10. ∆ ¿Quién eres? ∆

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«...Es aún más difícil olvidar cuando te lo dispones...»


10.

Hay momentos donde la vida se siente simplemente extraña. Como es este el caso.

Entre los rayos de sol que lastimaban mis ojos observé con detalle, aunque a una distancia prudente a Ethan Tilman por primera vez.

Encontrarlo fue una de las cosas más fáciles. Admito que eso me daba un mal sabor de boca, después de todo, existían dos posibilidades. Una, o él quería ser encontrado, o era realmente idiota. Y aún mantenía en esa duda, de cual sería la opción correcta.

Mantuve mi distancia, observando con cierto recelo a aquel extraño chico, era extraño lo común que parecía. Tenía sus ojos azules, una piel clara y se veían mucho mejor que en la fotografía que me fue entregada hace solo 2 días.

De camino aquí, en toda las horas que pase en aquel tren, tuve tiempo de pensar y tratar de atar algunos cabos, admito que termine aún más confundida. Las dudes flotaban en mi cabeza, y cada vez que intentaba resolver alguna simplemente creaba el doble.

No parece tener nada extraño—.

—Pienso lo mismo—.

—Lo normal que es ya me asusta—.

Las personas comunes esconden los peores secretos—.

—¿Siempre tienes que ver de forma tan jodida al mundo Charloth?—.

Se está moviendo—.

Supongo que después de dar 20 vueltas alrededor de aquel inmenso campo sus energías se habían acabado, a mí me agoto solo verlo.

(...)

Las calles en esta cuidad eran extrañas, y con eso me refería a silenciosas, solitarias y desgastadas. Era el lugar perfecto para hacer el tipo de trabajo al que estoy acostumbrada, y sólo con pensarlo me dolía el estómago.

Sólo pensar en la sangre roja, el pálpito de la piel rasgada, o en la mirada de súplica. Ya hacía de mi un ser débil y detestable.

Ethan cruzó la calle, ignorando las señales de tránsito, la verdad no había autos así que eso no importaba. Yo por mi lado trataba de mantenerle el paso, a cierta distancia prudente, aunque con lo vacío de este lugar cualquiera notaría que yo iba tras sus pasos. Tras su indefensos pasos.

La tarde se sentía pesada, y entre más avanzaba yo me sentía miserable. ¿A qué punto la vida se volvió tan jodida? ¿Cuando me resigne y acepte este tipo de trato? Esto me hace sentir pena. Pena de mi misma y de los pocos que aún están a mi alrededor.

Podía ver desde aquí el hotel donde el chico se hospedaba actualmente, con un último suspiro creí verlo entrar, y seguro Joan ya se habría encargado de mi estadia en el mismo.

Sólo tenía que perder un poco de tiempo antes de ir y encerrarme en alguna habitación a planear que seguía, como acabaría con su vida
Acomodé la gorra negra que traía puesta y quise tomar el mismo camino... Pero en los planes de alguien al parecer mis deseos podían irse por el caño.

—¿Quién eres?—.

Acorralada.

Me sentía acorralado, y aquellos ojos azules me veían con entre odia, curiosidad, y... Ni siquiera sé qué más había en ellos.

O quizás... No quería saberlo.

 No quería saberlo

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Los Monstruos También Se EnamoranWhere stories live. Discover now