6. La despedida

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Al día siguiente, ya más de la mitad de los estudiantes habían emprendido su camino de vuelta a casa. Las hermanas Patil se habían ido esa misma mañana, a primera hora, y los demás no tardaron a acompañarlas.

Se suspendieron las prácticas de Quidditch, los exámenes y todas las clases. En el gran comedor reinaba un silencio casi absoluto, solo ahogado por los murmullos de los alumnos y los sonidos de los cubiertos. Tanto Harry como sus amigos de Gryffindor a penas probaban bocado.

La mayoría de los de Slytherin, incluídos Crabbe, Goyle y Pansy Parkinson, se habían marchado ya del colegio, por lo que Harry había convencido a Malfoy de que ocupara un lugar a su lado en la mesa de Gryffindor. A ninguno de sus amigos le molestó particularmente, aunque de tanto en tanto, algunos otros como Seamus, le lanzaban miradas de reproche a Harry. Luna también se sentaba con ellos, junto a Ginny, aunque definitivamente ella era mucho más bienvenida que Draco Malfoy.

Se esperaba que los padres de algunos alumnos, así como amigos y conocidos de Dumbledore, se alojaran en el castillo para estar preparados el día del funeral.

La música de Fawkes se había apagado, justo como la esperanza de que Dumbledore volviera. Harry se sentía más desanimado que nunca, como si todo lo que antes veía con tanta vida, estuviera coloreado en escalas de gris, y como si aquellos jardines que parecían nunca cambiar, se hubieran marchitado junto a él.

Lo único que le daba ánimo era la idea de que debía terminar aquello que Dumbledore le había encargado, y necesitaba hacerlo solo. No podía arrastrar a más personas a aquello, no podía arriesgarse de perder a nadie más. Debía acabar con ello, debía convertirse en aquel elegido que tanto proclamaban en El Profeta, y tenía que hacerlo porque debía terminar con Voldemort y reparar, con ello, todo el daño que había hecho. Sin embargo, todo aquello debía, por supuesto, esperar a que pasara el funeral.

La tarde del día posterior a los acontecimientos en la Torre de Astronomía, Harry volvió temprano a su habitación.
La imagen de Dumbledore siendo alcanzado por el rayo de la varita de Snape le atormentaba los pensamientos.

Se dió la vuelta sobre la cama, sabiendo que no podría (y realmente tampoco quería) dormir. Eran cerca de las siete, por lo cual la habitación estaba vacía aún. No deseaba ver a nadie, mucho menos si se trataba de Ron, Hermione o Ginny, ya que sabía que querrían hablar de aquello, como si esa acción fuera a animarlo en lo absoluto.

Había sido incapaz de dejar de llorar, de tanto en tanto, la idea de que aquél hombre al que apreciaba, respetaba y admiraba se hubiera marchado de su vida, hacía que se sintiera más solo que nunca. Era un dolor constante en el pecho, ¿cómo hacer que se detuviera?

Luego de un rato, escuchó un golpeteo en la puerta. No había cerrado con llave, por lo que sabía que aquél gesto era por mera cortesía. Decidió fingir que se había dormido.

Escuchó la puerta abrirse y observó la luz colarse a la habitación por el rabillo del ojo. Se cerró la puerta con suavidad, luego, escuchó pasos que se acercaban a él. Entonces sintió un peso sobre la cama, a su lado.

-Vamos, Potter, sé que estás despierto- replicó entonces una voz familiar- Nadie podría creerse que decidiste dormirte con las gafas puestas, grandísimo estúpido.

-¿Malfoy?- Harry se levantó entonces, era casi nula la luz proveniente de la ventana, sin embargo, la silueta la conocía, conocía aquél rostro anguloso y el cabello perfectamente peinado- ¿Cómo entraste?

-Tus patéticos amigos me llamaron, están preocupados- respondió el otro encogiéndose de hombros- Aparentemente no saben qué hacer, yo solo les dije que lo mejor era que te dejáramos en paz unos días, pero ellos insistieron. No sé porqué pensarían que yo podría, o querría, hacer algo, sé que soy persuasivo, pero se aprovechan demasiado de que estoy de su lado.

Legeremens (fanfic drarry/harco)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang