8-Felicidad

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El lugar parecía más vacío ahora que todos los niños acompañados de sus gritos habían desaparecido. Y junto a ellos, sus padres. Ahora solo estaba la gente joven paseando y mirando cual sería la atracción a la que se subirían.

—Oye, tengo hambre—dijo este.

—Siempre tienes hambre—reprochó ella.

—Bueno, ¿tu no?

—Yo he venido comida de casa—un pequeño ruido resonó en su estomago.

Al mirarse, un pequeño rubor de vergüenza apareció en su rostro. Él simplemente se echó a reír al ver aquella cara.

—Venga, vamos a por algo de comer—la tomó de la mano y la jaló.

Se pidieron unas manzanas de caramelo que tanto le gustaban al joven. Kagura, no estaba acostumbrada a comer aquellas cosas ya que seguía una determinada alimentación para estar en forma. Claro que de vez en cuando se daba un capricho, pero rara vez sucedía.

—¿Cómo esta?

—Bueno...supongo—dijo devorando la manzana.

Todo esto era observado por Mirajane y Erza quienes estaban felices de ver que el plan iba a la perfección. De paso comieron también una manzana de caramelo. 

—¿Quieres un poco de la mía?—preguntó el dragon slayer al ver que esta se había terminado el suyo y ofreciéndole.

Ella la miró durante unos segundos.

—Eso es...muerde el cebo—susurró Erza feliz.

—Gracias—dijo tomando un bocado del suyo.

Continuaron el paseo hasta que terminaron de comer. Luego, se lavaron las manos y vieron diversas atracciones en las que querían subirse.

—La de las tazas—dijo Natsu.

—Espera, si subes a esa...—no le dio tiempo a decir nada ya que ambos estaban montados cuando se quiso dar cuenta.

Natsu chilló de emoción hasta que sintió un fuerte mareo.

—¡Idiota trate de avisarte!—dijo ella a su lado.

El joven no pudo evitar vomitar en la atracción. Recibieron una fuerte bronca por manchar y dejar un fuerte olor a caramelo.

—Ese idiota...mira la que ha liado—dijo Mira.

—Desde luego...la ha cagado.

Mientras se lavaba la boca, Kagura lo miraba con cierta ternura. Le recordaba mucho a los niños pequeños, solo que en el cuerpo de un adulto.

—¿Te encuentras mejor?—le dio un pequeño pañuelo azul.

—Si...gracias—respondió tomándolo y secándose.

—Debo admitir que ha sido gracioso

—No, no lo ha sido—dijo cabizbajo.

Ella le tomó de la mano.

—¿Vamos a una más tranquila?

—Si...por favor—aún tenía algún mareo.

Fue llevado de la mano hasta otra. El joven rezaba porque fuese una tranquila. Cuando se pudo fijar ya recuperado, vio que era una del amor. Dejándose llevar, se subieron a unos asientos que tenían forma de cisne y el respaldo era un corazón.

—Esta es relajada—dijo en un tono suave.

—Eso...espero.

Kagura tomó la cabeza de este y la apoyó en su hombro. El aroma, la suavidad y el aire puro que podía respirar, calmaron al joven que se dejó llevar. Kagura por dentro estaba muerta de vergüenza, no le permitía a nadie hacer aquello, pero a Natsu...con él era distinto.

Ver aquella cara tan inocente la hacía feliz.

—Ya arranca—dijo.

El trayecto fue como si fuesen por un río y los adornos creados mediante magia era un paisaje tan bello que daban ganas de salirse para pasear por sus prados. Natsu señalaba algunos animales emocionado.

—¡Una cebra!—dijo levantando el dedo y señalando esta.

—Si, y aquello son hienas.

Natsu no se daba cuenta, pero seguía apoyado en ella. En un tramo, todo se puso oscuro y en el techo que era alto y grande, se iluminaron unas estrellas y una hermosa luna. Ambos se quedaron mirando mientras escuchaban los oh de la gente que iba detrás suya o delante.

—Que belleza—susurró ella feliz.

El joven se movió un poco para ponerse más cómodo cuando quedaron a unos pocos centímetros el uno del otro. Kagura, sintiendo el ambiente del lugar, se dejó llevar cerrando los ojos muy lentamente y juntando los labios con los de Natsu. 

—Es...suave—pensó.

Sintió como se juntaban por fin tras cierto tiempo deseándolo y luego, tras unos segundos, se separó y los abrió. El joven estaba rojo, se rascaba la mejilla nervioso. Ella entrelazo sus dedos con la mano de este y les esbozó una sonrisa.

—Natsu...

Él llevó su mirada al suelo, a sus pies concretamente. Kagura le rodeó con su brazo y lo apoyó en su pecho.

—Me...me gustas—dijo finalmente.

—Yo...

—Shhh, no hace falta decir nada...—le levantó el rostro y le volvió a besar.

Era como si aquello, ese amor, le sacará otra forma de ser. Una que nunca hubiera pensado que tendría, pero no le disgustaba. La atracción terminó a los pocos minutos. Mira y Erza observaban todo con una sonrisa ya que vieron que fue la propia maga quien quiso entrar con este a aquel sitio.

Pero casi se cayeron cuando los vieron salir tomados de la mano. 

—Ha funcionado—dijo la albina.

—Si, Kagura ha aprendido de mi—dijo sacando pecho orgullosa.

—Pues ella esta con pareja y tu y Jerall...—aquello fue una punzada de dolor para esta.

—Vamos a nuestro...ritmo...si, eso.

—A este paso antes tendremos otro maestro de gremio—otra pulla.

Ambos se montaron en otras atracciones más tranquilas, no querían que Natsu se volviese a marear. Y la tarde se les pasó volando.

—Bueno...creo que es mejor que vaya a casa, me están esperando—dijo ella.

—Si, yo tengo que alimentar a Happy.

—Esto...

—Si...

Kagura se acercó y le dio un pequeño beso.

—Nos vemos, ¿no?

—Claro—dijo avergonzado este.

Esta vez fue él quien le dio el beso. Se separaron tras un rato que no sabían como irse de allí. No tenían ganas de hacerlo, pero cada uno tomó un camino diferente.

Al llegar a casa, Natsu se dejó caer sobre el sofá feliz.

—Natsu, tengo hambre—dijo el gato.

—Voy—le puso unos cuantos pescados y para él, carne.

Kagura estuvo roja durante toda la cena ya que fue preguntada por el resto de sus amigas. Todo porque Erza y Mirajane estaban allí y contaron todo lo que habían visto. En aquel momento, Kagura se sentía muy pequeña de lo roja que estaba y ante aquellas chicas.

Pero tanto Kagura como Natsu estaban felices. Miraron aquella noche por la ventana y vieron un cielo cargado de estrellas y con una enorme luna brillante y luminosa, como la que habían visto en la atracción. Sin duda, había sido un día fantástico y tenían ganas de volver a verse.

—Espero verla pronto—pensó embobado imaginando el rostro feliz de ella.

Y tras un día lleno de felicidad, tocaba dormir para reponer fuerzas. Kagura, antes de dormir, le dio un beso a una foto del mago que había recortado de un periódico.

—Buenas noches...Natsu—dijo cerrando los ojos.

Continuara...

¿Princesa o Sirena? Natsu x KaguraWhere stories live. Discover now