3. El juramento

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Dumbledore los miró alternativamente a Draco y a él, sonriendo y con una ceja arqueada. Harry lo miró con pánico, se giró hacia Draco de nuevo, y dió un salto fuera de la cama, cayendo al suelo con un ruido sordo. El rubio hizo un sonido de descontento y abrió los ojos, mientras se estiraba. Bostezó y se giró hacia Harry, quien seguía en el suelo, con el corazón palpitándole a mil por hora, frunció el seño y luego se giró hacia Dumbledore. Dió un salto también, hasta quedar sentado y espetó entre contrariado y molesto:

-¡¿Qué demonios está haciendo usted aquí?!- volteó a ver a Potter- ¡Y tú! ¡¿Pasaste la noche aquí, maldito pervertido?!

Harry se puso rojo hasta la raíz del cabello, el anciano rió suavemente y luego dijo en voz pausada:

-No ha sido mi intención despertarlos, muchachos. Cuando he entrado a la habitación, la señora Pomfrey me ha contado amablemente que Harry vino a visitarte anoche y que se había quedado dormido mientras te hacía compañía.

-Yo le dije que se fuera- se excusó Draco, Harry pudo ver desde donde estaba, que se le habían puesto rojas la orejas.

-Sí, me lo imaginé- admitió Dumbledore.

-Temo informarle que no me complacen especialmente las visitas, profesor, mucho menos cuando se trata de ciertos individuos, como ustedes. La falsa preocupación me enferma particularmente- la voz escurría veneno.

-Siento las molestias, Draco, sé que debes estar agotado. Sin embargo, supe que era tu cumpleaños y me pareció muy descortés no hacerte un pequeño obsequio- Dumbledore le extendió un paquete, sin hacer caso a lo que el chico estaba diciendo.

Harry se levantó y se sentó en la silla más próxima, mientras veía el rostro de Draco examinando la caja que le había entregado Dumbledore con gesto de desconfianza. El anciano volvió a reír.

-Tranquilo, no está embrujado, ni posee ningún sortilegio- afirmó con voz tranquila- A diferencia del collar que planeabas que me fuera entregado o la botella de hidromiel que fue reemplazada por veneno, lo que está en esa caja no te hará ningún daño, te lo aseguro.

Malfoy se puso pálido al escuchar esas palabras y no se movió ni un centímetro. Harry, quien estaba a punto de soltar todas las preguntas que tenía en la garganta, fue interrumpido por la mano de Dumbledore, quien lo miró fijamente. Malfoy seguía sin moverse.

Harry se quedó de una pieza también al escuchar aquello. Sabía que Malfoy había estado planeando algo, pero ahora se daba cuenta que todo lo que había estado sucediendo encajaba perfectamente, como las piezas de un rompecabezas. Malfoy había estado intentando asesinar a Dumbledore, éso era seguro. Pero de lo que Harry también estaba seguro, era de que aquello no lo hacía por voluntad propia. Le dió un vuelco el corazón.

-Harry- dijo el anciano profesor- ¿Podrías ayudarle a Draco a abrirlo, para que se asegure de que el contenido del paquete no lo lastimará?

Harry asintió y tomó el paquete entre sus manos. Tiró del listón que se encontraba alrededor de éste y abrió suavemente la caja, consciente de que la mirada de Malfoy estaba clavada en sus manos. Entonces, el rubio, quien pareció salir de su ensimismamiento, le arrebató la caja y la abrió con brusquedad. Harry vió cómo Dumbledore arqueaba una ceja de nuevo.

Malfoy sacó lo que había en la caja, se trataba de un anillo muy pequeño, de oro, con una gema azul incrustada en la zona superior. Era un anillo muy bonito, en realidad. Harry miró con desconcierto a Dumbledore. El rubio tomó el anillo entre sus dedos y lo examinó minuciosamente.

-Debe ir en el meñique, Draco- añadió el profesor.

El chico se lo colocó el la mano izquierda, del lado opuesto a la que tenía el anillo de plata de su familia, y se miró la mano. Luego, con toda la cortesía que le fue posible, dijo:

Legeremens (fanfic drarry/harco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora