XI.

1K 94 18
                                    

CAPÍTULO XI.

No podía ser mejor mi día teniendo en cuenta lo gran jodido era que Miriam se pusiera en uno de sus estúpidos celos, pero vamos ¿quién se pondría celosa de una simple llamada? Nadie.

Después que se fuera irritada a no sé donde, llamé al ojiazul quién por su parte decidió venir gustoso a mi rescate.

—Hey, ¿que tal todo? —. Él preguntó, sentándose en uno de los sillones frente a mi.

Suspire cansado. Sabía que Ed podía despejar cualquier pensamiento negativo que tuviera, y por otro lado él sencillamente con su locura provocaba que me olvidará de todo, y todos.

—Tío, apesto con esto de estar en una relación —empecé a decir, —Miriam tuvo uno de sus ataques de celos, y juro que ya estoy cansado de todo.

Su expresión no me dijo nada, más sus actos fueron de sorpresa al levantarse y jalarme de mi brazo; incentivando a que me levantara.

— ¿Que es lo que haces?— inquirí, mirándolo fijamente.

—Sacar a mi amigo depresivo, iremos a divertirnos, pero todo estará bajo mi orden. La regla será que no chistarás a nada de lo que te diga, y solo tú obedecerás, ¿aceptas?

Sí iba con él y me arriesgaba, y no perdía nada. Pero tenía en cuenta todas las razones por el cual debía desconfiar de él.

Era un loco que no tenía limites, pero que sí tenia todas las de subir ánimos. Y el caso era que el que estaba sin ánimos era yo, y tomaría aquél riesgo que se avecinaba.

—Trato hecho.— solté, agarrando mi celular de la mesa de centro y dirigiéndome hacía la puerta.

Al salir, no esperé a que Ed me trajera a un pub nocturno, y mucho menos a que a postara conmigo. Bebimos hasta que perdí unos doscientos dólares, y mi último celular nuevo. Traté de recuperarlo más solo conseguí del pelirrojo; cincuenta dólares y una cajetilla de cigarros.

—Vamos, Harry, necesito más de ti, amigo —moví mi cuerpo en el pequeño sofá, y estiré mi mano. Tomé el vaso de wisky, y me lo bebí todo de una.

—No sé si realmente me trajiste a que perdiera todas mis cosas, o solo me trajiste a robar —medité, ganandome una mirada inquisidora de parte de mi acompañante—. Hagamos esto más divertido —ofrecí, mirando que podía dar a parte de lo que me quedaba.

El lugar del pequeño, no tan pequeño, club estaba rebosando en la planta inferior de gente. El volumen del lugar era extremadamente exquisita a bailar, pero el caso era que no quería enrollarme con alguien quien no era conocida, y peor sabiendo que tenia una novia que me sacaba de juicio. Parecía un chico con problemas de amorío no conforme con sin relación, y sí, así me sentía.

—Bien, tendrás que llamar a una chica. Yo te dictaré número, pero sí no lo haces o dices lo que yo te diga, tendrás que darme tu auto y el precioso departamento que tienes—no objeto nada más, pero perder aquello era algo sumamente fuerte.

No podía perder a Chevil, y mucho menos a Margareth, ni que hablar. Ellos eran todo para mí.

—Mhm...—medité, tomando el tiempo necesario sí quería arriesgarme a lo que él decía — y si solo hacemos otra apuesta—traté de razonar.

Movió su cabeza de un lado a otro, sonriendo maliciosamente. Y Dios, podía decir que hasta me daba miedo.

—No necesito que me confirmes. Lo harás, por que ya lo dije—su semblante no cambio, pero su postura sí. Se inclinó tendiendome su teléfono. Me atiné a cogerlo y tras ello, él comenzó a dictarme cualquier número a que se le viniese a la mente. — Si es que te contesta un hombre te abstienes a colgar, y seguiremos a por otro— asentí, no muy seguro de lo que me deparaba.

La primera no funciono, la segunda mucho menos. Y para la última llamada cambié el último número por otro.

Obtuve una voz dulce, casi extremadamente sensual— ¿Diga?— preguntó. No sabía que decir, así que levante el rostro viendo a Ed sonreír. — ¿Hay alguien ahí?

—Hola, nena— trate de no sonar como un maldito acosador, — llamé para saludar — estúpido, estúpido. Ella me cortaría, claro que lo haría.

— Mira, seas quién seas no estoy para estas bromas, y mucho menos con ánimos a que me jodan más la noche— su tono me dejo poco que desear. Ella se encontraba casi igual que yo, y quizás una charla entre desconocidos podría ocurrir una buena conversación a entablar.

— No me conoces quizás, pero solo llamo a saber como estabas, y de paso a saber como es que tu día esta terrible — era malo en esto, mucho más que malo. Pero, vamos, tenia que decir algo y lo mejor que me salió fue aquello.

— ¿Eres adivino o algo? por que sí es así por favor leeme el futuro — sonó sarcástica, — no soy buena en esto, y si es que un amigo mío te pago a que me llamarás a subirme el ánimo, solo dile que se joda— me reí. El que estaba llamando era yo, por que me encontraba en una posición no muy agradable, y mucho menos teniendo el par de ojos inquisidores y  fisgones de Ed encima mio.

— Estas realmente equivocada, amor— respire hondo, inhalando el espeso humo del cigarrillo— yo soy el que llama por que tengo una apuesta con un amigo —confesé, sintiéndome completamente patético ante aquella chica de la otra línea telefónica — siento haberte jodido más tu noche, amor.

Iba a colgar, pero el silencio no duro mucho al escuchar hablar a la chica desconocida para mi— No, gracias a ti por llamar. Enserio, que me salvaste a que me enredará con unas de las maratonesmaratones de las sangrientas escenas de The Walking Dead.

La música no ayudo mucho en la conversación así que solo tuve que colgar; despidiéndome de la chica adorable, y tras entregarle el teléfono a Ed, me vi por contarle que no estaba nada mal aquella pequeña charla.

Y me arrepentí de informarle de eso,— ya que me dices que no estuvo nada mal..., ahora me enviarás una captura de pantalla demostrándome que la estas llamando todas las noches a la misma hora. Y si no cumples con eso, ya sabes que tienes que darme —finalizó, él.

Estaba jodido. Y lo peor era que me gustó escuchar aquella voz.

radio; au. ▶harry stylesWhere stories live. Discover now