5. Sal y heridas

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-Estás acorralado- dijo uno de los mortífagos, quitándose la capucha y sonriendo ampliamente. Era rubio, de voz gruesa y rostro severo- Acorralado en tu propio colegio.

-Amycus- Dumbledore resbaló un poco hacia atrás, sin embargo, sonrió- Y trajiste también a Alecto, ¿no es cierto?

La bruja a su lado se descubrió al escuchar aquello. Resultaba obvio que se trataba de la hermana del otro, ya que también era rubia y de rostro cuadrado. Ella sonrió de vuelta, con un dejo de molestia.

-Me temo que tus chistes no te salvarán, Albus- dijo Alecto- ¡Expelliarmus!

La varita de Dumbledore saltó de su mano, haciendo un ruido leve al rebotar contra el suelo. El director alzó las manos vacías, una de ellas enegrecida de modo que se confundía con el fondo de su túnica.

-No hago chistes- puntualizó Dumbledore sin perder la sonrisa- Estaba siendo amable.

-Yo digo que dejemos de hablar y lo asesinemos- una voz de detrás de Amycus y Alecto resonó. Era gruesa y rasposa como un ladrido. El sujeto del que provenía la voz dió unos pasos hacia la luz, encapuchado aún. Soltaba un aroma nauseabundo, del cual Harry pudo identificar el olor de la sangre. De las mangas de la capa salían unas manos terminadas en garras amarillentas.

-¿Fenrir?- preguntó el director.

-Sí- respondió la voz rasposa- ¿Contento de verme?

-No particularmente, no.

-Sabes lo mucho que me gusta la sangre de los niños, no me podía perder de esta visita al castillo.

-¿Ahora atacas sin luna llena?- Dumbledore arqueó una ceja- ¿Así que ya no puedes saciar tu sed de sangre una vez al mes?

Greyback sonrió con los colmillos afilados y amarillentos. Dumbledore resbaló otro poco hacia atrás.

-Mátenlo, rápido, antes que lo haga yo mismo- dijo entonces, dirigiéndose hacia los demás. Sin embargo, de cierto modo parecía que deseaba que no lo hicieran para darse él mismo aquella satisfacción.

A Harry le pareció que su corazón le martillaba el pecho. El hechizo de Dumbledore le impedía hacer algo ante aquella situación, la desesperación y la frustración le nublaban los pensamientos.

-Debemos esperarlo, tenemos órdenes- respondió Alecto.

-Da lo mismo- dijo entonces su hermano- Ni siquiera sé para qué nos molestamos, ¡mírenlo! ¿Qué te ha pasado, Albus?

-La edad- respondió el director- Me parece que cada vez soporto menos el alcohol. Esa clase de cosas suceden cuando te haces viejo. No que tú vayas a llegar a viejo, de todos modos, Amycus.

El mortífago le apuntó con la varita, al corazón. Tenía el rostro deformado en una mueca de ira. Harry sentía que se asfixiaba, sudaba frío. Intentó moverse, sin resultado. Necesitaba hacer algo, lo que fuera. Ni siquiera podía mover el rostro, o ver a Malfoy, cuya mano seguía en la suya.

Escuchaba voces debajo de las escaleras, luchando, golpes producidos por los hechizos. Se preguntaba cuántos habrían muerto ya por todo aquello y lo invadía la preocupación al pensar en los miembros del E.D.

Entonces una voz que correspondía a la del hombre que se encontraba detrás de los demás y cuyo rostro estaba deformado, dijo con sorpresa:

-Snape.

Su corazón se detuvo un momento al escuchar aquél nombre. Una figura alta, obscura y de cabello grasiento cayendo como una cortina sobre su rostro cruzó el umbral, con gesto impacible.

Legeremens (fanfic drarry/harco)Where stories live. Discover now