1. Errores

198 12 3
                                    

¿En qué momento se había convertido en éso? ¿Cómo podía detenerse ahora?

Su brazo le picaba, estaba asustado.

Se encontraba de pie frente al salón, donde su madre y su tía lo observaban atentamente. Su madre también lucía nerviosa, pálida, delgada como una hoja de papel. Le apuntaba con la varita al rostro.

Hacía tanto que su vida no era la misma, esas últimas semanas se habían convertido en un instrumento de tortura para él. Tenía miedo de no hacer lo que le era ordenado y lo que representaba para su familia, y le aterraba la idea de realmente hacerlo.

Las emociones le jugaban en contra.

Intentó concentrarse, serenarse. Tomó todo lo que había estado pensando y lo enterró. Solo debía enterrarlo y toda esa pesadilla iba a terminar. Sus preocupaciones, su compasión. Todo terminaría.
Su miedo a la muerte ya estaba enterrado, ¿y el miedo a la muerte de sus padres? No, de ése no se iba a deshacer tan fácilmente.

Lo que no paraba de preguntarse era si sería capaz realmente de asesinar a una persona.

-¡Legeremens!- la voz firme de su madre detuvo su cuestionamiento.

De inmediato, un sentimiento frío le recorrió el cuerpo, como un témpano en su cabeza y húmedo como agua helada en sus extremidades. Su mente se abrió como un libro, dándole acceso a su madre hacia sus pensamientos, hacia sus recuerdos, hacia lo que sentía en lo más profundo de su ser.

Intentó reprimirlo, tal como había reprimido por años tantos sentimientos de ira, celos, amor, culpa.

Su esfuerzo fue en vano, ya que miles de imágenes flotaron en su cabeza y parecían salir como un grupo de mariposas que escapaban de una jaula.
Su tía gruñó.

-Vamos, Draco, ¡concéntrate!

Cerró los ojos con fuerza, pero no podía. Simplemente no podía. Le era imposible poner su mente en blanco y simplemente convencerse de que nada de lo que sentía era real.

¿Cómo se suponía que debía reprimir sus sentimientos con respecto a todo lo que había estado sucediendo desde el final de su último año escolar? Con su padre en Azkaban, su casa repleta de mortífagos, su tía Bellatrix respirando en su cuello (tal vez intentando convencerse de que no sería un traidor, para variar), la marca tenebrosa en su antebrazo, su madre preocupada y asustada por su bienestar, las amenazas de quien-no-debe-ser-nombrado contra su familia, la pérdida de su prestigio y el respeto del mundo mágico, el hecho de que su primera misión fuera utilizar la maldición asesina contra... Era jodidamente demasiado para digerir, ya ni hablar de intentar reprimirlo.

-Cissy, detente- dijo Bellatrix, más como un chillido que como palabras en sí.

Draco se levantó. Abriendo los ojos lentamente. Su tía se posicionó a unos centímetros de él y lo observó con sus ojos grandes y espeluznantes, con sus enormes párpados entrecerrados.

Pasó saliva y sintió un escalofrío.

-Severus está a punto de llegar, Draco- susurró -Él continuará con tu entrenamiento en mi ausencia- se alejó -Cuando regrese, espero ver resultados. El señor tenebroso querrá saber tú desempeño, ¿entiendes?

Asintió sin parpadear. Bellatrix se alejó y salió del salón.

Se giró hacia su madre, ella estaba temblando y lucía pálida. Estaba claro que el ver sus pensamientos la afectaba, le preocupaba que Draco estuviera tan atemorizado como ella misma, que su hijo se fuera a convertir en un asesino.

Ella se acercó y lo rodeó entre sus brazos, lágrimas gruesas cayeron de sus mejillas hasta los hombros de su hijo.

-Cariño, lo lamento, en verdad...

Legeremens (fanfic drarry/harco)Where stories live. Discover now