11-Fantasma

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Se levantaron temprano para salir, no tenían tiempo que perder. Desayunaron fuerte ya que la travesía que les aguardaba iba a ser complicada. Asegurándose de que portaban todo y no se dejaban nada, salieron del poblado.

—El templo...algo hay en ese lugar...puedo sentirlo—dijo ella seria contemplando el edificio desde la distancia.

—Si, yo también.

Tomaron la senda que estaba lleno de rocas y para atravesarlo, tuvieron que hacer algo de escalada. En algunas ocasiones, la mujer tuvo que agarrar y sostener con fuerza al chico que estuvo a punto de caer. La lluvia había empapado las rocas, era difícil trepar a pesar de que los orificios de estas, podían meterse los dedos.

—¿Vas bien?—preguntó ella desde abajo por si se resbalaba.

—Si, es...que cuesta mucho—dijo, aferrándose a una roca.

—No pienses en ello, tu puedes.

Superado el primer nivel, les aguardaba unas largas escaleras cubiertas de enredaderas y hierbajos. La pelirroja desenvainó la espada, lista para abrirse paso.

—Déjame esto a mi—dijo el chico, se puso enfrente y abrió la boca—¡rugido del dragón de fuego!.

Una enorme llamarada salió disparada quemando todo a su paso. La vegetación se tornó ceniza y se deshizo, siendo llevada por el viento.

—¿Ves?—dijo orgulloso.

—Igual que tu padre—guardó la espada.

Ahora que estaba todo despejado, subieron las escaleras. A medida que se iban acercando, notaban algo oscuro, el templo se veía más siniestro a cada paso que daban. Como si un mal les aguardase. Se miraron y asintieron, debían continuar.

Avanzaron con cuidado, el interior estaba oscuro aunque algunos rayos de luz entraban alumbrando parte del lugar. Tosieron un poco debido al polvo que había en el aire. Entonces, vieron como una sombra pasaba por un rincón.

—No estamos solos—susurró ella.

Erza sacó la espada y notó como chocaba con algo. Una figura negra, de pelo largo y de aspecto humano estaba delante de ellos.

—¿Quién eres?—preguntó.

Esta no respondió y espada en mano, fue a luchar cara a cara.

—Igneel quédate a un lado—ordenó.

Este obedeció y se quedó mirando la lucha.

Erza se defendía muy bien, lanzaba contrataques de vez en cuando y parecía que estaba muy igualado. El joven quería ayudar pero debía seguir las ordenes de la maga. La figura no cesaba de atacar, era incansable y sus ojos azules eran hipnóticos.

—Es muy fuerte—pensó ella mientras aguantaba el embiste.

Cuando el filo de las dos espadas chocaban, resonaba por el templo hasta perderse en los pisos inferiores. Erza aprovechó un momento para lanzar una patada al costado de su oponente. Le dio de lleno y retrocedió para tomar aire.

¿Princesa o Sirena? Natsu x KaguraWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu