3. ∆ Inocencia ∆

844 164 98
                                    

«...Trae consigo las mejores emociones y los peores temores...»

—No le diré a nadie si me dejas ir ahora—. Quería ser fuerte, como papá me habia enseñado. Pero ser fuerte en momento como ese en en realidad difícil.

—Guarda silencio—.

Él me había lanzado a su Mercedes, hablo cerrado la puerta y colocado el cinturón. Él me alejaba del pueblo y todo lo que podía ser cualquier contando humano, estaba perdida.

—Suéltame—. Implore con tantas ganas de romperme y llorar allí mismo.

—¿Qué no sabes guardar silencio niña estúpida?—.

—¡Suéltame!—.

Giró el auto a tal punto que mi cabeza se golpeó con el vidrio de la ventana, dejándome con cierta confusión cuando movió su mano hasta su cinturón y saco un arma, este hombre tenía un arma. ¡Maldita sea!

—Si vuelves a hablar te vuelo la cabeza ¿Entendido preciosa?—. Paso el arma por mi rostro, mientras yo cerraba los ojos e intentaba con todas mis fuerzas no llorar.

Cuando el auto estuvo de nuevo en marcha mi corazón latía con fuerza, a tal punto que mi corazón dolía.

El paisaje lleno de árboles y todo aquello que antes disfrutaba tanto ahora solo era una pesadilla, quería despertar, en los brazos de mi padre con su sonrisa y voz que siempre era un consuelo para mí.

(...)

Pasaban las horas y no parecía tener la intención de detenerse, parecía lo suficiente decidido como para hacerme daño en cualquier momento, seguro en su cabeza ya estaba planeando las suficientes atrocidades como para justificar mis piernas y manos temblando.

Recuerdo muy bien esa tarde, creo que con los años jamás podrá mostrarse lo suficiente borrosa para dejarme continuar y ser lo suficientemente feliz.

La capa de humedad de la carretera donde la verdad no permanecimos mucho era delgada, todo alrededor era monótono, hasta ese verde de los árboles, hierbas, arbustos y de más lograba poner tus ideas borrosas. Recuerdo cómo las lágrimas cubrían mis ojos, y aquella sensación tan horrible en mi pecho cuando doblamos a la izquierda y empezamos a perdernos en el bosque.

Fuimos tan lejos que a penas y podía notar cuanto tiempo llevaba dentro del auto, o avanzando en ese bosque. Silenció. Eso todo lo que reinaba junto del chillido proveniente del auto, el sonido de las llantas al chocar con la graba, y los gritos ahogados de una niña asustada.

Parecía avanzar sin rumbo alguno, o al menos sin que yo estuviera conciente de cuál era. Estaba lo suficiente perdida en mis pensamientos, esos que ni siquiera quería que habitarán mi cabeza.

Solo pensar en el daño que ese hombre sería capaz de hacerme agitaba mi respiración, la calma solo llegaba cuando logre cerrar mis ojos y me imaginaba con dificultad en otro lugar qué no fuera ese.

—Algo malo está apunto de pasar—. Susurró mi conciencia.

—Ya no puedo hacer nada para impedirlo—. Me respondía resignada.

Sin darme cuenta había empezado a llorar. Algo malo me esperaba, y me temía no poder evitarlo. Y lo peor de todo es que yo ya había cedido, me rendí tan fácilmente que era patética.

Los Monstruos También Se EnamoranWhere stories live. Discover now