4. Azufre y sal

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Los días siguientes pasaron con asombrosa rapidez, Harry, quien había estado escaso de noticias con respecto a las reuniones de Malfoy con Dumbledore, comenzaba a impacientarse. Se preguntaba una y otra vez porqué el director habría estado citando al rubio tan últimamente, mientras que él solo podía especular acerca de los planes venideros con respecto a la caza de los fragmentos del alma del Señor Tenebroso.

La noche en que regresó de la oficina de Dumbledore, sus amigos lo esperaban en la sala común, la cual no estaba vacía aún, ya que no era particularmente tarde. Les había contado todo lo ocurrido y ellos no habían parado de hacerle preguntas y pedir detalles.

Simplemente estaba cansado de todo, de dar explicaciones, de repetir una y otra vez todo aquello, de pensar en el riesgo que conllevaba de lo que había sido partícipe.

Sin embargo, aquella tarde, sentado en el Gran Comedor, mirando hacia la mesa de Slytherin sin ser capaz de encontrar a Malfoy entre los alumnos, Harry creyó que su consciencia iba a explotar.

-Entonces- dijo Ron por centécima vez en la tarde- El hurón ahora es de los nuestros, ¿así de fácil?

-Ya te lo he dicho- respondió Harry con hartazgo- hizo un juramento inquebrantable, así que...

-Pero las cláusulas establecidas no son del todo exactas, Harry- lo interrumpió Hermione- Él podría terminar siendo un traidor. Al fin y al cabo, no es sencillo que una lealtad hecha se pueda cambiar así como así.

-Tú misma lo dijiste, ¿no? Un juramento inquebrantable no es algo que se hace si no se está dispuesto a cumplirlo- replicó, agotado- Así que confío en él.

-En verdad, compañero, que a veces te ciegas ante la verdad- Harry se apretó el tabique nasal- Una cosa es que tú... Bueno, que te guste o lo que sea. Pero otra muy diferente es que ahora sea un miembro de la Orden.

-No es que creamos que estás loco, pero creo que ni Dumbledore ni tú alcanzan a comprender lo que arriesgan por confiar en él- admitió Hermione.

-¿Y qué hay de Snape? Él también tiene la marca- apuntó.

-Dumbledore confía en Snape- replicó Hermione.

-También en Malfoy.

-Pero Snape ha demostrado que es de fiar, lleva años ayudando a la Orden- dijo la bruja, con exasperación.

Harry se levantó de golpe de la mesa, derribando varias copas trás el brusco movimiento, y salió a grandes zancadas del Gran Comedor, ignorando las voces de sus amigos que, detrás de él, llamaban su nombre. Entonces salió del castillo hacia los jardines.

El viento helaba ligeramente, como resistiéndose al clima cálido que vendría en julio. Las hojas parecían más brillantes, las flores se encontraban cada vez menos en botón. Se preguntaba si realmente había cambiado aquel lugar desde que había estado por primera vez allí, o si estaría igual y solo era él quien se hacía mayor.

El tiempo parecía no cambiar, la magia del lugar hacía que todos los meses de Junio fueran como aquél, sin embargo, las personas que pasaban por allí habían cambiado, y con ellas, la manera en la que percibían ese mismo cielo, mismo césped y mismos árboles que permanecían como detenidas en el tiempo.

Sintió el suave crujir de unas pocas hojas que habían caído sobre el césped de los jardines debajo de sus pies. En aquel momento, Harry deseaba mucho más que nunca, que el tiempo pudiera detenerse y fuera capaz de permanecer en aquél lugar de aquella manera. Pero el tiempo se le escurría entre los dedos.

La guerra estaba cada vez más presente, las muertes cada vez eran más y las personas que más quería continuaban sacrificándose por una causa de la cual ahora era la esperanza principal. Era su destino, al fin y al cabo. Morir o matar.

Legeremens (fanfic drarry/harco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora