto. Ese abanico sería el regalo para JiMin. 

JiMin, por su parte, había trabajado duro todos esos meses en el cuarto que había construido para él. La sorpresa y la felicidad al ver el lugar que YoonGi hizo para él no tenían comparación. Le había agradecido repetidas veces y aprovechando que estaban solos, YoonGi lo calló con besos. 

Se había vuelto costumbre ir a verlo en sus ratos libres, como en los viejos tiempos. Sin duda JiMin había perfeccionado sus movimientos con el abanico, lo hacía de manera tan natural y hermosa que YoonGi se encontraba enamorado del show, incapaz de dejar que otros lo miraran.

–Emperador Min–dijo TaeHyung alcanzándolo en el corredor donde caminaba con NamJoon mientras le hablaba de los avances en el pueblo–, el experto en armas, Kim Seok Jin, está aquí. Dice que tiene su encargo especial.

–Gracias, TaeHyung. –el chico hizo una reverencia antes de marcharse–Seguimos está conversación después, NamJoon.

NamJoon asintió y YoonGi se encaminó a la habitación donde recibía a las visitas. Ahí estaba arrodillado frente a una mesita Kim Seok Jin con su aprendiz, Jeon JungKook, tomando una taza de té. Detrás de ellos estaba el encargo envuelto cuidadosamente. 

El emperador Min [YoonMin]Where stories live. Discover now