𝐁𝐀𝐃 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 | 𝐉𝐉𝐊

51 • 𝙸𝚗𝚏𝚒𝚎𝚕

Jungkook

Rutina.

La vida era eso en cierto punto cuando se trataba de una persona que detestaba su entorno o el mismo interior de su ser. Despiertas, estudias o trabajas, vuelves a casa y duermes nuevamente. Rutina porque a veces las cosas que antes te animaban e incluso creías amar, ahora se vuelven aburridas o pesadas. Cansinas por así decirlo.

Jungkook era esa persona y no comprendía en qué momento lo comenzó a ser. No había día en que su estado emocional por ejercer lo que más anhelaba, no se mantuviera alto. Emergiendo una sonrisa de satisfacción en sus labios al tan siquiera ver su uniforme colgado en el perchero de su clóset.

De llegar a su oficina y observar los papeles ordenados alfabéticamente en una esquina del escritorio junto con la taza de porcelana llena de café. Sentir su aroma inundando cada espacio del ambiente y dirigir su mirada hacia el gran ventanal donde un sol radiante, representante de un nuevo día, iluminaba su rostro con parsimonía.

Pero ahora, regresando a su realidad absoluta, se encontraba sentado sobre el suave colchón de su cama, con la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada fija sobre la pequeña alfombra que reposaba bajo sus pies. Dos días habían pasado desde que fue hacia la casa de la castaña para dejar los zapatitos de bebé que en su momento representaron la lastimera presencia de su hermanito y ahora la de su hijo no concebido.

Dos días en que juraba ser los más dolorosos de su existencia.

Se levantó con cuidado de no caer, ya que su alimentación había disminuido un poco y los mareos mañaneros se hacían constantes hasta que finalmente se adaptaban a los cambios neurales.
Vistiendo solamente su pantalón pijama gris y por supuesto, como la comodidad que era costumbre en él, sin ninguna playera que cubriera el torso.

Abrió el armario, suspirando al encontrar el uniforme esperando por su presencia. Estaba comenzando a odiarlo un poco, tal como los niños que odiaban su uniforme escolar porque saben que es lo que los aparta de la libertad.

Ya vestido, tomó la pequeña coleta que reposaba en su muñeca derecha, y ató parte de su cabello para que no lo molestara. No es como si fuera demasiado largo, a penas si le llegaba un poco por debajo de las orejas, sin embargo, creía que era lo suficiente para darle un pequeño corte en los próximos días; comenzaban a formarse ondas en las puntas por lo cual era un argumento válido.

Bajó las escaleras, oliendo el desayuno que Dahyun se había atrevido a preparar; recordó que antes se esmeraba en cocinarle huafles con frutos rojos y miel, tostadas, café, y algún que otro jugo de naranja por las vitaminas. Pero ahora tan sólo, al llegar a la mesada del comedor, comprendió que su olfato sólo había captado una cosa, café, porque era lo único que habitaba allí.

⎯⎯ Buenos días ⎯⎯ le dijo ella. Claro que se sorprendió al visualizar la insípida taza en solitario, no obstante agradecía internamente ya que no era capaz de presenciar el hambre.

⎯⎯ Buenos ⎯⎯ respondió, tomando tal objeto entre sus manos para luego beber un sorbo.

El silencio reinaba entre ellos. ¿Desde cuándo su relación se había vuelto tan incómoda y fría?

Pero duró poco, -gracias a todos los ancestros- ya que la chica creía que era una necesidad u obligación decirle que tenía determinados planes mientras compartían la mesa (más bien Dahyun, porque Jeon se mantenía de pie). Diversas situaciones en las que él, por supuesto, no estaba involucrado.

⎯⎯ ¿Vendrás tarde? ⎯⎯ bebió un poco de su té.

⎯⎯ Seguramente ⎯⎯ movió la cabeza en leves círculos como para relajar los músculos.